Agradezco al Excelentísimo Señor Diputado del Común el encargo de decir algo desde este alto lugar durante pocos minutos. Los aprovecharé para señalar que son tres los fines de la Institución: el que consta en la Ley que la creó: defender a quien padece injusticia por parte de la Administración, y otros dos no menos importantes: trasmitir al quejoso conciencia de sus derechos y estimularlo en la praxis de su libertad; derechos que no suelen ocupar suficiente conciencia en quien los merece y libertades insuficientemente utilizadas por una buena parte de ciudadanos.
Aprovechando la presencia en esta mesa de las autoridades de alto poder en Canarias y sobre todo la altísima autoridad sin poder, el excelentísimo señor Defensor del Pueblo, suprema su auctoritas y nula su potestas, concluyo con un ruego que considero importante: los comisionados parlamentarios, entre ellos el Diputado del Común, verían valorada su auctoritas si anualmente los Parlamentos correspondientes publicaran una relación de los casos en que la Administración ha cumplido los ruegos de las personas encargadas de defender al pueblo; creo que esa publicación sería positiva para ellos y estimulante para el pueblo que aún no tiene plena conciencia de sus derechos y no se decide a usar al máximo la libertad para ejercerlos.
Fuera de plazo agradezco al Parlamento de Canarias el nombramiento que me hizo excelentísimo señor durante cinco años, concluidos los cuales quedé sólo en señor, lo cual no es poco.
