Todo era vuelo en mi tierra
cuando el otoño llegaba
vistiendo traje violeta
y sombrero matizado.
Con sus manos invisibles
tejía coronas doradas
sobre el silente horizonte
sobre las islas del alba.
Todo era vuelo en mi tierra
cuando el otoño llegaba
oliendo a lluvia temprana
a hortelana y frutos secos
a vid desnuda en las parras
a pajarillos cantando
con presagio de aguacero.
La luna crecida y blanca
cabalgaba en los senderos
sobre las playas que hilaban
las bonanzas de septiembre.
Otoño violeta y jade
Otoño ¡Cuántos desvelos!…
¡Cuánto horizonte añorado!
¡Cuánto mágico embeleso!
¡Cuántos sueños, cuántas alas
fueron quedando en el alma!
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