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Opinión
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Ginés de Haro

"¡Oh no, Internet!"

  • Se acabó el chollo de los clásicos

La información es poder", suele oírse. Quizás por eso mismo, la información era territorio de unos pocos. Notará el lector que hablamos en pasado.

Cuando llegó Internet, se acabó el chollo de los clásicos. Tiemblen periodistas, opinadores, políticos, anunciantes y formadores de la opinión pública en general.
Imposible controlar el tsunami informativo cuando cualquiera puede publicar un blog, crear, comentar e ilustrar noticias desde un teléfono móvil.

La posibilidad de intervenir que da este diario a los lectores es un ejemplo de los nuevos tiempos. Se abren las puertas y el columnista se expone a que le digan que es un pelmazo, que no tiene ni idea de sintaxis o que se queda corto en la leña. Cuando se abre el diario digital a los lectores, se le bajan los humos, si los hubiera, al
que emborrona la columna sudando para no superar 400 palabras con algo de fundamento (esta columna tiene hoy 412 palabras, así que esta semana, suspendidísimo).

Con nuestra opinión, estimados columnistas, algunos envuelven bocatas de jamón y luego se limpian el trasero (por ese orden, que al contrario sería cochinada).

¿Inconvenientes de la revolución digital? Más bien zonas oscuras: el escaso rigor de algunas informaciones que son sólo bulos o el insulto desde el anonimato (los
insultadores, no se sabe por qué, suelen escribir todo en mayúsculas, como el que chilla cuando habla con la prima de Venezuela).

Internet también le toca las narices al que manda, acostumbrado a la lisonja y la palmadita mediática, sobre todo en una tierra en la que el señor alcalde del pueblo
se muere por conocer qué vota cada parroquiano, si rojo o azul o es uno de esos peligrosos individuos que van por libre. Al que manda, acostumbrado a ser la novia en la boda, el niño en el bautizo y el muerto en el entierro, le fastidia que nadie le haya invitado a la fiesta de internet.

Ese espacio virtual donde ciudadanos virtuales convocan manifestaciones reales, donde hay incómodas denuncias que dan pistas de que algo se cuece en no se qué
terrenos, o donde se difunde otra visión del mundo platanero. Intentan inútilmente domesticar la información con ruedas de prensa sin preguntas y notas del gabinete de prensa. Pero amigos, esto no hay quien lo pare. Sólo falta que los medios digitales consigan convertir a miles de lectores en proyectos económicamente viables. El que
lo consiga preservará más puestos de trabajo que los mil y un planes de empleo oficial.

 

 

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