Estamos sufriendo los ataques más profundos sobres las conquistas sociales alcanzadas en las últimas décadas. La cadena de contrarreformas que empezó a poner
en juego el gobierno del PSOE está produciendo agravios sobre nuestra sanidad y educación, derechos básicos que han garantizado las condiciones de vida de millones
de personas en nuestro Estado.
Sir irnos muy lejos, en nuestra autonomía, Canarias, ya tenemos casos de cierres de centros sanitarios, reducción de camas, despidos de personal sanitario y de profesores, la partida del PIB a educación va en busca del desmantelamiento del sector, etc.
A nivel nacional, algunos datos escalofriantes nos reflejan la verdadera cara de la crisis económica que nos azota. Sabemos que durante los primeros nueve meses del
presente año la actividad manufacturera ha caído, la venta de coches ha seguido esta tendencia descendente a un 20, 7%, el consumo de cemento ha disminuido un 20% en el tercer trimestre, y cada vez son más los críticos tecnócratas que pronostican que en el año 2012 seguiremos profundizando tasas negativas en nuestro PIB.
Mientras la prioridad absoluta para nuestros gobernantes ha sido el rescate de los bancos, la crisis, como si se tratase de una epidemia, contagia la situación de EREs
en las empresas. Así, observamos que durante los primeros siete meses del presente año se autorizaron 11.478 EREs, afectando a 179.795 personas con un incremento de un 13,6% en relación al año anterior.
De pacto social a colaboración
La indignación social aumenta y lo que ocurre con el Movimiento 15-M y las multitudinarias movilizaciones vividas en diversas Comunidades Autónomas es una
clara evidencia del descontento de la ciudadanía. Frente a esta clara situación, los dirigentes sindicales, rodeados de su cúpula, expresan abiertamente que no existe
fuerza suficiente para convocar en la actualidad una huelga general.
Lamentablemente, su base de delegados, los cuales ya empiezan a revolverse, tienen que percatar como su central sindical no elabora ni una estrategia para enlazar las luchas pues no desean confluir con sectores que ya están movilizados, tienden a separar las reivindicaciones y plantean que las mismas no se pueden ligar al no
existir fuerza suficiente para que trascienda la conquista social. Sin embargo, la ciudadanía y miles de delegados sindicales, que empiezan a romper sus carnet de
afiliación y cuestionan el liderazgo de Toxo y Méndez, buscan otros canales para expresarse como es la llamada a la huelga general desde el 15-M.
Sobran motivos para salir a la calle. La política conciliadora de los sindicatos mayoritarios, de debilidad, solamente ha conseguido más agresión para los
trabajadores. Un ejemplo de ello es el grave problema que posee CC.OO. en su seno, donde más de un 70% de las futuras negociaciones de convenios están sin firmar y
muchos de éstos ya han prescritos. Su política de pactos y consensos no tiene razón de ser. Después de tantos años únicamente han sabido sentarse pero, más que para ganar, ha sido para ceder conquistas sociales; hoy en día no tienen credibilidad ninguna ni para convencer ni para tener una estructura para movilizar a la ciudadanía.
Esperamos que un pequeño cortejo del 15-M conozca que una de sus últimas preocupaciones de Marcelino Camacho fuera que tras él se formaba una generación de dirigentes más propensos a la actividad oficinista que a la sindical. De todo ello se deduce lo siguiente: ¡No hay pan para tanto chorizo! Tenemos que caminar hacia un
nuevo sindicalismo.
Jafet Barreto es presidente de Alternativa XXI
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