Un ejemplo. Su familia entendió muy pronto que Leoncio Afonso Pérez estaba destinado a descubrir otros horizontes más allá de las huertas de Breña Alta. Tan lejos y tan cerca. Estudió Historia en la Universidad de Sevilla y dedicó su vida a Canarias, a la docencia, a la investigación de nuestra tierra y a la política, a la de aquella época.
Conoció las Islas como nadie, impulsó los estudios de Geografía en la Universidad de La Laguna (ULL) y la Escuela de Turismo de Tenerife, y fue pionero en la formación para un sector que entonces era solo una apuesta de resultado incierto.
Siempre habló claro, con gran talante, con la libertad que otorga la sabiduría y las vivencias de cien años -pareció que siempre los tuvo-.
Hijo predilecto de nuestro pueblo, un reconocimiento -como tantos otros que recibió en vida- insignificante en comparación con la magnitud del legado que nos deja en herencia.
Entendí la parábola que eligió el Señor Obispo en la emotiva despedida de ayer en la Catedral lagunera: don Leoncio recibió y multiplicó su talento en beneficio de todos, de la sociedad en su conjunto. Orgulloso de haberlo conocido y de representar a mis conciudadanos, también los suyos, en este último homenaje. D.E.P.
