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Fe y compromiso, un encuentro en Madrid

Roger Garaudy, José G. Caffarena SJ, Salvador Paniker e Ignacio Ellacuría SJ.

En los ochenta, en Madrid, en el aula cultural de una institución financiera se organizó un encuentro en el que participaba el profesor José Gómez Caffarena SJ, que, por supuesto, invitó a su alumnado a asistir al mismo. Era un evento en torno a filosofía de las religiones. Además de nuestro profesor, participaron otros tres hombres (ninguna mujer): Roger Garaudy, Ignacio Ellacuría SJ y Salvador Paniker Alemany que aportaban diferentes acercamientos al mundo de lo religioso. Los alumnos de la Facultad de Filosofía de Comillas fuimos invitados con el atractivo de contar con dos jesuitas entre los ponentes y otros dos grandes pensadores, cuyas obras estudiábamos en las aulas de nuestra universidad.

El primero en tomar la palabra fue Ignacio Ellacuría SJ, discípulo de Xabier Zubiri, rector por entonces de la Universidad Centroamericana José Simón Cañas, en El Salvador, quien unos años después sería asesinado junto a otros compañeros por aplicar lo que aquella tarde nos contó: que Dios es un Dios de la historia y que nuestra misión como personas religiosas es impulsar la historia hacia el reino de justicia y paz que Dios propone. Por supuesto, es una síntesis muy de titulares periodísticos lo que acabo de dejar como escrito, pero creo que refleja bien esa actitud de compromiso para transformar la realidad que propugna el cristianismo y que se expresó en la teología política y su hija la teología de la liberación en sus diversas corrientes a partir de los años sesenta.

Quizás no se distanció demasiado en esa intencionalidad transformadora de la fe el profesor Roger Garaudy. Tenía una historia personal de fe peculiar: hijo de padre ateo militante y nieto de abuela católica, él vivió su juventud con un interés religioso más vinculado a las iglesias de la Reforma. Su paulatina vinculación al marxismo lo lleva a una vivencia más materialista de la vida. Su tesis doctoral (1953), en La Sorbona, se denominó: “Teoría materialista de la Conciencia”. Llegó a desempeñar cargos importantes en el comité central del Partido Comunista de Francia con un fervor estalinista notorio. Su obra era muy influyente como un filósofo especialista en Hegel, mucho más allá de los límites de la gente afiliada al Partido Comunista. Sin embargo, el comunismo de Garaudy entró en crisis tras la primavera de Praga y empezó a sostener posturas críticas frente al Partido Comunista, que acabaría por expulsarlo en 1970. Fue popular una afirmación de Garaudy por aquella época: “El siglo XXI será espiritual o no será”. En este camino de espiritualidad, tras su matrimonio con la palestina Salma Faroukhi, abrazó el islamismo y se dedicó, en buena medida, a defender la causa palestina.

Me impresionó mucho en aquel encuentro la forma en que comenzó su exposición Salvador Paniker: “Agradezco al padre Ellacuría que haya hablado antes que yo porque facilita mucho mi exposición: yo quiero decir exactamente lo contrario”. Y así fue. La presentación del filósofo catalán de origen indio subrayó la necesidad de una espiritualidad interior que nos mantuviera en paz con independencia de los avatares de la historia. La religiosidad, tal y como la presentó Paniker, no debería enfocarse tanto en el compromiso transformador de la historia humana cuanto en cambiar la interioridad de cada persona. Con su provocador comienzo, el filósofo mostró las tendencias divergentes entre las religiones del libro, que se viven como un proceso de liberación o salvación social, en la historia, y las religiones más orientales, que propugnan una sabiduría de aceptación de la realidad y sus condicionantes como medio para alcanzar la paz. El diálogo posterior incluyó la réplica de Ellacuría y Garaudy, quienes, valorando la interioridad, insistían en el compromiso comunitario en un mundo, el occidental, que, a juicio del filósofo francés, se había entregado a un único Dios: el dólar.

Gómez Caffarena, que hizo notar su perplejidad ante los pasos dados por Garaudy desde su cristianismo inicial al islamismo, no entró en el debate entre una fe para cambiar la historia (Ellacuría y Garaudy) o una fe para alcanzar la paz y la iluminación (Paniker). Su reflexión habló de la necesidad de una fe que dialogara con la cultura y el pensamiento de la modernidad desde la experiencia del Misterio en la que vivíamos. Insistía en que las religiones debían propiciar la experiencia de Dios, del Misterio, y ser capaces de dar razón de su esperanza.

Salvador Paniker falleció a los 90 años, en 2017, tras una vida llena de múltiples reconocimientos. Por su parte, Roger Garaudy dejó nuestra vida en el Valle del Marne, casi con 99 años, en junio de 2012, tras un tempestuoso final biográfico en el que fue llevado a los tribunales acusado de negar el genocidio nazi contra los judíos. José Gómez Caffarena SJ murió tras la publicación de su obra principal, “El enigma y el misterio”, en 2013 con 88 años de edad en medio del reconocimiento de su alumnado y sus compañeros que siempre vieron en él a todo un caballero. A Ignacio Ellacuría SJ lo mataron en 1989 con 59 años. Lo mandaron a asesinar quienes quisieron destruir su trabajo en pos de una reconciliación entre las partes enfrentadas en la guerra de El Salvador. La fe transformadora de la historia, tanto la fe encarnada del cristiano como la fe trascendente del profeta Mohamed, la que nos impulsa a buscar la paz interior (Paniker) y la que dialoga con las culturas desde la razón y la experiencia (Caffarena), siguen siendo cuatro acercamientos que hoy nos alientan y nos desafían.

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