No se trata de una despedida sino que, muy al contrario, estas letras demuestran un recuerdo que no se rompe con la muerte
Tengo que decirles que es de especial satisfacción para mí y honor haber conocido a Álvaro Castañeda, paisano nacido en El Paso, hombre del mundo del deporte y sobre todo del fútbol.
Compañero entre compañeros, amigo entre los amigos. Álvaro dio muestras de su innegable profesionalidad a lo largo de una vida dedicada al deporte.
Yo conocí a Álvaro Castañeda por los años 1964-65, cuando el Club Deportivo Victoria de Tazacorte jugó con el Toscal C.F., la fase para ascender de categoría, estando yo cubriendo las informaciones deportivas en el Diario de Avisos, que se editaba en la capital palmera.
Quiero tener un recuerdo para él, que me animó a que siguiera escribiendo las crónicas de fútbol en mi pueblo, Tazacorte, donde encontré su consejo y lo recuerdo siempre.
Estoy seguro que el Señor va a recibir a Álvaro con los brazos abiertos. Él va a realizar lo que todo periodista sueña: el buen trabajo.
Como consecuencia de su muerte, le hago este magnífico y merecido tributo a un compañero fallecido. No se trata de una despedida sino que, muy al contrario, estas letras demuestran un recuerdo que no se rompe con la muerte. Ahora le digo estas palabras, pues noto que está en mi mente. Te recordaré siempre como maestro y consejero.
ESCRIBE: Miguel Pérez.
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Siento la muerte de Álvaro Castañeda, compañeros que fuimos en la redacción del periódico El Día al final de los años 60 y hasta 1971. Un hombre cordial, una pérdida. Enhorabuena a Miguel Pérez por su pluma siempre dispuesta.
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