Marynieves Hernández.
Antes que el sol, que el mar y el cielo,
antes que el agua, la luz y los laureles
fue la caricia blanda de su vientre
fue el calor de sus venas en mis venas
cuando sin nombre todavía me nombraba
y yo sin conocerla la abrazaba.
Vasija tibia donde formé mis párpados
cántaro aborigen, piedra de aljibe
copa de cristal humedecido.
Con su nombre escribió mis días
puso luz en esta lámpara incipiente
como rosa salvaje con gotas de rocío
cántaro donde mis aguas se dormían
almohada, espuma blanca de mis sueños
donde acumulo la luz de sus altares.
Siempre estás en mi mirada navegante
para encontrarte tan solo entre las flores
como la dulce miel de mis mañanas
como el reflejo de todos mis anhelos
como consuelo a todos mis temores.
Te veo en cada lucha de mis días
como un castaño erguido y vigilante
con tu mirada de rosal imaginario
convertida en nube y en fragancia.
En este día de flores y de luces
grandioso día que con tu nombre se engalana
como el almendro que ha florecido al alba
como esas montañas doradas de mi tierra
donde crecen rosas rojas y amarillas
con perfumes de patria, color de bandera
esas flores que riego y cuido con esmero
porque con ellas, con ellas
hago un ramo para ti
todos y cada uno de mis días.
Marynieves Hernández
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