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Fuencaliente

Ya descansan en paz

  • Aralda Rodríguez: "Mi abuela perdió a dos hijos y se quedó muda para siempre"
  • Alfredro Mederos: "Este acto analtece a La Palma"

Ya descansan en paz en el cementerio de Fuencaliente los cuerpos de los siete asesinados durante el franquismo que fueron localizados en dos fosas comunes en el Pino del Consuelo de este municipio por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de La Palma, que ayer les brindó un emotivo homenaje, al que asistieron numerosos familiares y amigos, y también algunos políticos, todos unidos en su recuerdo y para que lo ocurrido no caiga en el olvido porque todavía quedan muchos cuerpos enterrados en cunetas, en barrancos, y en más fosas comunes repartidas por toda la Isla (en total hubo 86 desaparecidos, de los que 52 fueron asesinados en La Palma), a los que se pretende seguir buscando. En la lápida de los dos nichos donde han sido enterrados figuran los nombres de los 52 asesinados.

El acto lo abrió el poeta Melo Pérez, la persona que indicó el lugar exacto donde los familiares debían excavar para encontrar los cuerpos, que leyó un poema en su memoria y escrito por él. El cantante palmero Carlos Catana interpretó con maestría la canción, muy apropiada para el momento, "Knocking´on heaven´s door" (Tocando las puertas del cielo), del mítico Bob Dylan. Y  Aralda Rodríguez, Lala, la presidenta y el alma de la asociación, habló emocionada, con sentimientos encontrados, porque "aunque enterramos los cuerpos no los hemos podido identificar" y "porque no he podido encontrar a mi padre".

Aralda, en su intervención, leyó uno a uno los nombres de los 52 asesinados en La Palma y habló del dolor y  sufrimiento que han pasado las familias durante todos estos años. "Muchas madres, padres, esposas, hijos, sobrinos, han sufrido porque nunca han sabido dónde están sus familiares. Muchos se han muerto con el dolor de no saber dónde están. Mi madre se fue con ese dolor, yo estoy aquí por ella. Se quedó sola a los 25 años, murió a los 91, todavía no era viuda, su marido consta como desaparecido, no muerto, yo estoy en una batalla, buscándolo, sigo adelante porque esto no se va a acabar aquí. Le vamos a dar sepultura a estas siete personas pero seguiremos adelante porque esta es mi batalla y la quiero seguir con todos los que nos acompañen". Aralda también recordó el dolor de ver a su abuela, "le mataron dos hijos y ella se quedó muda, nunca más pudo hablar. Eso es triste, esa es la historia de mi abuela, pero también es la historia de muchos padres, madres y abuelos, que han sufrido y siguen sufriendo por su pérdida, y por los que nosotros vamos a seguir luchando".

Detrás de la emoción de Aralda, intervino el investigador palmero Alfredo Mederos, cuyas primeras palabras fueron para el desaparecido Antonio Manuel Díaz Rodríguez, que el destino quiso que fuera enterrado también este sábado, y de quien recordó que "cuando yo me dedicaba a investigar qué había pasado en esta desgraciada época, tuvo la amabilidad de dejarme la primera lista de desaparecidos que él había recopilado", y para Melo Pérez, que "ha sido fundamental para que hoy estemos aquí. Gracias a su testimonio directo, que él lo supo de su padre, estamos celebrando este acto que enaltece a La Palma. Han pasado muchos años para que este acto pudiera ocurrir fruto del trabajo de muchas personas. Aralda ha hablado del sufrimiento de los familiares, los que perdieron la vida lo perdieron todo y sus familiares han seguido sufriendo".

Asesinados por pensar diferente

Y es que Mederos subrayó que estas personas fueron asesinadas por pensar diferente porque "no habían cometido ningún delito, fueron vilipendiadas y calumniadas para justificar el delito", añadiendo que "no se podía hablar de ellas, y eso ocurrió no sólo en la dictadura de Franco, sino que posteriormente ese terror acumulado por la población, debido a estos asesinatos, se ha acumulado hasta el presente. Cuesta trabajo superar ese medio pero afortunadamente se va superando y la prueba es este acto. Así que la Isla recupera su dignidad, haciendo un homenaje público a esos hijos que fueron injustamente asesinados. Esa isla que produjo al Padre Díaz, a los hermanos Hernández Ferraz, a Antonio López, Elías Santos Abreu, a Méndez Cabezola, a Alonso Pérez Díaz, tiene que superar esta mancha histórica, reconociendo la dignidad de las víctimas y de sus familiares. Nunca es tarde si la dicha es buena y en este caso tenemos que preconizar aquellas palabras que Manuel de Azaña dijo en las Cortes Republicanas a la hora de superar la tragedia de la Guerra Civil: Paz, piedad y perdón, perdón para todos incluso para los verdugos, pero no podemos olvidar a las víctimas y tenemos que dignificarlas y en eso estamos hoy".

Hacer justicia

El acto continuó con la lectura, primero, de un poema de Sergio Millares y,después, de un escrito de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de La Palma, dando las gracias a todas las personas e instituciones que han hecho posible las excavaciones, entre las que nombró a Melo Pérez, a los arqueólogos de Arqueocanaria que realizaron las excavaciones y que estaban presentes en el acto, al doctor José Pestano, que realizó las identificaciones de forma desinteresada, (también asistió al acto), al Cabildo, al Gobierno de España por las subvenciones recibidas, a los ayuntamientos de Fuencaliente, Puntallana y Puntagorda y Breña Alta, a los medios de comunicación y, en definitiva, "a todas las personas que nos han ayudado a hacer el mapa de fosas comunes de la Isla y que poco a poco es nuestra intención ir abriendo" para "hacer justicia a los palmeros que murieron hace 75 largos años sin ser oídos y sin saber de qué se les acusaba". "Descansen eternamente y dignamente en paz".

"Ellos son nuestra memoria"

Y con la solemnidad de estas palabras, los pequeños ataúdes, cada una con su ramo de flores con los colores de la bandera republicana, fueron trasladados hasta el interior del cementerio hasta un doble nicho donde fueron depositados para su descanso eterno. En la lápida de mármol blanco que los cubre aparecen los nombres de los 52 asesinados junto a dos epitafios, uno de Elsa López (Ellos son nuestra memoria/ Ellos son nuestros muertos/ Nuestra historia/ nuestro pasado/ y nuestra firme convicción/ de no renunciar jamás/ a los que somos y pensamos) y el otro, de Miguel Hernández, (Temprano levantó la muerte el vuelo/ temprano madrugó la madrugada/ temprano estás rodando por el suelo).

 

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