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Alergólogas del hospital consideran que no se confinó lo suficiente a la población durante la erupción

Ceniza en Los Llanos. Archivo.

Las alergólogas del Hospital General de La Palma, Zulay Almeida y Paula Jiménez han coincidido en considerar que, para proteger la salud, se debió confinar más tiempo a la población en el Valle de Aridane durante la erupción por la contaminación atmosférica que provocó el volcán. Además, advierten de que las mascarillas FPP2, utilizadas contra el Covid y que eran las que las autoridades recomendaron durante esta catástrofe, no protegían adecuadamente contra los gases y cenizas volcánicas. En el caso de este material particulado, previenen de que aunque ya no lo arroja el volcán constituirá a partir de ahora un potencial riesgo para la salud al ser arrastrado por el viento y ser respirado, sin olvidar la presencia de gases volcánicos en algunas zonas.

Así lo han afirmado en el foro La Palma Opina, donde ambas expertas, preguntadas al respecto, no dudaron en señalar que el número de días en que se ordenó el confinamiento fue insuficiente porque al menos durante 9 jornadas la calidad del aire fue “extremadamente desfavorable” pero no se confinó igual tiempo, pese a que este es el nivel extremo en cuanto a malas condiciones para ser respirado.

Almeida y Jiménez llevan a cabo un estudio, financiado por la Sociedad Española de Alergología (a través de una donación que gestionó Cruz Roja), para conocer las repercusiones de las cenizas y gases de la erupción volcánica en la salud de la población de La Palma a largo plazo, un estudio zonificado que en algunos aspectos puede ser pionero en el mundo.

Por lo pronto, en los meses de actividad del volcán “se duplicaron e incluso se triplicaron” las asistencias en Urgencias por síntomas respiratorios con respecto al mes anterior de iniciarse la erupción, con un empeoramiento de síntomas en pacientes que tenían alguna enfermedad previa, así como de primeras visitas. “Venían pacientes a consulta con mucha ansiedad, y por momentos no sabían distinguir si los síntomas eran por ansiedad o por la patología respiratoria”, señalan.

Les motivó a hacer este estudio la alergóloga Teresa Carrillo, del Hospital Doctor Negrín, y para esta investigación han dividido La Palma en tres áreas geográficas que analizar, en función de su mayor o menor exposición al riesgo: el Valle de Aridane (El Paso, Los Llanos y Tazacorte), la zona más expuesta a gases y cenizas del volcán; el este (Santa Cruz de La Palma, Breña Alta, Breña Baja, Mazo y Fuencaliente), con una exposición intermedia; y, por último, el norte (Puntallana, San Andrés y Sauces, Barlovento, Garafía y Puntagorda), con exposición baja.

ESTUDIO EN TRES FASES

En la primera fase del estudio recogieron datos clínicos de población adulta y pediátrica durante la erupción, y en la fase 2, posteruptiva, se recoge la muestra de pacientes que ambas especialistas están volviendo a valorar. Han utilizado para ello dos cuestionarios validados científicamente, para el asma y la rinitis, además de otro diseñado por ambas, con el que preguntaban a los pacientes por la intensidad de los síntomas conjuntivales, nasales, bronquiales y cutáneos, según explica Jiménez. La fase 3 se llevará a cabo a los 12 meses de acabada la erupción, por lo que está prevista para el periodo septiembre-diciembre de 2022, aunque ambas expertas quieren prolongar más tiempo su estudio, al menos un año más.

Almeida destaca que “haber estratificado la isla en tres zonas y poder correlacionar la sintomatología del paciente con la intensidad de la exposición y el lugar donde residía durante la erupción volcánica, es un aspecto en el que, probablemente, en este estudio seamos pioneras a nivel mundial”.

Se han incluido en el estudio pacientes provenientes de urgencias hospitalarias, de urgencias de centros de salud, de médicos de cabecera y de interconsultas de otros médicos del hospital, añade Almeida.

Esta alergóloga recuerda que, con carácter general, se sabe que la exposición a las sustancias emitidas por los volcanes o por actividades humanas por encima de determinados niveles “aumenta el riesgo de padecer enfermedades respiratorias en la población infantil e incrementa la morbilidad en la población adulta”, y de ahí su conclusión de que en el caso de la erupción de La Palma no se confinó lo suficiente a los residentes en los municipios más expuestos a este aire contaminado.

En este sentido, explica que hay una normativa que regula el índice de calidad del aire por presencia de gases, y el nivel de alerta, pero no la hay específicamente para la ceniza volcánica.

AUMENTO DE LA MORTALIDAD

La Palma Opina también preguntó a ambas expertas acerca del aumento de la mortalidad durante los meses de la erupción (40% en La Palma frente al 15% en Canarias, con respecto a la media de ese periodo en los cinco últimos años), datos puestos de manifiesto por el profesor de Ingeniería Mecánica de la Universidad Politécnica de Madrid Rafael Cascón, coautor también de estudios estadísticos sobre la mortalidad del Covid-19.

Al respecto, Almeida reconoce que “es un dato bastante llamativo” aunque a renglón seguido aclara que “el problema es hallar una correlación y hacer una metodología científica y ver realmente cuál es la causa de estos fallecimientos, porque supongo que no están filtrados los diagnósticos sino simplemente fallecidos, que lo pueden ser por causas diversas”.

Ambas alergólogas creen importante recabar y estudiar toda esta información para el futuro, pues “no podemos olvidarnos que vivimos en una isla volcánica y mientras mayores sean los datos que obtengamos en la actualidad, mejor preparados estaremos para futuras erupciones”.

“Tenemos que asumir que algunos pacientes van a empeorar, y es necesario saber cómo van a evolucionar y qué tipo de seguimiento hay que hacerle y esos datos solo los podemos obtener de los estudios que hagamos”, concluye Almeida.

Zulay Almeida es licenciada en Medicina por la Universidad de La Laguna (ULL),  máster en Salud Pública -Nutrición y máster sobre actualizaciones de alergología así como experta en asma grave.  Paula Jiménez es licenciada en Medicina por la Universidad de Lleida y especialista en Alergología en el Hospital Universitario de Cáceres.

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