Esta madrugada cayó
la primera nevada en la cumbre,
¿acaso conseguirá su blancura
amainar la negrura que quedó tras el volcán?
Supongo que las miradas también teñidas de luto
subirán al Roque de los Muchachos
para enjalbegar el amasijo de recuerdos hechos de ceniza,
incandescencia en noches oscuras y torrentes de lava rumbo al mar…
Supongo que los corazones también sepultados desde entonces
ascenderán a la cima de la isla
para contemplar la nieve, creyendo poder reparar destrozos con ella: amasándola,
cogiéndola para rellenar estancias vacías enterradas bajo lenguas aún candentes…
Esta madrugada cayó
la primera nevada en la cumbre
¿acaso conseguirá el frío
hacer entrar en calor a los habitantes del valle?
Supongo que muchos sueños también naufragaron en las coladas
y quien suba al Pico de la Nieve
invocará la fe más ferviente: la que resucita al alma con una lluvia de copos sobre gélidas pestañas…
Supongo que la blancura también irradió su hermosura
a los bajos volantes de las enaguas del monte
y florecen primorosas la flor del almendro y los tagasastes en el Riachuelo,
así como el jazmín presuroso por asistir a estas nupcias florales en inviernos que cada vez se hacen más de rogar…
¿Acaso conseguirá el invierno
avivar el ánimo de los palmeros y hacer carámbanos
en las futuras playas del delta lávico?
¿Y si la blancura de la nieve fuera un hechizo de las Harimaguadas
para compensar la oscuras horas de angustia ya pasadas?
¿Y si el conjuro de la ruda para lograr a una mujer
pudiera con esos tres ramos volver a traer la esperanza de vuelta a La Palma?
Mª del Pilar Rodríguez Domínguez.
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