José Vicente González Bethencourt y Justo Caridad Arias.
La importancia de las academias de enseñanza libre fue enorme en una época en que gracias a ellas muchos jóvenes que no vivían cerca de centros oficiales pudieron estudiar el bachillerato y luego carrera universitaria. Viví la experiencia de estudiar en tres de ellas, comencé el bachiller en la de San Pedro, en Granadilla, luego segundo en la de Tazacorte, y de tercero a sexto en la de don Pepe Lavers, en Los Llanos de Aridane, finalizando el preuniversitario, ya como centro oficial, en el Instituto de Santa Cruz de la Palma, y de ahí a Cádiz, donde cursé la carrera de Medicina. Una experiencia enriquecedora, sí, pero en una época de muchas estrecheces económicas, con viajes que se hacían eternos en guaguas y barcos, cuando no a pie, haciendo amigos y amigas en cada centro, y perdiendo a algunos con tanto cambio de domicilio, aunque a decir verdad, los reencuentros con ellos son un placer, y de hecho fomento y conservo su amistad todo lo que puedo.
Tal es el caso de mi amigo de la juventud bagañeta, Talio Noda, con el que he revivido agradables momentos de Tazacorte, visitando lugares entrañables, pateando lo viejo y lo nuevo, desde El Morro a la Vica, la casa de los Mártires (escuela entonces donde recibí clases), la sala de bailes Miami o la discoteca Tigotan, los bares La Cueva y Central, la casa de la consulta de don Manuel Morales, o el patio de la casa de mi amigo José Antonio Lorenzo, donde disfrutamos buenos guateques. Visité al amigo José Adolfo Martín días antes de fallecer, por cierto, en una actitud positiva de aceptación de su realidad, con la cabeza bien alta y la cadencia elegante en su conversación que tanto caracterizó su vida. El sepelio del acreditado farmacéutico y gran alcalde de Tazacorte confirmó el cariño y la entrega que dio a su pueblo y a su gente.
Pues bien, el viernes 22 de agosto disfruté de un acto afectivo en la Casa Massieu, el homenaje a los maestros nacionales que en una época de muchas dificultades económicas y políticas, en un gesto de valentía y entrega a la juventud de la época que les honra, pusieron en marcha una academia. Don Justo Caridad Arias aceptó la propuesta de don Antonio Acosta, y junto con el párroco don Evelio Concepción comenzaron a impartir clases en el curso 1953-54, de acuerdo con los datos que obtuve en el citado acto y del libro de extraordinario valor de Oswaldo Izquierdo Dorta "Los estudios de Bachillerato en La Palma", que me facilitó mi buen amigo y presidente del Cabildo Anselmo Pestana.
Comenzado el curso 1959-60, mi padre, de Breña Alta, y mi madre, de Velhoco, Santa Cruz de la Palma, se trasladaron a vivir a Los Llanos de Aridane, y aunque nunca entendí muy bien por qué, lo cierto que mi padre no me pudo matricular en Los Llanos y me llevó a Tazacorte, presentándome a don Justo Caridad, don Antonio Acosta y don Vicente Méndez, que me recibieron con los brazos abiertos en su academia. Y a partir de ahí todos los días me sentaba en el asiento junto al chófer de la guagua que me dejaba en La Vica y me recogía en la curva de Marina, cerca de los Grupos Escolares, para regresar a Los Llanos. Recuerdo que el cura don Pedro Capote, profesor de Religión, me subió muchas veces a su coche cuando me veía en la parada esperando la guagua, y por cierto, también recuerdo que le gustaba correr, cosa que a mí no mucho y a mi padre nada. Disfrutaba mucho en la guagua, me enteraba de todos los acontecimientos, siempre muy atento a las conversaciones del chófer con los pasajeros, me encantaba el paisaje de las plataneras y me llamaba mucho la atención el deje bagañete. Al curso siguiente ya me matriculé en la Academia de don Pepe Lavers, pero yo seguía bajando cada vez que podía a Tazacorte, a los bailes y paseos por la Avenida, al mar de Los Tarajales, a los guateques y sus fiestas.
El homenaje tuvo un protagonista excepcional, don Justo Caridad, que con 93 años hizo una semblanza prodigiosa y didáctica del Tazacorte de aquella época. Don Diego González no pudo estar, y su hijo Salvador leyó unas palabras muy sentidas en su nombre. Recordé muy bien a don Ricardo Hernández y al sacerdote don José Van de Valle, muy queridos y admirados ambos por su talante progresista y proximidad a los jóvenes, repitiéndose palabras de reconocimiento hacia todos los profesores, como don Benito López, doña María Vázquez y doña María del Carmen Velasco, siendo de agradecer la presencia activa en el acto de la alcaldesa, Carmen Acosta, la consejera insular Jovita Monterrey, las concejalas Amaya Labarga y Sandra Pérez, el concejal Carlos Camacho, y el cronista oficial Talio Noda, entre los más de 70 asistentes a tan merecido homenaje.
jvicentegbethencourt@yahoo.es
@JVGBethencourt
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PedroLuis
Dios mío "grabadas", no "brabadas", que si va con v.
Bien se sabe que cuando el mal es de "equivocarse" no valen guayabas verdes..
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PedroLuis
Carajo… el asunto es grave, sí, pero brabadas va con b… de sabio. Nos lo enseñaron en la escuela, antes que en la Academia. Luego nos lo ratificaron en el Instituto… y ya la "jodimos" en la Universidad.
Disculpen.
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PedroLuis
¿Cómo que "posiblemente", querido amigo?: Seguro. Un bocata con chorizo, que comíamos a bocaditos chiquitos para que nos rindiera… Algunos, cuando llegaban las once de la mañana, ya llevábamos 5 horas desde que nos habíamos "tragado a buches" la taza de leche con gofio, para no perder la guagua, que salía de Mazo a las 7 de la mañana… para empezar las clases en el Instituto a las 9… Encima, nos cerraron el túnel de Bajamar, a donde volvíamos, caminando, a las 3 de la tarde a coger la guagua en las inmediaciones del campo de fútbol… Regresábamos a casa, muertos de hambre… comíamos y entonces empezaba la "tarea", no la escolar, precisamente, sino la doméstica: los conejos, las cabras, las vacas, las huertas de tabaco, las piñas de plátanos, los pipotes para madurarlos con carburo… Y encima, malamente algunos, mejor los más listos, como don Máximo Pérez Tejera, aprobábamos…
Querido amigo, le recuerdo a menudo por sus generosas ayudas, hasta sueño a veces con esas escenas… Y sí, dígale a su hijo que son pesadas, muy pero que muy "pesadas"… Vaya que si lo son… pesadas y gravadas a fuego para quienes las vivimos… y no "morimos en el intento".
Abrazos.
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maximopt
¡Cuántos recuerdos! ¡ Cuántas vivencias! Años de esfuerzo y de lucha por salir de las posibilidades que el medio nos ofrecía.
No queriendo ser pesado como con mi hijo, siempre pongo el ejemplo de todos los que después de la academia bajábamos caminando el camino de la Estrella al instituto pora ahorrarnos unas dos pesetitas. posiblemente mas para un bocata que para chucherias.
Un saludo.
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PedroLuis
Enhorabuena a todos/as, por tan merecido y emotivo homenaje a unas personas y a unas instituciones, las populares "Academias", que fueron piedra angular de la educación y enseñanza "libre" en toda nuestra geografía insular.
Sin ellas, los que tuvimos la suerte (y el castigo) natural de nacer y vivir la infancia y la juventud en el campo, jamás hubiésemos podido acceder a los estudios superiores.
Resulta curioso observar como el "modelo" se reproducía casí siempre de forma similar, girando en torno a la figura del "maestro", del párroco, y más excepcionalmente algún otro profesional, siempre con inquietudes docentes o intelectuales.
En nuestro caso fue la "Academia de doña Carmela", en Mazo, que complementaría sabiamente con don Fernando (El Cura), Teresa y, para las asignaturas más duras de ciencias, la "mano dura e inteligente" de su hija Nelly, que al que no enderezaba con un teorema matemático, lo planchaba con la tabla periódica de los elementos químicos…
Para todos y todas, nuestro reconocimiento y sentida gratitud, de la mano de las oportunas palabras de don José Vicente.
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GALVA
Mi padre fue alumno de esa Academia;el no era de batallitas y normalmente me contaban mas sus amigos,como el Medico Juanito Magdalena,que si que me contaban algunas anécdotas…
Recuerdo,siendo adolescente,que iba por la tarde dos días a la semana en BUP;estaba en Primero,trece añitos,y tocaba clase de Religión…Hasta entonces Don Evelio no se había dirigido personalmente a mi,sino a otros,los mas díscolos. Iba bien en el Curso,pero hicieron un control de Matematicas,y me pegaron el primer cate de mi vida. Don Evelio,esa tarde, se me acerco,muy astuto y sigiloso,ya que estaba ensimismado y somnoliento, y me dijo:"Antonio,ud tenga en cuenta que su padre fue de los mejores curriculos en La Academia de Tazacorte.No nos decepcione"…Buffffffffff,para mi fue un ladrillo en el craneo;pero hoy lo recuerdo con melancolía,fue uno de los avisos-filipicas que cayeron sobre mi conciencia de tal forma,que me daba verguenza de ser tan indolente y poco esforzado.Hasta COU tuve dos o tres;uno ya relatado,de Pilar,La de Arte,que ya supuso una catarsis y la salida al mundo real en tema del estudio…El talento, en esto como en deporte,es casi nada,si no se le acompaña de esfuerzo…
Ese año moría Don Evelio.Los Alumnos,espontáneamente,subimos a El Paso,caminando, a homenajearlo…
Esta bien estas cosas;mi padre me contaba anécdotas de la pobreza de esos días,pero también del desinterés de grandes hombres,como los que formaron esa Academia; y otros,como el Dr Morales;como tantos activistas políticos en la clandestinidad (bueno,de esto me contaba menos;mas me contaban otras gentes)….
Es una de las mejores instituciones que ha habido en Tazacorte; quizás hubo algún garbanzo negro,pero bueno,no tiene mas importancia….
Pd A Justo Caridad le tenia cariño y admiración;siempre me decía que en su portal tenia el dicho benedictino:"Ora et labora"….
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