El Taller de Restauración y Conservación de Pintura y Escultura del Cabildo de La Palma ha recuperado la talla de San Pedro, de la iglesia de San Miguel de Tazacorte, una figura flamenca del siglo XVI de roble negro y hueca por dentro.
La consejera de Cultura y Patrimonio Histórico del Cabildo, Jovita Monterrey, ha destacado la gran labor desarrollada por las restauradoras de la Corporación insular, Isabel Concepción e Isabel Santos, así como del colaborador, Domingo José Cabrera, que han logrado recuperar la talla de San Pedro del municipio del Valle.
“Se trata de un importante trabajo de restauración, que ha llevado varios años poder finalizar para devolver esta talla a su templo donde acompaña a la figura de San Miguel”, manifiesta la consejera de Cultura y Patrimonio Histórico.
Jovita Monterrey incide en la apuesta que realiza el Cabildo por la conservación y restauración del patrimonio cultural e histórico de la Isla, “algo que se pone de manifiesto con los diferentes trabajos que desarrolla el Taller de Restauración con distintos bienes, como es el caso de esta talla erigida entre 1513 y 1522 por Jácome de Monteverde, según sostiene el profesor Jesús Pérez Morera en el inventario de la ermita de San Miguel suscrito en 1557”, manifiesta.
El Cabildo ha realizado un tratamiento de la imagen encaminado a devolverle la estabilidad material, formal y estética a la obra, respondiendo en todo momento a los principios básicos de restauración aportados por la legislación referida a la intervención del patrimonio y especialmente en bienes muebles.
El criterio aplicado se fundamentó en el respeto al original, en la realización de los tratamientos necesarios para devolver su integridad física, presentando así una correcta lectura, y en la utilización de materiales reversibles garantizando su estabilidad sin provocar nuevas alteraciones. De esta manera, se realizó una primera limpieza mecánica o en seco de la obra para eliminar aquellos depósitos adheridos a la superficie pictórica, mediante métodos de aspirado y ayudado de una brocha de pelo suave y posteriormente se desencoló la cabeza, que se encontraba mal adaptada al cuerpo con restos de cola y un clavo que actúa a modo de espiga.
También se retiraron los elementos que se añadieron a la talla original, por lo que se desprendieron las telas encoladas que ocultaban la imagen primigenia, así como la tiara papal y los zapatos. En cuanto a la eliminación de repintes, el equipo de restauración realizó un test de solubilidad sobre la superficie polícroma que determinó cuál era el sistema más idóneo y respetuoso con la pintura original.
A estos trabajos, se sumaron el asentamiento de la pintura en aquellos puntos que lo precisaban, empleando cola animal y calor con espátula térmica, y se reconstruyó el soporte de los dedos perdidos usando alambre galvanizado a modo de espigas interiores y formando los dedos con pasta araldit.
Una vez limpia la película pictórica de los numerosos y extensos repintes, se restituyeron aquellos estratos faltantes y se trabajó en la reintegración cromática, que se orientó a dar unidad al conjunto de la composición y devolverle a la obra, tanto la lectura visual de su composición original como estética.
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