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Opinión
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Carmen Acosta, alcaldesa de Tazacorte

Carta a un pescador

  • Es un buen momento para reivindicar la vida y sacrificio de Benigno

El pasado día uno de enero nos abandonó Benigno con 98 años de edad. Muy a mi pesar y por motivos de salud no pude acompañar a su familia en el entierro. Benigno, un pescador de los de antes, de los que aprendieron en la mar, de los que curtió el salitre, de los que siendo niños veían llegar al viejo muelle los barcos cargados de pescado, eran otros tiempos.

Unos tiempos en los que no existían los teléfonos móviles, ni los GPS ni la navegación por satélite. La Mar, con mayúscula, era un reto al que enfrentarse, las estrellas, las marcas y los riscos de los acantilados eran la guía y ayuda para encontrar los caladeros, en algunos casos donde encontrar el pescado con el que alimentar a su familia y, en otros, cuando oscurecía, le marcaban el camino a casa.

Soy muy joven para hablar de un señor como Benigno, pero no para hablar de los marineros, pues mi abuelo lo fue. Es un buen momento para reivindicar la vida y sacrificio de Benigno y por ende de los pescadores, una vida llena de muchas penurias y constancia, y, porque no, de enseñanzas y aprendizaje.

Estamos viviendo un tiempo en el que los valores de los trabajadores como Benigno se han olvidado, se ha cambiado el sacrificio por la comodidad, la constancia por la desgana y el tesón por la recompensa rápida y efímera; no hemos sabido apreciar lo que La Mar o la vida nos ha ofrecido y durante tanto tiempo hemos desdeñado y ahora nos pasa factura.

Hemos de volver a retomar con fuerza los valores de nuestros pescadores, representado hoy en la figura de Benigno, valores basados en la valentía, sacrificio, iniciativa y trabajo. Estos principios harán que nuestro hermoso pueblo vuelve a ser un referente a seguir y con el que poder sacar adelante a nuestras familias en estos tiempos tan difíciles.

Gracias, Benigno, por hacernos recordar los valores con los que viviste, con los que, tanto yo como muchos bagañetes y bagañetas, crecimos, inculcados por abuelos pescadores, jornaleros y jornaleras, y madres. Algunas subían el time a vender los frutos del trabajo, otras trabajaban en los almacenes y otras muchas quedaban en casa al cuidado de los hijos. Estos principios nunca debieron ser olvidados. Gracias, estés dónde estés.

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