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Opinión
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Eduardo Cabrera

Con fianza

  • Aún no se han planteado que sea el Congreso el que necesite un ERE urgente

El mundo pide confianza. Los presidentes de Gobierno, unos y otros, piden confianza. Piden confianza los banqueros, que primero pedían solo la fianza. Piden confianza los jueces, los empresarios, los organismos internacionales…sin embargo, si en verdad se quiere encontrar hoy confianza se ha de buscar en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.

Este define la confianza en su primera acepción como "esperanza firme que se tiene en alguien o algo".  Esperanza, sí, es lo único que nos queda. Ya en su quinta acepción se refiere a la "familiaridad" en el trato entre dos o más personas. Aporta el diccionario hasta siete acepciones pero, hoy difiere el significado de un término del que en realidad se quiere expresar. Y cuando escuchamos que nos piden "confianza", políticos y banqueros, empresarios sin escrúpulos, jueces no justos, lo que nos quieren decir es espera, calla, claudica, créetelo hoy que mañana ya veremos. Como una estrategia de última hora, en un ejercicio de soberbia sin límites.

Porque piden confianza después de recortar derechos a otros. Recortan en Sanidad pero mantienen su seguro médico privado. Permiten Expedientes de Regulación de Empleo (ERE"s) en empresas con beneficios y aún no se han planteado la posibilidad de que sea el Congreso el que necesita un ERE urgente. Hoy, mañana, pasado mañana, la semana que viene…cada día pierde su empleo alguien que cumple y que lo ha hecho siempre.  Sin embargo, las Cámaras y los Organismos Públicos están infectados de cargos como premios a nefastas gestiones. Porque nadie rinde cuentas, a nadie se piden explicaciones, nadie asume responsabilidades cuando fracasa la gestión, cuando se ha derrochado el dinero público a espuertas. En muchos casos los mismos que en su día se escudaron en esas responsabilidades para justificar las prebendas de las que hoy siguen disfrutando. Desequilibrio.

Se nos prometió generar confianza en los mercados con solo un cambio de Gobierno. Huelga describir el resultado. Se nos prometió que no se tocaría ni Educación ni Sanidad…donde dije digo…y luego nos quisieron convencer de que tomando un café con el empresario podríamos obtener unas condiciones laborales dignas o justas. (Escribiría que la carcajada surge sola pero pocas cosas provocan ya la risa).

Hay que rescatar a la banca, no queda más remedio, pero ¿qué sueldos mantienen sus altos directivos? ¿Es acaso el rescate (o como lo quieran llamar) un premio a la estupenda gestión que han hecho? ¿Qué se esconde detrás de ese silencio pactado entre unos y otros para no investigar determinados asuntos?

"Bankia financió 344 millones de euros al 0% de interés a la empresa de un consejero" (20minutos.es miércoles 13 de junio de 2012). ¿Dónde está el crédito que se suponía iba a fluir tras la primera ayuda a los bancos?

Y para colmo, el Tribunal Supremo decide no investigar a Dívar. ¿Lo harían con cualquiera de nosotros, ciudadanos anónimos? ¿Y de dónde nos vamos a inventar la confianza para poder ofrecerla? Quien calla otorga. Si los políticos hace tiempo que preocupan más que el terrorismo, si cada día se empeña alguien en negar la evidencia llamándonos imbéciles y haciéndonos creer que no estamos capacitados para comprender nada. Si no creemos en los Gobiernos ni creemos en la Justicia,  ¿qué nos queda?

Y ante este panorama el Papa Benedico XVI resuelve el problema asegurando que la solución para la crisis es "rezar". Precisamente el Vaticano, que en asuntos terrenales es más caudaloso que muchos especuladores pero en cuestiones de fe su crisis parce superar a la de la banca. El propio Benedicto XVI alertó durante una misa multitudinaria celebrada en Munich (Alemania) sobre "la tendencia de las sociedades modernas a permitir que la fe en la ciencia y la tecnología les impida escuchar el mensaje de Dios" (aciprensa.com el 10 de septiembre de 2006). No en vano hace poco asistimos a una campaña en medios de comunicación en la que la Iglesia ofrecía "un sueldo para toda la vida", y otras  condiciones difíciles de encontrar hoy en el mercado laboral, como atractivos para la ordenación sacerdotal. También la Iglesia pide confianza.

Pero ¿rezar para acabar con la crisis?  Sin ánimo de ofender, ni el santo Job esperaría tanto porque las oraciones no matan el hambre ni calman los llantos, no pagan créditos ni saldan hipotecas. Pregunten al más fiel de los religiosos en paro, propónganlo a quien no falta a misa tras agotar la prestación por desempleo. Seamos sensatos, los milagros no existen y si está por venir un Salvador solo tendrá que ser honesto para meterse en el bolsillo un mundo enfermo de avaricia y corrupción donde el mal ajeno cuesta un precio. Y se paga por causarlo simplemente porque es rentable. Porque la miseria de unos aumenta la riqueza de otros. La de muchos cuya esperanza de vida no supera los 15 años y a quienes no les queda tiempo para gastar las riquezas que han amasado. Pero quieren aún más y están dispuestos a conseguirlo a toda costa.

Piden confianza, sí, pero pidamos nosotros una fianza porque la confianza ya no puede ser gratuita. Una muestra de buena voluntad en la medida del sacrificio al que nos han condenado. Y no tengo imaginación para sugerirla.

Eduaro Cabrera es periodista de la Cadena SER.

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