Plataforma de basalto con cazoletas.
Petroglifo rematado con una cazoleta triangular.
Presentamos uno de los descubrimientos más importantes y trascendentes de la Historia Antigua de Canarias en los últimos años. Algo insólito, completamente nuevo a una escala extraordinaria: un pequeño fragmento de colada lávica -plancha basáltica horizontal de unos 18 m2– estructurada en tres escalones o desniveles que reúne casi dos centenares de microcazoletas. Sorprendentemente, de una forma muy original, sobre un espacio tan reducido se concretan, de forma simbólica, las claves del pensamiento cosmogónico awara, sólo comparable al complejo cultual del Llano de Las Lajitas, en las cumbres de Garafía.
La aparición de cazoletas o insculturas talladas en afloramientos naturales de piedra o en grandes monolitos, asociadas a yacimientos arqueológicos, alcanzaron una gran difusión por casi todos los continentes, abriendo un abanico cronológico que abarca desde el Musteriense hasta el siglo XV en el caso del Archipiélago Canario. Aquí, la presencia de canales y cazoletas está documentada en todas las islas, desde las costas hasta las cumbres.
Es un verdadero milagro que este espacio se haya conservado entre tanta antropización histórica. Todo el territorio circundante se encuentra abancalado con explotaciones plataneras, pistas, estanques, viviendas… Tan sólo en la parte superior, en la ladera de una montaña cercana se localizan varios conjuntos de cazoletas y dos cuevas artificiales excavadas en la tosca, reutilizadas históricamente con abundantes huellas de presencia indígena. Este es otro lugar que merece un mejor estudio.
Las cazoletas de Las Tierras fueron descubiertas, de manera casual, el 5 de agosto de 2017, plasmando un primer avance en la Revista Iruene nº 8 (2016) y desde entonces no cesamos en el empeño de poder desvelar algún día sus valiosos secretos. Ha llegado el momento de poder hacerlo.
Quedamos muy sorprendidos al advertir el elevado número de pequeñas cazoletas, algunas casi microscópicas, sin parangón en toda Canarias, dispersas por la superficie de la roca tanto de manera aislada como formando grupos. No existen canales artificiales, pero si un buen número de grietas naturales que fueron aprovechadas para labrar cazoletas en medio y utilizarlas como carriles para que transitara el líquido utilizado en los rituales.
Existen varios trozos de rocas con cazoletas desprendidas del panel, algunos formando parte de muros adyacentes y, por otro lado, encontramos una cavidad de unos 5 o 6 m2 que se sitúa justo debajo del conjunto de cazoletas. Lógicamente sirvió de refugio de los observadores del cielo.
Desde el primer momento nos vino a la mente que esa disposición de las cazoletas era un modelo icónico, un arquetipo o espejo simbólico de los astros del cielo. Uno puede imaginar y pensar que el mundo superior pudiera reflejarse de alguna manera sobre el suelo. En Gran Canaria existen “cuevas de las estrellas” con innumerables puntos pintados en las paredes laterales y techos que nadie duda de lo que representan.
Muy pronto comprendimos la complejidad interpretativa del lugar. Si tenemos en cuenta que aquellos seres humanos no podían sostenerse en el universo sin creer en algo que oriente su existencia y defina su destino, este es uno de los lugares predestinados que revelan su eternidad y presente eterno, una auténtica ventana abierta al pasado, un axis mundi e imago mundi (centro e imagen del mundo) que nos desafía a esforzarnos para revelar sus enmascaradas claves. Lugares como este nos permiten re-describir la Historia Antigua de Canarias. Gracias al rebaje artificial en forma de punta que presentan los diferentes salientes, pudimos comprender al menos una parte del sentido antiguo sobre diferentes alineaciones astronómicas que estructuran o cuadriculan el cosmos. De este modo, nos viene a confirma la importancia vital de orientar este tipo de lugares sagrados hacia los astros, símbolos de la divinidad.
Por ello, era necesario realizar un seguimiento, basándonos en nuestra experiencia en el campo, de los principales acontecimientos astronómicos que los awara ritualizaron y prolongar las direcciones que proyectan las diferentes puntas con cazoletas que rematan el panel. Estos apéndices fueron manipulados, pulidos en ambos lados para dirigirlos intencionadamente hacia los lugares predeterminados por las posiciones de los astros (el Sol, la Luna, tres estrellas y una constelación), especialmente en sus ortos. Tan sólo encontramos una disposición hacia el ocaso del solsticio de invierno sobre la montaña. Las extremidades transformadas no se distribuyen de la manera que están porque sí, sino que cada una de ellas están colocadas siguiendo un patrón y disposición preestablecida en simultaneidad con la perspectiva de determinados astros, pues su vida estaba condicionada por los ciclos naturales del cosmos, el orden y la armonía. Perforar la piedra para construir o fabricar cazoletas tiene como modelo ejemplar una vez más la cosmología. A estas alturas de la investigación ya no nos sorprende el conocimiento que tenían nuestros antepasados en materia astronómica.
En sucesivas visitas íbamos comprobando in situ como la posición de los vértices labrados en punta de flecha se orientaban, con gran exactitud, hacia las posiciones que ocupan tanto el Sol del verano como del invierno (solsticios) y los intermedios (equinoccios), así como la disposición de la Luna llena del invierno (lunasticio) en su extremo menor Norte que determina el ciclo lunar de 18,6 años. Realmente se trata de un vínculo que se renueva continua y periódicamente en ciclos cortos y largos.
El sentido de lo sagrado se vuelve a recoger en otra marca establecida simultánea con la destacada montaña de La Centinela, lugar por donde surge la adorada madre de todas las estrellas, uno de los principales pilares de su cosmovisión: Canopo.
No terminan aquí los enigmas, existe otro pico rebajado con cazoletas que apuntan hacia el lugar por donde surgía la constelación de Casiopea hace más de 2.000 años, al alba del 2 de febrero, el mismo día del orto helíaco de Canopo. Todo un oxímoron cósmico, una sincronía de contrarios de gran transcendencia divina. Asimismo, se refrenda una orientación habitual en el Norte de la isla de La Palma, en varias estaciones de grabados rupestres, que es la alineación de las estrellas Kochab y Polar durante el crepúsculo del 21 de junio coincidiendo con el solsticio de verano.
Finalmente, contamos con la presencia de un pequeño grabado rupestre lineal muy original en su forma al contener unas 12 estrías elaboradas con técnica mixta de picado y rayado, que culminan en punta de flecha con una cazoleta triangular (el único caso que conocemos) en su vértice superior que apunta hacia el lugar por donde surge el Sol en el solsticio de invierno, momento en que el Sol llega hasta la misma base del Pico Teide (isla de Tenerife).
Espacio sagrado y tiempo sagrado constituyen los dos pilares fundamentales que orientan la vida de los antiguos. El acto de orientar unifica el espacio con el tiempo, la tierra con el cielo, los humanos con los dioses. Ahora el espacio tiene sentido, los humanos pueden penetrar en la espiritualidad, vivir en ella y contactar con las fuerzas divinas. El tiempo satisface el calendario sagrado y el espacio origina una geografía sagrada. Todas estas orientaciones se pueden apreciar en conjunto desde un solo punto del centro del panel que está libre de cazoletas. En esta plataforma ritual los awara plasmaron su orden cósmico, obrando el milagro de volver al principio, de ser de nuevo, renovar el mundo y vivir periódicamente en un tiempo sagrado.
Para no incomodar al lector en descripciones farragosas procedemos a una breve relación de cada una de las alineaciones que establecen los diferentes ápices que fueron perfilados en la plataforma de Las Tierras.
1. Casiopea. Encontramos una punta con cuatro cazoletas que se direcciona hacia el lugar por donde surgía la constelación de Casiopea |
2. El solsticio de verano. Está señalizado con otro vértice perfilado en uno de sus lados, dispuesto con tres cazoletas alineadas. |
3. Lunasticio de Invierno menor Norte. Casi pegado encontramos otro rebaje más pequeño con seis cazoletas que se orienta, con enorme precisión, con la posición extrema de la Luna llena del invierno (lunasticio) en su Parada menor Norte. |
4. Equinoccios. Muy cerca encontramos la punta de flecha, con cuatro cazoletas, que se dirige hacia la posición del Sol durante los equinoccios. |
5. Solsticio de invierno. Existe otro remate que apunta hacia el lugar por donde sale el Sol en el momento en que llega y toca la base del Pico Teide |
6. Canopo. En la grada superior apreciamos el pico de mayores dimensiones, con unas 6 o 7 cazoletas que apunta hacia la montaña de La Centinela, lugar por donde se produce el orto helíaco de la estrella Canopo. |
7. Kochab y Polar. En este mismo escalón superior existe una huella cromática donde desapareció una punta que señalaba el lugar donde se alineaban Kochab y Polar durante el crepúsculo coincidente temporalmente con el solsticio de verano.
|
8. Solsticio de invierno. Esta última marca corresponde al lugar por donde se oculta el Sol durante el solsticio de invierno.
|
En definitiva, el área demarcada y ordenada de Las Tierras nos introduce en otra realidad impregnada de sacralidad que sólo puede ser descifrada simbólicamente. Los awara, al igual que el resto de los pueblos de la antigüedad, no tenían el poder de gobernar los fenómenos que ocurrían en la naturaleza; sin embargo, creían que ordenando el espacio podían controlar el tiempo. Desarrollaron un sentido de la orientación extraordinario y antropizaron el espacio en aquellos lugares significativos que preparaban para sustentar una conexión directa entre los humanos en la naturaleza y los espíritus de los cuerpos celestes. Perpetuaron una subordinación trascendente a la voluntad de los seres superiores, reactualizada constantemente mediante el rito para invocar la protección divina. Estos ritos eran necesarios para mantener el equilibrio del universo. La geografía terrestre se orientaba en función de la geografía celeste.
Este trabajo no está cerrado, al contrario, futuras investigaciones ayudarán a conocer mejor aún la cosmovisión de los antiguos habitantes de estas Islas. Todavía queda la limpieza del lugar y dedicar más tiempo, entre otras cosas, a dos apéndices de los que tenemos alguna duda. El camino está abierto.
Autores: Lucas Rodríguez Vassou (investigador) y Miguel A. Martín González (Historiador, profesor, fundador y director de la Revista Iruene).
Archivado en:
Más información
Últimas noticias
Lo último en blogs