Los héroes anónimos de Fuencaliente y otras cosas

Tiempo habrá para discutir y analizar las causas y efectos  del último incendio de Fuencaliente y Mazo, aunque la verdad sea dicha que me muerdo la lengua por no soltar unas cuantas cosas que tengo guardadas pero creo que ya llegará el momento de decirlas.

Quiero hablar de lo héroes anónimos de Fuencaliente, los vecinos que se quedaron en sus casas para defenderlas de las llamas y en la mayoría de los casos consiguieron salvarlas; aquellos que no estaban en ellas, fueron desalojados bajo amenazas, o no los dejaron entrar, una buena parte de ellas fueron pasto de las llamas.

Señores de las fuerzas de seguridad, nosotros destacamos vuestro trabajo y vuestra ayuda, así como la de innumerables personas, pero no hay derecho a que se le impida el paso a tantos fuencalenteros que estaban fuera y venían a defender sus pertenencias y a otros se los obligara a salir dejando sus casa a merced del fuego. No hay derecho a que ustedes durante toda la mañana del  fatídico día, cuando el monte ya había ardido, mantuviesen  el pueblo bloqueado impidiendo el libre movimiento, al menos de las personas con cierta movilidad, Los fuencalenteros estamos muy curtidos en esto del fuego, sabemos como hay que atacarlo y el momento en el que tenemos que huir si fuera necesario.

Nosotros creemos que dentro de un casco urbano no hay que salir corriendo y dejar las viviendas, con todo lo que eso conlleva,  pues esos que nos echan, para nada nos garantizan que las van a salvar, Además, ¿ellos en nuestro lugar, abandonarían sus casas? Quiero contar un caso puntual para que los lectores conozcan la magnitud de la tragedia: un vecino del barrio de El Charco tuvo que subir caminando a pie desde Las Indias hasta su casa (seis kilómetros) porque sabía que en coche por el pueblo no lo dejaban pasar,  y ese señor perdió su taller de carpintería y su casa, además de la de su madre y la de su hermana

Muchos dicen en Fuencaliente, al menos en el barrio de Los Canarios, que fue mejor que el fuego llegara con tanta rapidez (menos de quince minutos desde  Montes de Luna a Los Canarios) ; pues así no les dio tiempo a las fuerzas del orden  de dejar el pueblo vacío, quedándose muchos jóvenes y hombres e incluso bastantes mujeres. Pero hicieron falta bastantes más, para salvar también los animales, los pajeros o las bodegas.

Quisiera contarles lo sucedido en la calle Emilio Quintana, en el centro de Los Canarios, donde hay siete viviendas con cinco pinos junto a las casas y solamente nos quedamos cuatro personas. Manguera en mano toda la noche y buena parte del día siguiente conseguimos apagar centenares de conatos e impedir que los pinos ardieran y abrasaran nuestras viviendas, porque la gente profana debe saber que los fuegos cuando mejor se apagan es  el momento inicial.  Fue una lucha sin cuartel pero vencimos al fuego, lo mismo que hicieron otros muchos como los que apagaron las llamas del local del Grupo Echentive evitando que se quemara su valioso patrimonio y las dependencias del ayuntamiento.

Y además quiero decir que, al menos por nuestra calle, en las casi doce horas que pasamos luchando contra el fuego,  no pasó ni un alma por allí a ver si necesitábamos algo. Pero bueno, esto se puede entender, pues no hay bomberos en Canarias para tanto fuego; de ahí la necesidad de las personas.

Hay que recordar que el fuego devoró casas, pajeros y bodegas durante todo el día siguiente al incendio e incluso durante la nuche del sábado al domingo y eso, en la mayoría de los casos, se podía haber evitado si sus propietarios hubieran estado en el pueblo.

Gracias al Ayuntamiento por tener cubiertas las necesidades de agua, pues esta no faltó a pesar de las grandes pérdidas que había en la red a consecuencia del incendio. Eso fue providencial y determinante para que se salvaran tantas casas.

Gracias por tanta solidaridad y ánimo para aquellos que tanto están sufriendo. Porque, queridos amigos, esto fue muy fuerte.