Más allá de los interesados análisis de los grandes medios de comunicación, de tener que soportar la juventud una campaña de criminalización, en la que se nos "tacha", inclusive, de generación "ni-ni", dando a entender que somos unos vagos y pasotas que ni estudiamos ni trabajamos, cuando la realidad dista bastante de lo que se nos achaca…
Partiendo de la base que me muestro reacio a que se "encasille" a la juventud en una categoría que lleva por bandera tal calificativo, siento, en primer lugar, la necesidad de advertir del peligro de tal "veborrea", pues trasmite una falsa idea y provoca una degradación de nuestra imagen social. Téngase en cuenta que la Encuesta de Población Activa (EPA), durante el pasado mes de marzo, pone de manifiesto que esta terminología no tiene ningún fundamento (sólo un 0,26% del total de la juventud del Estado español sería merecedora de dicho apelativo).
La enorme crisis que padecemos se ha cebado con uno de los sectores sociales con mayores necesidades específicas, la juventud. Los impactos que la crisis económica está teniendo sobre los jóvenes son más que evidentes y muestra de ello es el desempleo juvenil, que ya afecta a más de 900.000 jóvenes, lo que significa que casi el 65% de jóvenes entre 16 y 20 años está en paro.
A su vez, sobra decir que somos el principal objetivo de los salarios de miseria, 600 o 700 euros mensuales, (ya, ni por asomo, aspiramos a ser mileuristas), de la explotación y precariedad que deambula por el mercado laboral. Sufrimos contratos en prácticas o de becarios que se prolongan indefinidamente y nos encontramos ante una perspectiva más que incierta sobre nuestro futuro ya que, dicho sea de paso, los que en el mejor de los casos han podido encontrar un trabajo, tienen que hacer frente a una temporalidad que afecta a más del 45 % de las nuevas contrataciones.
Como consecuencia, se torna más que un sueño imposible poder acceder a una vivienda, emanciparnos y, en consecuencia, desarrollarnos personalmente ante el déficit de expectativas de futuro. Reflejo de lo expuesto es un dato que arroja el estudio anual elaborado por el Observatorio Joven de Vivienda (Objovi), que hace referencia a que un total de 25.552 jóvenes canarios de entre 18 y 34 años ha perdido su emancipación en el último año.
No quisiera concluir este escrito sin señalar que la crisis económica también hace mella en el aspecto académico, donde los constantes recortes hacia nuestro sistema educativo son ya un hábito entre nuestros políticos. Más de 2.000 millones de euros menos destinados a la Educación durante este año por parte de las comunidades autónomas y el Gobierno central de Rodríguez Zapatero no pueden dejarse de sentir en nuestros centros de estudio y universidades, donde la falta de profesores de refuerzo o sustitutos, la masificación de las aulas, la limitación drástica en el número de jóvenes que pueden acceder a la universidad pública, el gran número de no admitidos en Formación Profesional, además del incremento del precio de matrículas universitarias hasta en un 30%, nos hace ya equipararnos más que a un país europeo, a un tercermundista.
No es de ser aventurado el afirmar que, para paliar las deficiencias del sistema educativo, hoy por hoy, se tendría que dedicar el 7% del PIB a la enseñanza pública. No me cansaré de repetir que, si pretendemos algún día poder asemejarnos a nuestros países vecinos de la Unión Europea, habría que destinar, durante dos años y de forma íntegra, 6 mil millones de euros a la inversión en nuevos centros educativos, en el incremento en la cuantía y en el número de beneficiarios de becas, en la mejora de instalaciones e infraestructuras, etc.
Finalmente, es mi intención proclamar que, visto el presente percal, los jóvenes no nos resignamos, expresamos con contundencia nuestro descontento ante la situación que sufrimos, que padecemos. Seguimos y seguiremos recalcando que las autoridades públicas tienen que desarrollar verdaderas políticas activas de juventud. No nos conformamos con ser, cuanto mucho, un mero apartado de un esbozo de programa político previo a unas elecciones. ¡Somos algo más que un voto!
Desde "Alternativa XXI" no nos "encogemos" ante la situación actual. Por lo contrario, seguiremos defendiendo una verdadera alternativa juvenil a las políticas públicas de juventud en nuestra autonomía, Canarias, y , cómo no, en La Palma.
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