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Opinión
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Antonio Martel, secretario general de UGT La Palma

"La culpabilidad de los sindicatos"

  • Si hubiera más afiliaciones las cosas irían mejor para los trabajadores

Desde siempre, los Sindicatos han sido objeto de críticas atroces por gran parte de la sociedad (sobre manera aquellos a quienes les perjudica la unión de los trabajadores, de igual forma que quien critica las cooperativas son aquellos a quienes les hace daño su existencia), pero en las últimas fechas esa actitud se ha disparado de forma descomunal, poco menos que acusándolos de ser los responsables de esta crisis que a todos nos preocupa (menos mal que no se les acusa de la conquista de América).

Desde una posición sindicalista (obviamente la que tengo, y por tanto no pretendo ser imparcial con este escrito, ni impartir doctrina alguna, lo cual no está reñido con la veracidad de lo dicho), se podría entender las críticas de la patronal (la otra parte en una mesa negociadora), que como todos sabemos, tiene la sartén por el mango en la mayoría de los casos, y se encuentra en una posición de privilegio. Por otra parte, y esta es menos entendible, se encuentran las críticas de los compañeros/as, trabajadores/as, y el resto de la sociedad, acusando a los sindicatos de inoperatividad, dejación, estar vendidos, no defender a los parados, etc.

A continuación, detallare como mejor pueda mi visión de la realidad, enumerando algunas de las culpabilidades de los sindicatos, todo ello basado en mi experiencia sindical durante los 25 años que llevo en el mundo laboral (seguramente otras personas podrían añadir muchas culpas más).

Los sindicatos son "culpables" de haber conseguido tras largas luchas de compañeros ya fallecidos una jornada laboral de 8 horas, pues si nos remontamos a tiempos pasados, la jornada laboral era de entre 12 a 14 horas en épocas anteriores a la Revolución industrial de mediados del siglo XIX, pasando posteriormente a una jornada de 10 horas diarias, hasta que a principios del siglo XX se implantó la jornada de 8 horas, consiguiendo de esa manera una mejor calidad de vida, así como un mejor reparto del trabajo.

Los sindicatos son "culpables" de haber negociado con la patronal unas condiciones laborables más favorables al trabajador, que repercuten en una mejor calidad de vida (descansos durante la jornada, permisos para formación durante y fuera de la jornada laboral, licencias y permisos para varias cuestiones, todas ellas redundantes en beneficio de la persona y su entorno…)

Los sindicatos son "culpables" de que poco a poco (y con grandes pegas por parte de la patronal), se establezcan unas medidas de seguridad y salud en el trabajo, rebajando drásticamente el número de accidentes laborales, de lo cual sale beneficiada toda la sociedad.

Los sindicatos son "culpables" de frenar en la medida de lo posible, la discriminación laboral de la mujer con respecto al hombre, tarea que aún no se ha conseguido en su totalidad, pero avanzamos en ese camino, aunque cuando se consiga siempre será tarde.

Los sindicatos son "culpables" de buscar un equilibrio en las retribuciones de todos los trabajadores de cada empresa, evitando graves injusticias, aunque por desgracia no todas se pueden evitar.

Los sindicatos son "culpables" de impedir la explotación de los menores, negociando una edad mínima de acceso al mundo laboral, lo que se echa de menos en aquellos países donde no hay movimiento sindical por distintos motivos.

Los sindicatos en este país son "culpables" de haber conseguido que cientos de miles de compañeros en paro vieran ampliada su protección por desempleo y ayudas sociales, en esta grave situación que nos encontramos, gracias a la presión ejercida sobre el gobierno.

Los sindicatos son "culpables" de tratar que el acceso a la administración pública de trabajadores sea respetando los principios de igualdad, mérito, y publicidad (lo que por desgracia no acaban de conseguir, por el claro interés en contra de la clase política).

Los sindicatos son "culpables" de estar en la acción de lucha por vocación de servicio y no por un afán de lucro, ya que lo más que sacan de beneficio suele ser dolores de cabeza, así como enfrentamientos con el patrono. Al menos ese es el mayor número de casos existentes.

En fin, por estas y otras muchas razones, que sería largo de contar, los SINDICATOS, SI NO EXISTIERAN, HABRÍA QUE INVENTARLOS. Quiero expresar que esta última frase no la invente yo, sino que en cierta ocasión la escuche, y decidí adoptarla, lamento no recordar, ni el momento, ni el autor de la misma.

Por eso, animo a todos los trabajadores, que se impliquen en el apoyo a los sindicatos, que apuesten por aquél que vea que mejor defiende sus principios, pues una de las principales dificultades de las centrales sindicales es la escasa afiliación (según datos puede rondar entre un 12 y un 15% de los trabajadores), y, claro, sin apoyos suficientes es muy difícil lograr los objetivos a conseguir; otra cosa sería contar con una afiliación de al menos el 50% de trabajadores, pues todo ello redundaría en unos mejores servicios jurídicos, mejores dotaciones, mayor y mejor información, etc.

No quiero terminar, sin reconocer que, como toda colectividad, cometen errores que pueden perjudicar a alguien en particular, pero sinceramente creo que su bagaje es mucho mas beneficioso que perjudicial para la sociedad. Por eso, seguiré confiando en la labor de las centrales sindicales, con sus aciertos y errores, porque estoy convencido de que así seguro dejaremos unas condiciones laborales a nuestros hijos mejores que las que hemos recibido, al menos ese debe ser el objetivo.

 

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