El Centro de Interpretación del Mundo Rural, un proyecto fallido que ahora se pretende aprovechar invirtiendo más dinero público

El Centro de Interpretación del Mundo Rural de Barlovento estaba llamado a ser una infraestructura turística de primer nivel que permitiría divulgar la historia agrícola y ganadera de la Isla entre los visitantes, pero la realidad es que se invirtieron más de tres millones de euros en su construcción y nunca se terminó ni funcionó, convirtiéndose así en otro ejemplo de despilfarro de dinero público.

Con el paso de los años, las edificaciones construidas, muchas de ellas con presencia de maderas nobles y materiales importantes, en las que supuestamente se iba a mostrar la cultura del vino, del queso o la miel, se han ido deteriorando por el abandono de casi una década y han sido objeto de actos vandálicos.

Precisamente para intentar poner freno a esta situación, el consejero de Infraestructuras del Cabildo Insular, Jorge González, anunció en el último pleno y raíz de una pregunta del PP, que van a llevar a cabo, con una partida de 100.000 euros, “cerramientos individuales de los edificios que están construidos allí para protegerlos de los actos vandálicos y agresiones que están sufriendo” y “para que nos dé tiempo para acometer un proyecto más ambicioso de esa gran extensión de zonas construidas que están en desuso y ruinosas”. El Cabildo lleva tiempo, hablamos de varios años, buscando algún tipo de uso para este espacio, incluso se llegó a crear un comisión para estudiar su futuro, que, a tenor por lo dicho por el consejero, podría estar cerca.

“Se ha hablado con el ayuntamiento y con arquitectos que están haciendo una propuesta de uso de esa zona, que va a tener un presupuesto importante”, dijo González que espera que “en septiembre tengamos la primera propuesta que hemos visto con estas reuniones y las podamos valorar”.

El centro de interpretación está situado por encima de la Laguna, tiene edificios con maderas nobles, con materiales importantes que se pusieron y que están al alcance de cualquiera, porque no hay nada que impida la entrada, lo que explicaría los actos vandálicos que se han producido por el abandono que sufre un equipamiento millonario que nunca se llegó a utilizar, sin que nadie respondiera por ello, y que ahora se quiere aprovechar.