Guadalupe González Taño, presidenta del Cabildo.
Celebramos hoy el Día Mundial del Medio Ambiente, fecha que para La Palma adquiere un cariz especial. Nuestra Isla es Reserva Mundial de la Biosfera, y el caballo de batalla de la sociedad palmera a lo largo de su historia ha sido el poder conciliar la conservación de la diversidad biológica, promover un desarrollo económico y social sostenible y mantener las tradiciones y los valores culturales.
La adaptación social y económica de la comunidad insular a su territorio, a lo largo de varios siglos, ha ejemplarizado extraordinariamente la simbiosis hombre-naturaleza, configurando a La Palma en un espacio natural y humano, en la que sus singularidades de amor a su tierra y buen hacer de los palmeros, han sido características fundamentales.
Son décadas en las que el pueblo palmero camina por la singladura de la sostenibilidad bajo el paraguas de la UNESCO, cuestión por la que no debemos pasar de puntillas, sino que debe provocar en nosotros un sentimiento de orgullo por ser un territorio privilegiado y reconocido internacionalmente, pero también debe servir de acicate para no caer en los errores de otros territorios y mantener este status al que nos ha costado tanto llegar.
Sabemos que nada se logra sin mucho esfuerzo, sin mucho aprendizaje, sin mucha experiencia. Ahora bien, queremos dejar constancia del compromiso de trabajo continuo, asumiendo como principios básicos la implementación de recursos destinados a la conjugación entre conservación y desarrollo, intentando contribuir a la revalorización de las tradiciones y los usos locales y a que la población se beneficie de las mejoras que surjan como resultado de las investigaciones realizadas siempre dentro del respeto a estas tradiciones y a la biodiversidad.
No puedo dejar de valorar el esfuerzo de un grupo de instituciones, entre ellas el Cabildo de La Palma, que estamos poniendo todo nuestro empeño en difundir la importancia que los cielos nocturnos limpios tienen para nuestra Isla. Este es un valor patrimonial en peligro, importante para la difusión medioambiental, para la ciencia, la educación, la cultura, el turismo, y evidentemente, como factor de calidad de vida.
Nuestros cielos nos ofrecen infinitas posibilidades, y no sólo paisajísticas. Entre ellas su inestimable potencial para el desarrollo de productos específicos de turismo de conocimiento o turismo científico. En ocasiones, el cielo estrellado forma parte de la esencia misma de la motivación turística, cuando la curiosidad impulsa a los viajeros a contemplar las auroras, a navegar guiados por las estrellas, a contemplar el universo desde paisajes inalterados, o a disfrutar del legado cultural siguiendo las antiguas rutas de peregrinación.
Disfrutar de un cielo estrellado tiene mucho que ver con nuestro concepto de cómo usar racionalmente la energía, no sólo en materia de gestión inteligente de la iluminación, sino también en aspectos relativos a las decisiones sobre el transporte o la opción de las energías renovables que afectan directamente a la calidad de la atmósfera.
Sin duda, nuestro cielo nos permite ser referente mundial en los descubrimientos científicos relacionados con la astronomía, que han influido no sólo en el modo en que nos desvelan los misterios del universo, sino también en la tecnología, las matemáticas, la física y el desarrollo social en general.
Debemos trabajar, unir esfuerzos para que el derecho al cielo nocturno limpio sea equiparable al resto de los derechos medioambientales, entendiendo además que se trata de la conservación de un recurso que incide en multitud de aspectos culturales y sociales.
(*) presidenta del Cabildo de La Palma
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Unoqueyaemigro
Señora Guadalupe Fernández Taño, los últimos cinco párrafos le han quedado a usted muy bien.
Creo que harán bien tanto en proteger el cielo como en darle valor turístico.
Sobre los primeros párrafos no iba a comentar nada porque reconozco que me ha gustado menos y prefiero quedarme en lo positivo, pero déjeme que haga solamente un apunte: por una singladura no se camina porque no es ningún sendero, sino la distancia que recorre un barco entre un mediodía y el siguiente. Puestos a hacer metáforas tan floridas intentemos hacerlas bien. Piense que esto lo leen personas jóvenes que se están formando y la pueden querer imitar.
Ya que no nos gobiernan bien, al menos no nos castiguen con estas frases huecas, ni nos maltraten el lenguaje.
Vaya, al final sí que he comentado. Disculpe, no lo he podido evitar.
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