El Edelman Trust Barometer publica el indicador de confianza de los países en la economía y en sus instituciones de gobierno, empresariales, medios de comunicación y ONG. El indicador, entre otros aspectos, trata de anticipar la sensibilidad al malestar popular y prevenir vulnerabilidades en el modelo democrático para evitar disrupciones de otros países. Es decir, que otra potencia no aproveche el malestar por integración territorial, inmigración, crisis económica y, en consecuencia, polarice el debate, la confrontación interna y la debilidad del país.
Este indicador se verá afectado por las 3 crisis actuales. La crisis mundial sanitaria del coronavirus está generando otras crisis, la económica y la social. Lo primero es salvar las vidas humanas y, en segunda instancia, dar calidad de vida a nuestros ancestros sin que, cuando esto amaine, tengan que vivir encerrados en sus hogares por miedo a ser contagiados o a tocar a sus nietos. Lo segundo es lo que genera a nivel económico, desempleo (CEPYME calcula en 2 millones de desempleos por los ERTE), crisis de demanda, hundimiento de la bolsa y de los activos financieros, reducción de los factores productivos: crisis de oferta y en sectores muy nuestros como el turismo, sea una crisis en forma de “V”, de “U” o de “L”, un drástico descenso del turismo extranjero, de cierre de fronteras, de reducción de exportaciones e importaciones, de fin de la libertad de movimiento de personas y de retroceso en la tendencia a la globalización frente a cierta vuelta a la autarquía. Un nuevo reparto de cartas a las potencias mundiales donde China, país industrial, productor y con fuerza presencia en las materias primas de África, sale fortalecida frente a Europa. Hoy los periódicos transalpinos comparan la crisis italiana como su peor crisis desde 1945. No se está comparando con la crisis financiera (cuyas causas fueron diferentes), ni con la crisis del 11S, crisis ésta sí en forma de “V” coyuntural. Se está comparando nada menos que con la crisis producida por la 2ª Guerra Mundial.
Pero existe un tercer componente que es el social. El malestar de la ciudadanía producido por los sacrificios que sufren. El malestar es un mal compañero de viaje, lleva a tomar malas decisiones, a seguir falsos y peligrosos mitos. Como los que se generaron en Europa como consecuencia de la 1ª Guerra Mundial y nos empujaron a una 2ª.
Ante ello España pide con razón y fundamento a la U. E. un nuevo Plan Marshall, un plan ambicioso cuyo nombre real era European Recovery Program (ERP) que fue necesario para reconstruir Europa, pide acciones coordinadas porque estamos en una guerra ante un enemigo invisible pero letal, solicita que el Mecanismo de Estabilidad (MEDE) pueda emitir bonos del coronavirus, con el aval no individual de un país sino de la Unión Europea, así como que se cree un fondo europeo de desempleo donde el Banco Europeo de Inversiones aporte fondos que ayude a las familias que perderán su trabajo. Basta ver que los países que recibieron un mayor reparto de los fondos del Plan Marshall se recuperaron como potencias mundiales, canalizaron el malestar oportunamente y, con el tiempo forjaron una U. E. más fuerte, la cual con sus defectos y sus virtudes, ha supuesto el mayor periodo de paz de la historia europea. El comportamiento en estas semanas de le U.E. hará que el indicador de confianza de Edelman aumente o disminuya. Europa debe oír a España.
Héctor Izquierdo Triana es profesor universitario y directivo de empresa
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