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Opinión
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María Victoria Hernández

Los cementerios de La Palma

  • Durante siglos los difuntos fueron enterrados en el interior de las iglesias

Cementerio de Tazacorte esta mañana. Una señora reza por los seres queridos que ya no están. Foto de Luis Miguel Martín.

Cuando la tradición nos hace recordar a los difuntos, el día llamado en La Palma "de finado" por ser realmente la muerte el "fin" de la vida, parece aconsejable recordar las infraestructuras funerarias y el culto a los "finados" en los llamados cementerios o campos santos de la Isla en los que depositamos los cuerpos sin vida de nuestros vecinos y familiares.

Durante siglos en los templos palmeros, y otros lugares, fueron enterrados los difuntos en el interior de las iglesias. Los protocolos notariales y eclesiásticos constan los llamados "derechos de enterramientos", en el suelo de los templos. Diferentes tasas y obligaciones se aplicaban según el espacio ocupado. Algunas iglesias de la Isla conservan criptas de las familias más adineradas y también de notables clerigos que son auténtico patrimonio histórico de La Palma, selladas con valiosas lápidas esculpidas en piedra o marmol. Notable ejemplo lo tenemos en las que se conservan en la parroquia de El Salvador de Santa Cruz de La Palma.

Pasarón los años y a principios del siglo XIX por disposición legal la administración civil obliga, por cuestiones de higiene, salubridad y masificación, el construir cementerios extramuros de las poblaciones.

La disposición política trajo conflicto entre la iglesia y la administración civil. La iglesia reclamaba los derechos económicos adquiridos de la venta de tumbas dentro de los templos. Conocemos ejemplos de personas de clase media que durante toda la vida estuvieron "cotizando" la compra de su tumba en las parroquias. La adquisición de estos derechos eran trasmitidos en calidad de herencia o legado a generaciones posteriores.

Las discrepancias entre iglesia y la administración civil llevó al resultado final de prevalecer los derechos adquiridos por parte de la Iglesia, con el mantenimiento, administración y titularidad a las parroquias de los nuevos cementerios construidos en las afueras de las poblaciones. Hoy persiste este derecho en algunos cementerios de la Isla, los titulados Cementerio Católicos.

A lo largo del siglo XIX La Palma se fue dotando de infraestructuras funerarias en todos los municipios, no falto de continuas reclamaciones de la obligatoriedad de su construcción. Ya en el siglo XX se construyeron otros cementerios en pagos alejados a los cascos capitales de los municipios, en consideración al alejamiento. Ejemplos de ellos los tenemos en el antiguo cementerio de Las Manchas en Los Llanos de Aridane, mancomunado con El Paso.

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, los cambios políticos progresistas contrarios a las estrictas normas eclesiásticas propiciaron la construcción de los llamados Cementerios Civiles, dependientes de los Ayuntamientos. En estos espacios reciben sepultura los no católicos y entre ellos librepensadores, niños sin bautizar, suicidas, diferentes confesiones religiosas y otros, determinados por criterios de los párrocos.

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