Europa Press.
La posición geográfica, los alisios y las corrientes frías del océano atlántico hacen que las islas canarias sean privilegiadas frente los efectos del cambio climático, sin embargo, existe un peligro “lejano” de que el archipiélago se tropicalice.
Este proceso de tropicalización produce que fenómenos extremos sean cada vez más intensos y frecuentes, de forma que Canarias podría parecerse a las islas del caribe y tener un clima “más extremado”.
El físico Manuel Vázquez repasa en una entrevista con EFE los principales retos a los que se enfrenta el archipiélago con el cambio climático y, aunque confía en la resistencia de los alisios y en que se amortigüe el descenso de las corrientes frías, advierte que se hace necesaria una buena organización urbana de las islas.
En ese sentido, el divulgador expone que hay que priorizar la existencia de espacios libres, así como despejar los barrancos y no dejar construir cerca de las playas cuando es un hecho que los niveles del mar aumentan.
“Canarias puede que no sea el peor sitio para vivir en un futuro”, comenta Vázquez, que dice que ese “privilegio” puede desaparecer en función de cómo se actúe en la actualidad.
RECONSTRUIR LA HISTORIA PARA AFRONTAR EL FUTURO
Conocer la historia del clima y meteorología en las islas canarias es vital para este investigador, quien resalta que para afrontar el futuro tenemos que conocer “lo que ocurrió y puede regresar” y recuerda, con especial significado, el temporal de 1826 en Tenerife, en el que fallecieron 400 personas.
Y siguiendo con este ejemplo, acaba de publicar “Historias sobre el clima y la meteorología en Canarias (1500-1960)”, junto a la editorial Le Canarien, un libro en el que materializa un viaje intelectual que incluye a los primeros pobladores de las islas y culmina justo antes del desarrollo “oficial” del cambio climático.
La obra tiene un inevitable fondo cuantitativo sobre la materia en cuestión, pero también incluye relatos y documentos inéditos sobre las islas canarias que reflejan los comportamientos sociales y científicos frente a diferentes fenómenos.
De hecho, el autor, haciendo honor a su profesión como físico solar, se inmiscuye en parte de la historia observacional del archipiélago y, en su investigación, data en 200 años la aparición de los primeros instrumentos que registraron los cambios de la atmósfera desde las islas.
LAS ERUPCIONES VOLCÁNICAS AFECTAN A LA METEOROLOGÍA
Según profundiza Vázquez en sus relatos, las erupciones volcánicas han tenido un efecto inmediato y temporal en la meteorología, que no es lo mismo que el clima, y detalla cómo esta influencia puede ejercerse sobre el entorno o a escala global en función de la dimensión del volcán.
“Los volcanes grandes, como el Pinatubo de Filipinas, han influido en la temperatura media de la Tierra, que en el caso del volcán filipino la hizo descender durante tres años y que contrasta con el caso palmero, que afectó a la meteorología de la zona oeste de la isla”, explica.
Así, durante días, e incluso meses, cambia la composición atmósfera de la zona, con la presencia de CO2 y otro tipo de gases, y afectan a la agricultura de forma inmediata, como ocurrió tras la erupción en Timanfaya, al sur de Lanzarote, donde habían más pueblos y una agricultura bien distinta a la que hoy existe.
EL SOL, UN LABORATORIO CON FECHA DE CADUCIDAD
Tras su jubilación, Manuel Vázquez presume de tener tiempo para ahondar en todo aquello que quiere, y a pesar de dedicar su último libro a la meteorología, gran parte de su obra ha estado vinculada a la física solar.
El sol es, a su juicio, una “estrella laboratorio” en donde podemos estudiar fenómenos que conocemos en la Tierra, pero a grandes dimensiones y con propiedades muy diferentes.
Un ejemplo de la peligrosidad que puede tener el Sol para Tierra está en sus llamaradas solares, un evento que ocurre en sus capas exteriores y lanza nubes de partículas cargadas eléctricamente.
El campo magnético terrestre las “apantalla”, pero si estas son significativamente fuertes, inciden en la atmósfera y pueden afectar a la red de satélites.
En una afección menos tecnológica y más humana, el investigador comenta que no cree que la especie vaya a estar amenazada por el sol al menos hasta dentro de cientos de millones de años.
Sin embargo, matiza el científico, “todo lo que tiene un principio tiene un final” y, en consecuencia, la humanidad vive en un planeta que, por el momento, nos permite conservar las condiciones de habitabilidad, algo que no durará por siempre.
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Martelero
Cuando dicen que somos privilegiados, es que estamos pero bien screwed.
Más que tropicalización, veo que el Sáhara está asomando la patita, y cada vez más.
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