Clases práticas de los bomberos en el parque de La Grama. Carlos Aciego.
La consejera de Emergencias del Cabildo de La Palma, Carmen Brito, y la consejera de Política Territorial, Sostenibilidad y Seguridad del Gobierno de Canarias, Nieves Lady Barreto, acompañadas por el director insular de Educación en La Palma, Gregorio Alonso, asistieron ayer a una de las clases prácticas que los bomberos de La Palma imparten en el Parque de La Grama a los jóvenes estudiantes del ciclo de técnico en emergencias sanitarias del Instituto Alonso Pérez Díaz.
Las máximas responsables en materia de Seguridad y Emergencias en los gobiernos insular y regional respectivamente comprobaron in situ el desarrollo de una práctica en la que se simula un accidente en el que se produce un vertido de productos químicos y varias personas resultan heridas en un entorno tóxico en el que debe actuar coordinadamente personal sanitario y de bomberos.
Carmen Brito y Nieves Lady Barreto han coincidido en destacar la importancia del desarrollo de este tipo de actividades coordinadas por el bien de la formación de quienes optan a ser en un futuro próximo trabajadores de emergencias, un ámbito para el que Cabildo de La Palma y Gobierno de Canarias han suscrito recientemente un importante acuerdo con el objetivo de establecer un programa de formación continua destinado a cuerpos de profesionales y voluntarios de la Isla.
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Juanf
Muchos años atrás visitando Ginebra me senté a tomar un café y el camarero que me atendió resultó de Galicia, le pregunte si estaba aprovechando su estadía en Suiza para estudiar y luego regresar a casa con mayor conocimiento que el que había tenido al incursionar en ese país, me dijo que no, le sugerí que lo hiciera pues el mayor beneficio de la emigración es el aprendizaje.
Hoy para mis amigos palmeros aquí les dejo un interesante comentario.
EN PRIMERA PERSONA
"Echaos una mano entre vosotros": la carta de un viejo emigrante a uno joven
Antes de marcharme a Alemania, solo me había alejado media hora de la ciudad donde nací
En el momento menos pensado, puede surgir la oportunidad de regresar
Sé que no es fácil dejar atrás tu casa: yo lo hice en 1969, cuando abandoné Galicia para trabajar en Alemania, y no regresé hasta diez años después. Muchos españoles lo hicimos entonces.
Fue duro, pero ahora guardo buenos recuerdos de aquella experiencia. Y si nosotros, con menos formación, logramos salir adelante, estoy convencido de que tú también lo harás.
Pese a que deberíamos haber progresado con el paso de los años, hay cosas que entonces eran más sencillas. Por ejemplo, yo me fui con un contrato asegurado, lo que me ahorró esa peregrinación repartiendo copias del currículum que os toca hacer ahora.
Pero no solo eso: antes las empresas nos procuraban formación. Durante mis dos primeros años en Alemania trabajé en una cementera. Y dentro de mi horario laboral me llevaban a un colegio para que aprendiera alemán. Ahora creo que cada uno tiene que arreglárselas por su cuenta.
Aunque suene contradictorio, hay cosas que han empeorado con el paso de los años. Pero piensa también en aquello que ha mejorado.
Ahora habéis visto mucho mundo. Lo más lejos que yo había ido a los veinticuatro años -la edad a la que me marché- era Lugo, que está a media hora en coche de Villalba, mi lugar de nacimiento. Por tanto, el contraste va a ser menor para vosotros.
Aniceto Prieto. Cedida por Afundación
Además, los jóvenes de ahora sabéis muchos idiomas. Yo había escuchado que en Alemania había muchos gallegos, por lo que me marché pensando que me alcanzaría con hablar español. ¡Menuda equivocación! Por suerte, al final aprendí lo suficiente para mi trabajo en la cementera y después en la Opel, donde pasé ocho años cortando carrocería.
¡Por no hablar de la conciliación! Durante mi estancia en Alemania, mi mujer y yo tuvimos dos hijos. Pasaron sus primeros meses lejos de nosotros, a cargo de sus abuelos en Galicia, así que nos perdimos sus primeros pasos. Luego, una vez en Alemania, para cuidar de ellos, mi mujer trabajaba por las mañanas y yo por las noches -sirva de consuelo que, al menos, por la noche me pagaban un marco más a la hora-. Es cierto que aún queda mucho por hacer en la conciliación, pero algo habrán mejorado las cosas.
Y ahora las comunicaciones han evolucionado mucho: puedes viajar en menos tiempo y a un precio mucho más económico. Para llegar a Galicia, antes nos tirábamos dos días en tren. Así que si necesitas matar el gusanillo con una visita rápida, solo tienes que subirte a un avión y en un suspiro te plantas en tu tierra.
Ahora también es más fácil mantener el contacto con la familia. Antes no había más remedio que mandar una carta y sentarse a esperar la respuesta. Ahora, con los teléfonos y los ordenadores, puedes mantener un contacto constante.
Y en mi tiempo muchísima gente vivía del campo. Por eso, cuando tenía vacaciones y regresaba a Galicia, me tocaba arrimar el hombro y echar una mano en la siega. La gente ya no trabaja tanto el campo, por lo que muchos podréis disfrutar de vuestras vacaciones.
¿Y qué consejos os puedo dar?
Yo os diría que, ante todo, tratéis de ser honrados. Luego, también os recomendaría que aprovechéis el tiempo: hoy en día recuerdo con mucho cariño los paseos en barca que nos pegábamos por el Rin a la mínima oportunidad. Y también es importante que os echéis una mano entre vosotros: aún estoy agradecido al compañero que se ofreció a sustituirme en la fábrica cuando viajé a Galicia para casarme, porque resulta que no había avisado con el tiempo suficiente a la Opel y sin él hubiese tenido que quedarme.
Y en algún momento, aunque sea de forma inesperada, se presentará la posibilidad de regresar. En mi caso, salió de los labios de Fraga. En la televisión alemana, todos los domingos había una hora de programación en castellano, y ahí salió Manuel Fraga diciendo que había plazas en una fábrica gallega de aluminio. Le pedí a mi cuñado, que estaba en Galicia, que me reservara una de ellas. Y así es como logré volver tras una década en Alemania.
Ahora miro atrás y lo recuerdo con cariño. Por supuesto, hubo momentos complicados. Pero también aprendí muchas cosas que, después de tantos años, me alegra haber vivido.
El País
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