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Gumersindo Bienes

Agricultores en el monte, evitar incendios

  • Ahora los montes los puedes mirar pero no tocar porque te multan

Ante el reciente desastre ecológico-económico sufrido en San Mateo, Valleseco y Tejeda (Gran Canaria) el día 24 y 25 del corriente mes a causa de un incendio incontrolado que afectó a 170 hectáreas (a un millón setecientos metros cuadrados), arrasando monte, animales domésticos y salvajes, viviendas, cuartos de aperos y árboles frutales. No vendría mal analizar por qué ahora los conatos de incendios se propagan con más virulencia y extensión que antaño.

En este incendio intervinieron dos Unidades Militares de Emergencia (UME), la Guardia Civil, bomberos de Emergencia de Gran Canaria, Medio Ambiente del Cabildo, efectivos de protección civil de San Mateo, la Policía Autonómica, diverso personal técnico de Medio Ambiente del Cabildo, de la Dirección General de Seguridad y Emergencias del Gobierno Autónomo, 4 helicópteros y, además, avalado con leyes y más leyes medioambientales. Y lo sofocaron cuando la temperatura refrescó.

Antes bastaba para apagar los conatos de incendios con cuatro "magos" portando azadas, machetes, inteligencia y conocimientos: climáticos (microclimas), caminos, veredas y voluntad sobrada. Si había que hacer un cortafuego, no se miraba el Boletín Oficial de Canarias (BOC), y, sin cobrar un duro, el fuego no se propagaba, con la virulencia extensiva que lo hace actualmente. ¿Qué falla? ¿Será negocio que se queme el monte?

Antes los montes los podían aprovechar los canarios. Nuestros montes eran nuestros, hasta que los tuteló el Gobierno con leyes restrictivas.

Bueno sería analizar los incendios actuales pausadamente, comparándolos con el pasado, escuchar a la gente del campo para poder evitar catástrofes y dejarlos ejercer su oficio (sin necesidad de perder el tiempo en redactar, escribir, e ir a presentar y después a buscar una instancia a ver si los iluminados la aprobaron o la dejaron para la próxima quincena) para poder:

1) Limpiar el entorno de nuestras casas. Así no se queman.

2) Roturar nuestras huertas abandonadas en medio de los montes. Así no tendríamos que importar el 90% de los productos que se consumen en Canarias y daría trabajo a varios del 35 % de parados que hay en nuestras islas. Sirve de cortafuego.

3) Soltar los animales a pastar en el monte. Así están ágiles, conocen los caminos y no se dejan quemar.

4) Que los caminos, veredas, atajos se vuelvan a cuidar y limpiar. Los conocían las personas y animales.

Hace años, todos podíamos acceder y aprovechar lo que la función clorofílica en presencia de nuestro astro rey (el Sol) transforma silenciosamente y pausadamente en materia vegetal para pasto o cama de los animales. Ahora los montes los puedes mirar pero no tocar, como a la vecina de nuestro edificio, porque si tocas te multan o el marido cierra puño.

Todos estos conocimientos y vigilancia del agricultor se están perdiendo, ¿por qué? Antes todos éramos guardabosques de nuestros montes. Sin recibir un duro de ninguna institución y sin leyes absurdas forestales, el fuego no se propagaba como lo hace ahora. ¿Por qué no cambian las leyes forestales? ¡Será que es negocio para algunos inhumanos desalmados que el monte se queme para recibir subvenciones de la Unión Europea (UE) y por eso prohíben, sin su permiso, aprovechar la masa forestal que el Sol nos brinda!

Por otra parte, hay que prevenir posibles consecuencias cuando nos visiten las primeras lluvias. Ahora el agua no se filtra, ya que las cenizas hacen de capa impermeable, pudiendo producir desbordamientos en sus cuencas naturales con sus anexas consecuencias.

 

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