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Opinión
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Rebeca Pérez

"Escribo por la cantidad de animales abandonados que me encontré en Santa Cruz de La Palma"

  • Gatos, perros y hasta ¡gallos!

Querido Exc. Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma:

Hoy me dirijo a usted entendiendo que no es un ente unipersonal, sino que conforma y da lustre a las ideas y aspiraciones de todos los habitantes de su noble ciudad capitalina.

Hace años que no vivo entre sus calles y adoquines, entre sus edificios y bares… pero continuo formando parte, de múltiples maneras, de su vida casi diaria.

Mi última visita fue en agosto de este mismo año, me encontré con una ciudad exhausta y algo aletargada (hecho que quise atribuir al pos-Bajada), que sin duda carecía del brillo de otros lustros. Lo entiendo, la crisis. Pero faltaba pintura y sobraba chill-out.

Me sorprendió el deterioro de mi barrio José López. Los abollones del asfalto, la suciedad de escaleras y rincones, el abandono de las casas ya abandonadas (¿hasta qué punto se puede abandonar algo que previamente ha sido abandonado?). Llegué a encontrarme puertas que debieran estar tapiadas abiertas al abismo, que resultaban ser un canto de sirena para mini piratas sin miedo a romperse la crisma.

Y sobre todo, y el motivo por el que hoy escribo, la cantidad de animales abandonados/perdidos que me encontré en los 20 días que estuve. Gatos, perros y hasta ¡gallos!

Mi fe infinita en la capacidad de gestionar visionando un futuro me hizo creer, erróneamente ahora lo veo, que se daría cuenta, señor Ayuntamiento, de los absurdos que orbitan alrededor de tener animales de distintas índoles transitando por barrancos, cruzando carreteras, habitando en jardines y casas abandonadas. Supuse, erróneamente repito, que quien maneja el dinero vería un problema económico "acomodar" o "eliminar" a varias decenas de animales, antes que esterilizar a cuatro. O que aquel que promociona la ciudad como "turística", encontraría un problema de imagen, no sólo en los animales en sí, sino en sus desperdicios.

¡Pero no! Para mi sorpresa ahí sigue el problema, cohabitando con unos ciudadanos que ven perplejos como se ahonda en los errores ya cometidos antaño. De nuevo nuestro Barranco de Las Nieves no tiene uso, bueno sí, es un gallinero muy prolífico; saqué a mi perro por allí y cuando aproximadamente 15 gallos formaban cuadrilla de ataque en torno a él decidí que era la hora de irse de alli…

Por cierto, ¿hay algún sitio donde sacar a los perros? ¿o creen que en Santa Cruz de La Palma sólo hay caniches y yorkshike y con un paseo atado por una acera ya es suficiente? Creo que en ciudades de por ahí hay "parques de perros". Pero no sabe que hacer con una bandada de gallos, esto ya debe ser ciencia ficción.

Pero sigamos con el tema que nos ocupa. ¿Qué tenemos que hacer, exc. Ayuntamiento, si en nuestro barrio aparece un animal abandonado/perdido? Si atendemos a la ley, llamar a la policía local. Si atendemos a la experiencia, la Policía Local te colgará, se comportará como energúmeno y zanjarán el tema con un "¿y qué quieres que haga yo?" Experiencia vivida por una servidora en una ocasión y por mi cuñada en otra diferente. Con el agravante, en esta última, de que fue recibida por el alcalde para tratar el tema y su aznariana respuesta de "estamos trabajando en ello" quedó en palabrerío. Eso fue en agosto…

¿Más casos? Por supuesto tengo para aburrir, pero para no ser cruel nombraré tan sólo uno más. En la barriada de Las Nieves hay una gata que lleva tres camadas en cuestión de un año. Se ha avisado a veterinarios, asociaciones animalistas y finalmente a usted, "señor Ayuntamiento". ¿Ha cambiado algo? Sí, el dinero de la cuenta de mi cuñada, y el deterioro en la salud de todos esos animales.

Ahora bien, soy realista y consciente de las dificultades, pero no pueden esperar a que la población dé solución al problema puesto que es usted y no nosotros, el que está en disposición de los medios y del dinero. Lo que sí pido es coherencia, piensen en la cadena atrófica: los gatos y perros traen pulgas, garrapatas y multitud de enfermedades, mueren en los jardines y eso atrae a ratas y cucarachas que procrean a millares y ¡oh! Y ahora qué hacemos… a fumigar lo infumigable y la población a fumarse lo infumable.

 

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