Algunas personas, las sentimos tan cerca de nosotros, siguiendo el pulso de nuestra vida diaria. Y, aunque nos lo adviertan, no llegamos a percatarnos del todo de su marcha, al recuperar su figura, su aliento y su palabra en aquellos lugares que frecuentaron y en los que dejaron para siempre las huellas de su paso y esa impronta personal que las distinguió en vida.
Recién llegado a la Isla, me entero por un amigo de la muerte del compañero, Cronista Oficial de Tazacorte, Luis Sánchez Brito. Y, dejando a un lado la lógica conmoción que me produjo la noticia, decidí como ofrenda releer parte de su obra, la que tenía más a mano: "La Pérgola" evocada en dos piezas literarias "Corazón de la Villa y Puerto de Tazacorte" y "Breve historia de un desencuentro"; y "El Caballo Fufo" ambos trabajos publicados en los Anuarios de Crónicas Canarias de 2005 y 2006. En ellos, Luis nos ofreció estampas singulares de la vida de un pueblo.
Nuestro cronista tenía el corazón en la calle… Y de ella y de sus personajes nacieron las ideas más fértiles. El paisaje urbano de Tazacorte fue para Sánchez Brito un espacio que convoca, la plaza o la calle, puntos de encuentro. Lugares para la conversación, sitios para vivir o participar de nuevas experiencias. Cajas de resonancias de inquietudes e ideas, con las que Luis, avezado en tantas lides, era tolerante y respetuoso.
Diestro en el dibujo, nuestro cronista se evadía haciendo los primeros trazos… Luego con la inocencia y la picardía del niño que llevaba dentro daba rienda suelta a una creatividad no exenta de método. Creo que la caricatura le divertía. A veces, cunado me hacía caer en la cuenta de los rasgos singulares de una determinada fisonomía, se le dibujaba una amplia sonrisa en el rostro. Lo que me hacía intuir, desde el primer esbozo, la suma de un trabajo complejo en el que iban de la mano dibujo y expresión, apariencia y sicología. Y detrás de todo ello un amplio sentido del humor.
Pienso que Sánchez Brito cuidaba con tanta elegancia todo lo que hacía que su concepto de la caricatura entraba en contradicción con el Diccionario de la Real Academia de la Lengua española que lo define como "figura ridícula en la que se deforman las facciones y el aspecto de alguna persona. Dibujo que bajo formas alegóricas y burlescas, representa a alguna persona o hecho que se trata de ridiculizar". Nada más lejos de la intención de Luis, que entendía la caricatura como una forma de comunicar. "Por mucha exageración o desproporción que exista en su obra, decía, ésta siempre debe retratar al personaje, pues lo que da sentido a la caricatura es que sea reconocible e identificable".
Estoy seguro que el amigo, Luis Sánchez Brito, como buen creyente, ya habrá identificado el rostro de Dios. Y, aunque las campanas de San Miguel doblan al caer la tarde, sabemos que su espíritu curioso observa, como siempre, a través de los huecos de las columnas para anunciarnos los racimos de flores rojas y lilas que en la próxima primavera embellecerán la plaza y los bancos de su Pérgola larga y acogedora… La Pérgola que tan bien describiera y que hoy, sin él, nos parece solitaria y vacía.
NOTA: Luis había nacido en 1925 en Las Palmas de Gran Canaria y si bien con su muerte nuestro Archipiélago pierde una figura destacada por sus aportaciones culturales, Tazacorte llora "el adiós definitivo" de un hombre que, además de ser durante muchos años secretario del Ayuntamiento, fue un estudioso de sus costumbres y de sus gentes, un cuidadoso investigador de su pasado histórico, que sentía un cariño especial, un inefable amor, por el pueblo bagañete. Por eso, aún pensando que los homenajes a una persona deben hacerse efectivos en vida, me uno a todos aquellos que respaldan la idea de que Luis Sánchez Brito merece ser nombrado, más pronto que tarde, HIJO ADOPTIVO DE LA VILLA Y PUERTO DE TAZACORTE.
Julio M. Marante Díaz, Cronista Oficial de Breña Baja
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