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La violencia en el fútbol palmero tiene premio

Las jugadoras del Ventacayce golpearon a una de las componentes del equipo al que se enfrentaban, el Onice. Como consecuencia de esta agresión, la joven del Onice tuvo que acudir a urgencias

En el fútbol, como en la mayoría de deportes, la competitividad siempre ha predominado. La rivalidad existente entre equipos no es nada nuevo y, al igual que en el resto de sitios en los que se practica este deporte, en La Palma no estamos al margen de ella cada vez que salimos al campo. Desde los distintos clubs de fútbol palmeros continuamente se está hablando de tolerancia, de respeto y de juego limpio, valores que se intentan promover en la Isla y que se supone que deben caracterizar a todo deportista. Aunque la realidad, a veces, resulta ser muy distinta.

El pasado 21 de enero se celebró en Tazacorte el I Torneo San Borondón de fútbol sala en el que participaron equipos de las categorías sénior femenino, masculino y juvenil masculino. Sin embargo, los valores con los que se espera que actúen los equipos participantes no se vieron en uno de los partidos disputados. Las jugadoras del Ventacayce golpearon a una de las componentes del equipo al que se enfrentaban, el Onice. Como consecuencia de esta agresión, la joven del Onice tuvo que acudir a urgencias.

La competitividad se tradujo en violencia, pero a pesar de ello, el resultado de esta acción fue un trofeo para las agresoras. El Ventacayce se llevó una victoria a casa. El entrenador, Víctor Martín, no ha pedido ni siquiera disculpas por el comportamiento de sus jugadoras. La árbitra responsable del encuentro, Nieves Rosa Miranda, no hizo nada al respecto. El organismo responsable de este deporte en la Isla no ha penalizado esta conducta. ¿Acaso se premia la violencia? Habría que preguntarse si aquellos que dirigen el fútbol en la Isla están capacitados para afrontar este tipo de actuaciones, porque hechos como este requieren de medidas que, hasta ahora, no se han tomado.

No es necesario ser una experta en fútbol sala para saber que el equipo debe recibir una sanción; basta con documentarse un poco. En los artículos 6 y 7 del Capítulo II del Reglamento Disciplinario de la Federación Tinerfeña de Fútbol se explican claramente las acciones que deben tomarse ante situaciones de este tipo. En uno de sus apartados se especifica que las jugadoras “serán sancionadas con suspensión” de varios partidos cuando agredan a otra jugadora. Igualmente, la árbitra cometió una falta que ha de ser sancionada con “amonestación o suspensión de una a tres jornadas” al haber tomado “una actitud pasiva o negligente ante conductas antideportivas de las componentes de los equipos participantes”.

Algo estamos haciendo mal si creemos que con el silencio solucionamos los problemas. Omitiendo lo sucedido lo único que hacemos es favorecer que esta clase de comportamientos sigan teniendo lugar. Ignorando hechos como este estamos legitimando el uso de la violencia. ¿Ahora el jugador que falla un gol debe disculparse y el que golpea es recompensado con un trofeo? ¿Es este el tipo de deporte que queremos promover? ¿Los actos violentos tienen recompensa? ¿O es que el dinero y la imagen son más importantes que las personas?

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