La Palma vuelve a estar en el foco de la noticia cuando se cumple un año de la erupción volcánica del Tajogaite que tanto daño económico y emocional ha hecho en en el Valle de Aridane y en toda la isla bonita. Los programas especiales de las televisiones, de las radios, los reportajes y entrevistas en los periódicos y digitales se suceden. Todo está bien porque la catástrofe natural que ha vivido la isla es tan grande, que merece tal despliegue para que no se olvide porque la reconstrucción llevará muchos años. Pero hay imágenes que impactan y una de ellas es la de la casa que parece habitada pero en la que solo hay lava, y que describe a la perfección el drama que el volcán ha dejado con cientos de familias sin hogar.
Las ventanas de la vivienda están abiertas, hay una cortina que parece que mece la brisa y el jardín tiene ceniza pero la sensación es que está habitada, que hay alguien viviendo, aunque por fuera haya colada, mucha.
Sin embargo, a poco que uno se acerca comprueba que dentro no hay nadie, habitaciones con muebles rotos, con lava, una cocina casi intacta que conmueve, con algún juguete en el suelo, con loza encima del poyo como en tantas casas y la colada que se quedó en la puerta, y el resto es lava que se comió la vivienda, hasta la que se puede llegar por uno de los caminos abiertos por encima de las coladas.
Impresiona, es un espejismo de un volcán que con levantar la mirada se puede ver, y que ha dejado una enorme cicatriz negra que ha cambiado para siempre el Valle de Aridane.
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