cerrar
cerrar
Registrarse
Publicidad
Opinión
Publicidad
Eduardo Cabrera

Un sueño legítimo

  • "No apaguemos la luz que acaba de iluminar a muchos vecinos"

La desconfianza, como la credibilidad, son dos sentimientos para los que, si buscamos, encontraremos argumentos. La presentación de un proyecto de las dimensiones del Puente de Las Angustias, proyecto en el que se incluye el acondicionamiento de la carretera desde El Time hasta Puntagorda, es tan oportuno como que se aproximan unas elecciones.

Sin embargo, no es menos cierto que el proyecto surge del trabajo que se ha llevado a cabo en los últimos años para llegar a la maqueta expuesta. Pruebas de carga, estabilidad del terreno… y me imagino que una innumerable lista de pequeños y no tan pequeños detalles que a mí se me escapan. Y seguro que ninguno de ellos justificará el presentarlo a las puertas de unas elecciones.

Es un acto electoralista. Desde luego. Como desde hace meses lo son muchos otros. Como lo serán los que están por venir. Pero eso forma parte del circo electoral y soñar es legítimo. Y si es o no una realidad habrá de determinarlo en el futuro. Será entonces momento de castigar o no en las urnas a quienes no cumplieron lo prometido o premiar a quienes sí lo hicieron. Hoy, en cambio, creo que es una luz para todos aquellos que residen en la comarca noroeste de la isla. Y no solo para ellos.

Un trayecto de diez minutos entre el Valle de Aridane y Puntagorda o Tijarafe, o veinticinco hasta Garafía, supone poner punto y final al preocupante éxodo poblacional que han venido sufriendo estos municipios. Porque residir en un lugar, sea cual fuere, supone también comprar, consumir, gastar… y eso deriva en la necesidad de infraestructuras, servicios, inversiones al fin y al cabo que mueven dinero y mejoran la calidad de vida de toda una comarca.

Resulta difícil comprender las necesidades del prójimo cuando se trata de carencias que no padecemos. Pero, eliminemos el túnel de La Cumbre. Qué digo, eliminemos la carretera de La Cumbre y recuperemos aquel viaje por Fuencaliente. Volvamos a enviar los paquetes en la guagua de las 12 horas a nuestros familiares que residen al otro lado o atravesemos la cumbre a pie, por Las Vueltas, quizás con los pies descalzos para no estropear los zapatos del domingo. Queremos un vuelo directo con Madrid de frecuencia diaria, pero no queremos un puente en el Barranco de Las Angustias. Queremos que llegue a la isla la fibra óptica, pero no queremos que ensanchen las carreteras (y digo ensanchar)…

El progreso es inevitable como inevitable son sus consecuencias. Me confieso ecologista en cuanto que defiendo la conservación de nuestra naturaleza y me siento cerca de los animales para quienes reivindico trato y derechos que han de cumplirse con la misma categoría con la que se exigen los nuestros. Pero ya la Unesco contempla el plan Man and Biosfer que no es sino la combinación de un desarrollo sostenible con el entorno. Hombre y Naturaleza caminando al unísono, siguiendo el compás de quienes se necesitan mutuamente. Como necesitamos el oxígeno para respirar. Y no es esta una metáfora.

Debemos, todos, hacer un esfuerzo por comprender aquello que nos llama a la confrontación. A pesar de lo complicado que resulta. Decir que no a todo supone estancarnos en el tiempo mientras el mundo sigue girando. Y los límites que determinemos, estarán fiscalizados por nosotros mismos, con nuestro voto en las urnas para premiar o castigar.

Cualquier cambio es traumático porque supone modificar algo a lo que ya estamos acostumbrados. Porque, por naturaleza, deseamos que todo se mantenga como hasta ahora, quizás porque tememos a eso, a los cambios. Acaso porque estos parecen amenazar una estabilidad que deseamos perpetuar. Y sin embargo, si miramos hacia atrás, advertimos que estos son inevitables. La cuestión es la dirección hacia la que orientemos esos cambios.

Si se hará o no, ya lo veremos. Pero no apaguemos la luz que acaba de iluminar a muchos vecinos que siguen soñando con estar más cerca de todos. ¿Se imaginan vivir en la misma isla de La Palma de hace cincuenta años por no cambiar? Yo desde luego que no. Y apuesto por ese desarrollo y, con la herramienta de la palabra utilizada con toda la honestidad de la que soy capaz, manifestaré mi apoyo o mi rechazo como lo haré también con mi voto en las urnas. Un derecho del que hoy disfrutamos gracias al sacrificio de muchas personas, algunas de las cuales se dejaron incluso la vida. Me pregunto, por cierto, cuántos de los que hoy se esconden bajo un seudónimo para argumentar sus desacuerdos, acudirán a depositar su voto el próximo 22 de mayo.

Sin ánimo de molestar a nadie, con el sincero deseo de que nuestra isla sea siempre el paraíso en el que todos queremos vivir, reciban un abrazo.

 

Archivado en:

Publicidad
Comentarios (0)
Publicidad

Últimas noticias

Publicidad

Lo último en blogs

Publicidad