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El volcán, una herida abierta 365 días después

La Palma vive uno de los momentos más difíciles de su historia, después de que un volcán abriera la tierra hoy hace un año y sepultara, por la acción destructiva de las coladas, una superficie de más de 1.200 hectáreas de terreno.

Casi 1.350 viviendas fueron destruidas por el volcán y unas 370 hectáreas de terrenos cultivados se vieron afectados, en una isla donde la agricultura es uno de sus grandes pulmones. Estas son algunas de las cifras estremecedoras de una de las mayores catástrofes naturales sufridas en Europa en su historia contemporánea.

Concluida la erupción, que se prolongó durante 85 días, en los que el volcán no cesó de escupir lava y de inundar la isla de ceniza, comenzó el proceso de reconstrucción, con unas administraciones públicas lanzando un mensaje de unidad, que en líneas generales se ha mantenido, aunque el volcán haya entrado también en la arena política.

La herida es profunda y las medidas, para las personas damnificadas, al menos para los altavoces de la mayoría de sus plataformas, no es suficiente ni se está llegando a tiempo. De hecho, en la jornada de hoy habrá una manifestación en protesta por la gestión de la reconstrucción.

Por contra, los gobiernos resaltan el volumen de las inversiones y acciones que se han desarrollado desde que el volcán dejó de arrojar lava para devolver la normalidad a la Isla, así como la celeridad de la intervención.

La realidad es que se ha hecho mucho, pero todavía queda mucho por hacer, en aspectos tan vitales como las viviendas, uno de los grandes retos que ha tenido que afrontar La Palma en esta crisis, y que también está relacionado con la gestión del territorio para adecuar nuevo suelo en el que asentar la población en el Valle de Aridane.

Se desconocen datos oficiales, pero todo apunta a que la erupción volcánica pueda llevar a la isla a perder población. La falta de vivienda y de expectativas laborales, que no dependan de las contrataciones que generan los planes de empleo de la Administración, que están en la base de que se haya registrado una disminución considerable del paro, pueden motivar un éxodo en los próximos tiempos.

Una situación que se agudiza con la concentración de gases que se registra en uno de los principales núcleos turísticos de La Palma, como es Puerto Naos, que junto a La Bombilla, permanecen desalojados desde que se produjo la erupción volcánica. Sin duda, se trata de una de las situaciones más complejas de la gestión de la emergencia, porque no hay ninguna certeza científica de cuándo puede terminar la presencia de estos gases nocivos en la costa del Valle.

La herida que se abrió hoy hace un año en La Palma sigue supurando, pese a las costuras que se están dando en agricultura, comunicaciones, viviendas, agua, etc. El paso del tiempo agudiza la incertidumbre ante un gigante que despertó con tanta virulencia que todavía habita como una pesadilla en el imaginario de la sociedad palmera.

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