El Hospital General inicia la instalación del equipo de resonancia magnética

Arique, no se si llegarás a leer esto o si realmente los tiros de tu anterior comentario van por donde creo que van. En cualquier caso intenta por favor ponerte en la siguiente situación:

Imagínate que cojo una metralleta, una con un cargador casi infinito. Luego voy pal Roque y la dejo atada con una soga a la punta de un palo y con el gatillo apretado. Obviamente eso se pone a pegar tiros al aire como loca moviéndose pa todo los lados…

Eventualmente, una de esas decenas de miles de balas que lleva ya disparadas acaba en Garafía incrustada contra la puerta de un pajero. Dentro hay un mago que, al ser capaz de oír el golpe, sale a ver qué coño pasa.

El nota cuando se asoma no ve nada a su alrededor que haya podido haber hecho ese ruido, pero cuando se fija en la puerta alucina en colorines. Se queda flipando al ver la bala estampada justo en la mitad de su puerta.

Entonces, se pone a mirar y se da cuenta de un grandísimo detalle… la increíble trayectoria que tubo que haber tomado la bala entre tanto pino como para poder dar “justo de esa forma concreta y justo en mitad de su puerta”. Y ahí sí que ya lo flipa en plan bestia.

En ese momento un profundo sentimiento de asombro envuelve al mago que queda prendado, absolutamente maravillado y embelesado por la idea que recorre su mente: “La perfecta puntería del francotirador que tuvo que realizar semejante disparo…”

Y ojo por esto es importante; no es que el mago sea tonto o que le hiciera falta saber de los otros disparos antes de ponerse a pensar en un certero francotirador. Aquí el verdadero problema está en que esa es la forma normal ¡y errónea! en la que suele funcionar nuestro cerebro.

Lo que está pasando es, que mente del mago, sin que el nota se percatara de nada en absoluto, “ha dibujado una diana imaginaria en su puerta”.

Este tipo de errores en nuestra manera normal de pensar tienen incluso nombre propio. Se les llama la falacia del francotirador y la de petición de principio. Y nos pasa a todos, constantemente, ya que nuestras cabezas están cableadas de forma más parecida de lo que solemos reconocer. Por eso muchas veces tendemos a caer en los mismos fallos que los demás. Como cuando vemos por Internet una de esas “ilusiones ópticas”, a las que todo el mundo llama de ese modo con total naturalidad cuando en realidad no son mas que “fallos cerebrales”. Porque eso es justo lo pasa cuando vemos lo que vemos, nuestros cerebros fallando y malinterpretando “nuevamente” la realidad.