Casa de Franceses, en Garafía. Cedidas por Jorge Pais.
Los expertos que han participado en estos días en el Congreso Internacional de Construcción de Cubierta Vegetal que se ha celebrado en La Palma, Tenerife y El Hierro, organizado por la Asociación Cultural Pinolere, han redactado un manifiesto en el que hacen una cerrada defensa del patrimonio arquitectónico popular y piden la intervención de las administraciones públicas para su conservación. En este sentido, hacen una mención expresa a La Palma, mostrando su preocupación por la amenaza y abandono de algunos ejemplos de arquitectura con cubiertas vegetales como las casas con tablones de tea de Franceses, el conjunto más importante de toda España, que están abandonadas y corren el peligro de desaperecer con los años, los molinos del norte de la Isla o las casas pajizas de los Galguitos.
En el manifiesto exponen también que considerando que las edificaciones con cubierta vegetal son un patrimonio común a diferentes pueblos y culturas, considerando que en los últimos años hemos asistido a la desaparición física de la gran mayoría de estos edificios y considerando que estos edificios se ligan a un paisaje y a un territorio, de manera que aprovechan un patrimonio ecológico local con la sabiduría de grupos humanos, basada en un conocimiento que se sirve de la naturaleza de forma sostenible y que sirve para proteger la biodiversidad, elevan a la opinión pública y a las diferentes Administraciones responsables las siguiente conclusiones y peticiones:
-Motivar, sensibilizar y concienciar a la sociedad y a los poderes públicos para solicitar que se coordinen las actuaciones.
– Solicitar que se desarrolle la investigación con miras a que produzca un fruto social, documentándolo desde planteamientos multidisciplinares, integradores y contextualizadores.
– Hacer que se piense en las comunidades que albergan estas construcciones y que ello lleve a un desarrollo local sostenible, fomentando la participación ciudadana.
– Formar a técnicos y profesionales que ayuden a la recuperación de estos sistemas tradicionales, junto a la generación de materiales utilizados que precisan de una renovación periódica.
– Valorar los conocimientos de larga duración, aplicables a futuras actuaciones y que los incorporen en nuevas líneas de trabajo arquitectónico.
– Crear ejemplos piloto de actuaciones, integradas en el territorio, eligiendo lugares significativos que adopten las formas metodológicas de buenas maneras de trabajar, como es el caso de Pinolere en Tenerife donde un proyecto de desarrollo rural, integral, vertebra la recuperación de las casas pajizas, los pajares o pajales del Valle de La Orotava.
– Intervenir urgentemente en ejemplos que en su momento fueron un hito patrimonial, cultural y de desarrollo, como el caso del Ecomuseo de Guinea en el Hierro, cuyo deterioro amenaza a su supervivencia. Y de paso hacer un llamamiento a la población y responsables del Pozo de las Calcosas que tiene en sus manos un ejemplo verdaderamente singular de esta arquitectura vegetal.
– Solicitar a las comunidades educativas que contemplen el conocimiento del Patrimonio Material e Inmaterial de la Arquitectura Popular en la formación del profesorado y alumnado.
– Y finalmente, que aunque se pierdan las obras y los valores del pasado siempre será posible hacer una cultura del paisaje que mantenga vivo todo nuestro Patrimonio arquitectónico vegetal como ocurre con el Ecomuseo de Somiedo, Asturias.
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