Voluntario cogiendo rabogato. Luis G Morera.
Armados con azadas, guantes y botellas de agua, un grupo de voluntarios se reúne en las faldas de la Montaña de la Centinela, en el municipio palmero de Mazo, para recuperar el terreno que ha perdido la flora autóctona y ha ocupado la especie herbácea rabogato (Cenchrus setaceum), frenando en la medida de lo posible esta invasión.
El enemigo es una planta gramínea de origen africano de gran capacidad de expansión a partir de sus semillas, con floraciones en primavera y en otoño, principalmente, pero que aprovecha cualquier oportunidad para esparcir sus centenares de simientes que en un periodo de un año forman nuevas plantas adultas.
Con más de 80 acciones en diferentes puntos de La Palma, los integrantes del colectivo “Sinrabogato” son, en su mayoría, veteranos en la lucha contra la planta invasora, y han desarrollado nuevas técnicas tanto para su erradicación, como para evitar la dispersión de sus volátiles semillas.
Gracias a este colectivo, espacios como el Monumento Natural Volcanes de Teneguía, la Montaña del Búcaro, o la Montaña del Azufre se mantienen libres de rabogato, ya que los voluntarios se han organizado primero para su erradicación, y semanas después para el control de las nuevas germinaciones.
Esta semana han decidido actuar en la Montaña de la Centinela, un nuevo punto en su catálogo de “espacios bajo control” con el que además pretenden denunciar “la dejación de funciones por parte del Cabildo de La Palma”, que desde hace un año no ha destinado ninguna cuadrilla para la erradicación de la planta.
El portavoz de Sinrabogato, Pablo Batista, considera que “la constancia es necesaria para erradicar, o al menos controlar, el rabogato”, por lo que asegura que, “si desde las administraciones hubiera continuidad en el desarrollo de programas de medio ambiente, tendríamos una isla mucho más atractiva paisajísticamente, y con una biodiversidad mayor”.
Ha explicado que desde el colectivo se organizan y siguen una estrategia “de guerra” para ganar un terreno y “no dejarlo ocupar de nuevo”, creando un calendario de acciones cada tres semanas “escogiendo bien los lugares de interés por sus valores naturales para obtener los mejores resultados”.
Batista ha recordado que la Montaña de la Centinela es una zona catalogada como “de especial conservación”, dentro de la Red Natura 2000, que años atrás se mantenía libre de esta plaga exótica gracias a la actuación de las administraciones públicas, pero que ahora depende de un grupo de voluntarios para defender sus faldas.
Además esta montaña se encuentra en las cercanías del aeropuerto de La Palma, sospechoso de haber sido el primer punto de entrada a la isla de esta especie invasora y de alta capacidad de expansión debido a que en el municipio de Mazo fue donde primero se detectó la planta en la década de 1970.
“Alguien pudo traer en avión un ramo de ejemplares de otra isla, o tal vez fue cultivada en los jardines del aeropuerto en un momento de auge de las gramíneas ornamentales. Otra posibilidad sería que algunas semillas vinieran pegadas en las ruedas de alguna maquinaria” ha explicado Javier, uno de los voluntarios que ha investigado el origen de la invasión.
Desde este colectivo animan a los residentes de la isla a unirse a la batalla para desterrar el rabogato, y afirman que “si tanto queremos a nuestra isla, y se nos llena la boca diciendo lo bonita que es, tendremos que luchar por ella también un poco. No es todo bonito sin hacer nada a cambio”.
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