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Sociedad
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Agustín R Fariña

Ecología práctica (II)

  • Fariña aboga por el diálogo para hablar de campos de golf y plantas de asfalto

Agustín Fariña en las cumbres nevadas de La Palma.

Los territorios se han usado en cada época, según las necesidades apremiantes de la subsistencia, en lo que unas veces el terreno apto a la agricultura ha sido escaso y absorbe parte del bosque natural, y otros en que el bosque vuelve sobre sus antiguos territorios agrícolas abandonados. Hoy los podemos detectar hasta unos 1.200 metros de altura, observando sus viejas pero firmes paredes entre la arboleda que lo ha inundado, bajando hasta los 500 o 600 m. cota. Prácticamente esta zona intermedia está en desuso salvo alguna vacas sueltas aquí o allá. Parte de esta última cota e inferior es urbano semiagrícola.

Cuando se señala, por ejemplo, que un campo de golf pudiera crear riqueza con puestos de trabajo que tanta falta nos hace, en lugares donde la agricultura ha desaparecido, muchos lo ven bien; otros, mal.

El problema de fondo que más se teme, creo, es que ese lugar escogido, recortado a tal solo fin, sólo pudiera ser el caballo de Troya para ampliarse inexorablemente, con la futura especulación urbanística colindante, calladamente prevista, como las que tanto daño han hecho en Canarias últimamente por mal demarcadas, poco estudiadas, y tal vez influenciadas económicamente.

Además, que si dicha industria-deporte algún día fracasa, no es como el monte que se reconvierte en agricultura o viceversa, cosa que sí tiene un camino de ida y vuelta. Lo otro significaría que parte de esos terrenos quedarían ya invalidados para cualquiera de las dos cosas indicadas, esenciales para la Palma. El cemento, la polución constructora, suelen ser irreversibles.

Por tanto para escoger un campo de tal tipo, el promotor debe proponer el lugar afín que acate lo indicado, y luego respetar lo acordado. Y, al mismo tiempo, ver quienes están capacitados para ponderar los pros y contras (todo tiene su precio medioambiental). Luego, las decisiones que sean sin trucos, explicadas y firmes. Unos señores que arriesgan dinero; otros que suplican planes propios de una tierra agrícola rentable, no pueden estar años y más años a espera de una simple decisión política no insoluble, sino "dada de lado". Esto genera apatía, desaliento, desapareciendo todo ánimo de inversión. Es este un asunto de mucha monta que merece volver sobre el particular si la prensa me sigue publicando.

Insisto e insistiré, en que sólo un diálogo abierto, razonado, y mirando al bien común, puede llegar a acercamientos aceptables, hoy tan necesarios.

Lo que nunca será aceptable es, como otro ejemplo, que apenas exista en La Palma una planta de asfalto adecuada, indispensable para sostener nuestras deterioradas comunicaciones terrestres, teniendo en ocasiones que exportar tal material de otra isla con el consiguiente exceso de precio, urgencias, y puestos de trabajo perdidos. Y todo, y "muchos todos", por no lograr ponerse de acuerdo autoridades y contradictorios en problemas solucionables.

Soy relativamente optimista y creo que si las autoridades, que no hay más remedio que nombrarlas, pues nos hemos acostumbrados, no sólo a que sean las víctimas de nuestras críticas muchas veces no bien dirigidas, sino que, además, y esto es muy importante, porque también nos hemos habituado, a que sean ellas las que, de alguna manera, marquen las pautas, fines, y actitud a seguir ante los problemas económicos y sociales que cada día se nos presentan particular, o colectivamente…, dejándolo en una duda sin fin.

Pues resulta que si esos representantes nuestros no dan un paso realista adelante, nosotros nos quedamos muchas veces tan tranquilos, esperando que las cosas se arreglen por si solas, o caigan llovidas del cielo (los milagros ya no existen).

Cuando digo autoridades me refiero a su encomienda confirmada por nuestros votos, no al partidismo competitivo que suele colocarse, en no pocas ocasiones, por encima del servicio al bien común de los palmeros.
Mi optimismo es que parece, parece, que aquí en La Palma, van quedando en segundo lugar sus problemas interiores y de política depreciada, para surgir con cierta firmeza el convencimiento de que las cosas se demuestran dándole seriedad y movilidad. De alguna manera, el coloquio entre todos va tomando algo de sensatez, buena voluntad y espíritu de servicio, a lo que habrá que añadir hacia el pueblo, haya mucha más información "limpia" ¡Pero, dense prisa…! (Continuará).
(Espero que en otro próximo se podrá hacer un estudio más concreto sobre los Campos de Golf vistos por unos u otros.)

Agustín R Fariña

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