Mary Nieves Hernández, una palmera que vive en Venezuela. Archivo.
Qué dicha
volver a ver tu rostro una vez más.
En los hilos celestes tu sonrisa,
imaginario rosal que el aire tiñe.
Atardeceres dorados, atardeceres azules…
Con sus pétalos, las violetas
adornan tu cabellera,
crepúsculo matizado
donde los ojos del amor
hilvanan caminos, tejen sueños.
Qué dicha
volver a sentir
el embrujo de tus palabras en mi boca,
el canto nocturno
mezcla de lluvia y estrellas,
la paz de tu tibieza
el aroma de los frutos
en las riberas de la aurora.
Resplandor de plumas amarillas
tiñendo las pestañas.
Rojos estambres se deshilachan
en las orillas del cielo
trenzando corazones
al ritmo amanecido de tus colores.
Mientras, con tu amatista y tu turquesa
asidos al relámpago de tu vestidura
vamos trenzando nuevas ilusiones,
imaginando caminos,
marcándole el compás
al canto de las desilusiones,
volando alto, muy alto.
Mirando lejos, muy lejos,
más allá de tus encantos
más allá de tus mágicos colores.
Y… ¡Gracias Otoño!
por mostrarnos tu rostro
una vez más.
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Marynieves
Qué dicha
volver a recibir
sus valiosos comentarios.
Qué dicha, sentir
que no sólo el otoño
me acompaña en su ritmo de colores,
en esta dulce gratitud
por tantas cosas hermosas
que la vida nos ofrece.
Reciba mi afectuoso saludo
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PedroLuis
Qué dicha
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el embrujo de sus palabras
trenzando corazones
en el tibio crepúsculo otoñal.
Afectuosos saludos.
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