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Opinión
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Nuestra contribución a la Guerra de Independencia Norteamericana

El territorio de Luisiana formó parte del Imperio Español desde el año 1762 hasta 1800. Para consolidar su dominio y potenciar la economía de Luisiana, el gobernador Bernardo de Gálvez abrió un periodo de intensa inmigración y colonización que acabó llevando a más de dos mil canarios a aquella región de Norteamérica.

Toma de Pensacola (1781), lienzo de Augusto Ferrer-Dalmau.

INTRODUCCIÓN

Después del triunfo de España sobre Gran Bretaña durante la Guerra de Independencia de Estados Unidos, en 1783, España recuperó las dos colonias que había perdido en la Guerra de los Siete Años: la Florida Oriental y Florida Occidental. Desde ese momento, el territorio que gobernó el rey Carlos III en Norteamérica fue extraordinario. Su reino se extendía desde el océano Atlántico hasta el océano Pacífico, lo que incluía la Florida, el sur de Alabama y Mississippi; las posesiones de la Luisiana, que abarcaban trece estados actuales de la nación; Texas; Arizona; Nuevo México; California; Nevada; Oregón; Colorado y Wyoming. Ningún monarca británico gobernó una extensión tan enorme de lo que hoy en día es los Estados Unidos como lo hizo el rey borbón.

Carlos III, cuyo reinado se tradujo en una mejor administración de la hacienda real española y de sus colonias, puso fin a los monopolios que impedían el libre comercio, tomó medidas para mejorar la enseñanza, las artes y las ciencias, redujo los impuestos, construyó caminos y puentes, reformó las finanzas estableciendo el sistema de intendentes reales, creó las Sociedades Económicas de Amigos del País y envió expediciones científicas por todo el mundo.

El territorio de Luisiana formó parte del Imperio Español desde el año 1762 hasta 1800. Para consolidar su dominio y potenciar la economía de Luisiana, el gobernador Bernardo de Gálvez abrió un periodo de intensa inmigración y colonización que acabó llevando a más de dos mil canarios a aquella región de Norteamérica. De acuerdo con las intenciones de Gálvez, el Gobierno español dirigió una orden, fechada el 4 de agosto de 1777, a Matías de Gálvez, lugarteniente del rey en las Islas Canarias, para que realizara una recluta a fin de completar el Batallón de Infantería de la Luisiana con los hombres que le faltaban y de formar un segundo batallón.

Luisiana 1762-1800.

Luisiana 1762-1800.

LA IMPORTANTE CONTRIBUCIÓN DE ESPAÑA Y SUS COLONIAS A LA INDEPENDENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS

La participación de las fuerzas de mar y tierra, unida a la considerable ayuda financiera de España a las Trece Colonias británicas, fue crucial para lograr la independencia de esta gran nación. Su primer presidente, George Washington, reconoció, en una serie de cartas, la importancia de esta enorme contribución en la victoria final. Por ejemplo: hay que señalar que, al comienzo de la Guerra de Independencia, el propio Washington pidió que se hiciera un inventario de la cantidad de pólvora que existía en las Trece Colonias y, cuando le informaron que sólo tenían 9.000 libras, el general se quedó sin habla durante media hora. En una carta fechada 4 de octubre de 1778, el general Washington le confesó a Morris: “Si los españoles hubieran unido su flota a la de Francia y emprendido hostilidades, mis dudas habrían disminuido…”.

El 11 de noviembre de 1778, el general escribió al presidente del Congreso Continental en Filadelfia lo siguiente: “Actualmente, los ingleses son enormemente superiores a los franceses en América y lo seguirán siendo en todos los aspectos, a no ser que España se interponga…”. Tres días después, Washington le escribe a Laurens: “La verdad de la posición depende exclusivamente de los acontecimientos navales. Si Francia y España se unieran y obtuvieran una superioridad decisiva por mar, una reunión con Inglaterra sería de poco provecho…”. Con posterioridad, el 3 de septiembre de 1779, después de recibir noticias de la declaración española de guerra contra Gran Bretaña, el general Washington le escribió a Sullivan: “Tengo el placer de informarte que España, al fin, ha tomado una decisión… Se espera que esta formidable bifurcación de la Casa de los Borbones no falle en establecer la independencia de Norteamérica en corto tiempo…”.

En 1780, Washington le envía al comisionado español en Filadelfia, Francisco Redón, el siguiente mensaje: “Deseo el feliz éxito de las operaciones [contra Panzacola] que me anuncia, tanto por el interés que pueda resultar a favor y gloria de España, como por el honor y ventajas que su consecuencia proporcionará a estos Estados Unidos en las partes del Sur.”.

Conviene recordar que, antes de que se firmase la Declaración de Independencia en Filadelfia, el 4 de julio de 1776, el embajador español en Francia, Pedro Pablo Abarca de Bolea, Conde de Aranda, se reunió con el ministro francés de Asuntos Extranjeros, el Conde de Vergennes, para discutir cómo podía cada nación ayudar a las Trece Colonias. Ambas naciones decidieron contribuir cada una con un millón de libras tornesas1. El rey de Francia, Luis XVI, era pariente de Carlos III y ambos monarcas estaban unidos por el Pacto de Familia de los Borbones y vieron la rebelión de las Trece Colonias británicas como una oportunidad para castigar a su antigua adversaria, la Pérfida Albión.

Las colonias españolas también aportaron considerable ayuda financiera a las Trece Colonias. Los gobernadores del territorio de Luisiana, Luis de Unzaga y Bernardo de Gálvez, proporcionaron pólvora, armas, alimentos, medicinas, incluyendo la quinina, y otras provisiones vitales tanto al general Charles Lee, segundo al mando del general Washington, como al general George Rogers Clark. La ayuda de la Luisiana resultó de mucha importancia para el Ejército Continental en Virginia y para la campaña del general Clark en el valle de Ohio.

La cuantía total de la contribución de España y sus colonias es difícil de determinar, ya que al principio la ayuda era secreta. Sólo desde España fueron enviados 7.944.806 reales y 17 millones de maravedíes durante 1776, 1777 y 17782.

Bernardo de Galvez.

Bernardo de Galvez.

LAS CAMPAÑAS MILITARES DEL GENERAL BERNARDO DE GÁLVEZ

La Luisiana era un enorme territorio, que se extendía desde el Golfo de México hasta Canadá y desde el río Mississippi hasta las montañas Rocosas. Fue gobernado por España durante casi cuarenta años. Gálvez comenzó a ayudar a los revolucionarios norteamericanos abriéndoles el puerto de Nueva Orleans. En abril de 1779, Gálvez confiscó once barcos británicos que estaban transportando artículos de contrabando y ordenó a todos los británicos que se marchasen de Luisiana, destruyendo así el comercio británico en la región.

El 21 de junio de 1779, España le declaró la guerra a Gran Bretaña. A principios de julio, cuando dicha noticia llegó a Nueva Orleans, Gálvez decidió atacar a los británicos inmediatamente.

El 7 de septiembre de ese mismo año, Gálvez tomó el fuerte de Bute, en Manchac, y el 21 de septiembre, el fuerte de Baton Rouge. Gálvez también obtuvo la rendición del fuerte de Panmure, en Natchez, defendido por el capitán Foster y ochenta granaderos, que se entregaron sin resistencia. También conquistó otros tres puestos avanzados, con los puertos de Tompson y Smith. Así que, en la primera semana de octubre de 1779, el coronel Gálvez y su pequeño ejército habían capturado a 550 británicos y mercenarios alemanes; a 500 colonos armados y sus negros; y tres fortalezas; llegando incluso a apresar un corsario inglés, el bergantín “West Florida”, que había dominado el río durante dos años. En total, habían agregado 1.290 millas de la mejor tierra del Delta del Mississippi al dominio español.

  • Baton Rouge

Tras avanzar con sus tropas desde Fort Bute, Gálvez llegó a Baton Rouge el 20 de septiembre de 1779, descubriendo allí una plaza bien fortificada, que contaba con alrededor de 300 soldados regulares. A tiro de la artillería de la fortaleza, era impracticable el uso frontal de la propia artillería para avanzar sobre la ciudad. Dada la situación, Gálvez se dispuso a realizar una maniobra de distracción, desde un bosque cercano, situado al norte, alarmando a la ciudad desde aquel enclave. Los británicos giraron las armas y lanzaron andanadas hacia esa zona; por su parte, los españoles, cubiertos por el abundante follaje de los árboles, solo sufrieron tres bajas. Mientras tanto, ingenieros y zapadores de Gálvez crearon una línea de trincheras y establecieron zonas de tiro seguras. Entonces, decidió movilizar sus efectivos nuevamente hacia el fuerte.

Los británicos resistieron y, después de tres horas de encarnizada lucha, se rindieron. Los términos de la capitulación establecidos por Gálvez incluían también la rendición de los 80 infantes regulares del cercano Fort Panmure, hoy día Natchez. De esta forma, se despejaba completamente el estuario del Mississippi de fuerzas inglesas, poniendo el gran curso navegable del río bajo control aliado. La victoria española permitió que, pocos días más tarde, los soldados de los Estados Unidos pudieran navegar hacia el Lago Pontchartrain y expulsar a las fuerzas británicas restantes de sus aguas.

  • Mobila

Tras liberar el río Mississipi de fuerzas ingleses, el gobernador pudo dirigir sus fuerzas hacia Mobila, en el actual estado de Alabama, cerca de Pensacola. Allí, Gálvez pidió refuerzos al capitán general de Cuba, Diego Navarro, que se unió a las tropas de Luisiana.

El ejército de Gálvez navegó desde Nueva Orleans a bordo de una flota pequeña de transporte, compuesta por una docena de barcos y 754 hombres. El 28 de enero de 1780, Gálvez comenzó a maniobrar con sus barcos para iniciar las operaciones de asedio. Mobila estaba defendida por el comandante Durnford, al mando del 97 regimiento inglés, los realistas de Maryland, 54 mercenarios, 51 esclavos y 2 cirujanos. La guarnición británica del Fuerte Charlotte, puesto fronterizo británico capaz de amenazar Nueva Orleans, sobrepasaba en número a las fuerzas de ataque españolas y resistió obstinadamente el sitio hasta que vieron cómo la infantería regular y la artillería se acercaban a tierra para unirse al ejército de Gálvez, lo cual provocó la rendición de la plaza. Mientras el comandante Durnford firmaba la capitulación, un ejército inglés de 1100 hombres que venían de Pensacola para auxiliar a los sitiados, emprendió la retirada sin llegar a luchar. Los españoles, sin embargo, persiguieron a los casacas rojas, llegando a capturar a un capitán y veinte dragones. Su rendición aseguró el dominio de la orilla occidental de la bahía de Mobile y abrió la trayectoria para las operaciones españolas en Pensacola.

  • El ataque a San Luis

Gálvez encomendó al tercer gobernador de Luisiana, don Fernando de Leyba, un capitán nacido en Barcelona, que le guardase las espaldas, cerrando el Misisipi a una infiltración británica en San Luis de Misuri. Era una posición muy avanzada, a más de mil kilómetros de Nueva Orleans, y Leyba sólo recibió para cumplir su misión veintiún soldados del Fijo de Luisiana.

Leyba no gozó inicialmente de la popularidad de su antecesor porque se mostró mucho más firme en la regulación del comercio y abordó los trabajos de fortificación de la ciudad, en gran parte, a costa de sus habitantes. Éstos no veían la necesidad de tanto aparato defensivo, ya que pensaban que San Luis nunca sería atacada y que la guerra se decidiría en otra parte, sobre todo, desde que el general americano Georges Rogers Clark había capturado los puestos británicos del Ohio y Mississippi.

Leyba fortificó como pudo San Luis, apresuró los trabajos de fortificación que ya habían iniciado desde su llegada, para dar alguna consistencia defensiva a la población. Organizó una milicia local y entró en colaboración con los rebeldes norteamericanos, que le prestarían ayuda, pero a los que tenía que abastecer con grandes esfuerzos. “La llegada de los norteamericanos a este distrito me ha arruinado por completo”, escribía Leyba, que efectivamente gastó en aquella empresa su fortuna personal y su salud, al punto de morir agotado, un mes después de los acontecimientos.

En la primavera de 1780, los exploradores de Leyba le advirtieron que una expedición inglesa bajaba desde el Canadá. Estaba compuesta por trescientos casacas rojas, otros tantos milicianos canadienses y varios cientos de indios, incluidos doscientos sioux. En total, unos 1.200 invasores. Leyba logró reunir trescientos hombres para la defensa: solamente veintiún soldados regulares, unos doscientos milicianos locales y algunos americanos, llegados a San Luis con el coronel Montgomery.

Hacia mediodía del 26 de mayo de 1780 se iniciaba el ataque de San Luis. Esta jornada, y la campaña subsiguiente, sería la primera ocasión histórica en que españoles y norteamericanos combatieron hombro con hombro.

Leyba había emplazado los cañones para cubrir las trincheras que se habían excavado a ambos lados de la torre San Carlos (la única de las cuatro proyectadas que se había podido construir) y que estaban guarnecidas por algo menos de 300 hombres entre regulares, milicia y paisanos. Las mujeres y niños fueron llevados a la casa del gobernador, defendida por el teniente Cartabona y una veintena de hombres. Leyba se situó en la torre San Carlos con el resto de la guarnición y dirigió personalmente el cañón. Los indios no imaginaban encontrar la población tan dispuesta ni ver tantos preparativos para su defensa, pero se lanzaron sobre la estacada con gran furia. El estruendo de los cañones y el fuego de fusilería de los defensores mantuvieron a raya a los asaltantes durante todo el combate. Parte de los indios, viendo la consistencia de las defensas de la ciudad, se retiraron de la lucha, no así Wabasha y sus Sioux, que persistieron en su ataque durante varias horas sin ningún resultado práctico. Según Leyba, el momento más delicado del combate se produjo cuando las mujeres y los niños, angustiados por el ruido de los disparos y los gritos de los indios, comenzaron también a chillar. Al creer que algo les estaba sucediendo, los hombres que se batían en la estacada estuvieron a punto de abandonar sus puestos y “sólo el heroico coraje —escribe Leyba— impidió que las armas cayeran de las manos de los padres de familia”. Al final, el ataque fue repelido e incluso la milicia pidió autorización para hacer una salida y perseguir a los indios que se iban retirando. Sin embargo, Leyba no lo autorizó porque era consciente de la superioridad numérica de los enemigos.

Únicamente los casacas rojas mantuvieron el ataque disciplinadamente, pero, abandonados por indios y milicianos, los ingleses estaban en paridad numérica y fueron rechazados. Salvada San Luis, una fuerza de cien españoles y doscientos yanquis salió en persecución de los frustrados invasores. La forma salvaje de luchar de los indios fue reflejada en el informe de Leyba: “Qué espectáculo tan horrible, ver esos pobres cuerpos cercenados en piezas, sus entrañas arrancadas, sus extremidades, cabezas, brazos y piernas esparcidos por todo el campo”.

El 8 de junio, Leyba elevó a Gálvez un detallado informe de la batalla, excusando la tardanza en escribir por la enfermedad que desde hacía tiempo le afectaba. Tan sólo veinte días más tarde, el oficial español fallecía y era enterrado en la iglesia de San Luis. Mientras, en España, la noticia del episodio llegaba por vía del intendente de la Luisiana, Martín Navarro, y el 3 de febrero del año siguiente, sin saber todavía que Leyba había muerto, el rey de España le concedía el grado de teniente coronel en agradecimiento por la vigorosa defensa llevada a cabo en el intento de toma por sorpresa del puesto de San Luis.

Tambor y soldado regimiento Luisiana.

Tambor y soldado regimiento Luisiana.

  • La Respuesta Española: La Captura de Fort Saint Joseph

El 2 de enero de 1781, la compañía del capitán Pourré, a la que se unieron medio centenar de indios de las tribus aliadas, parte de San Luis con el objetivo de atacar las posesiones británicas junto al lago Michigan. Una semana más tarde se unía otro pequeño contingente de tropas españolas. La expedición remontó en canoas el Illinois hasta que el hielo los obligó a abandonar el cauce del río y continuar a pie en un territorio accidentado y bajo penosas condiciones meteorológicas. Tras muchos sacrificios y mil kilómetros de marcha, los españoles llegaron frente a Fort Saint Joseph, actual ciudad de Niles (la ciudad de las cuatro banderas), en el estado de Michigan. Antes de atacar el puesto, los españoles negociaron con los doscientos guerreros indios que auxiliaban a los británicos para que los abandonaran a cambio de parte del botín. La madrugada del 12 de febrero, las tropas de Pourré sorprendían el fuerte sin gran resistencia. Entre los prisioneros, además de parte de la guarnición británica, figuraba un comerciante de Montreal llamado Duguet, cuya misión consistía en obsequiar a los indios e instigarlos contra los españoles. El comandante de la tropa leyó una proclamación donde se decía lo siguiente: “Yo anexo e incorporo los dominios de su muy Católica Majestad, el rey de España, mi amo, de ahora en adelante y para siempre, este puerto de Saint Joseph y todas sus dependencias, con el río del mismo nombre, y el de Illinois, que es afluente del río Mississippi”.

  • La batalla de Panzacola (Pensacola)

El rey Carlos III ascendió a Gálvez a mariscal de campo, que entonces comenzó a hacer preparativos para la toma de la plaza fuerte británica y ciudad más importante en el golfo de México, Panzacola.

La ciudad era la capital de la colonia británica de la Florida Occidental y estaba gobernada por el capitán general y almirante Peter Chester y el mando de su defensa corría a cargo del general inglés John Campbell. La plaza se encontraba defendida por un ejército británico compuesto de unos 1.500 soldados, pertenecientes al 16 y 60 Regimientos ingleses, el tercer Regimiento alemán de Walderk y los regimientos de Pensilvania y de Maryland.

El ejército inglés estaba ayudado por 1.000 indios creeks y un gran número de civiles armados. Estos grupos sumaban unos 3.500 soldados. La bahía era defendida por dos fragatas inglesas: HMS Mentor y HMS Port Royal y a su entrada se encontraba el fuerte inglés de las Barrancas Coloradas.

Una de las mayores dificultades estratégicas para la toma de Pensacola estribaba en su entorno geográfico. Bernardo de Gálvez opinaba que debería tomarse por mar y que, por consiguiente, se precisaba de una importante flota para asegurar el éxito de la empresa. Pero había un problema, Miguel de Goicoechea aseguraba ante el Consejo de La Habana que el ataque debería realizarse por tierra. Esta falta de unidad en el criterio hizo que el ataque se retrasase mucho tiempo.

Bernardo de Gálvez se desplazó a La Habana para convencer al gobernador de Cuba, Diego Navarro, y al Comandante General Navia de la eficacia de su plan de ataque. Logrado su objetivo, se le autorizó la entrega de 3.900 soldados y provisiones para seis meses. México le cedió unos 2.000 soldados más y Puerto Rico y Santo Domingo contribuyeron también con hombres y munición.

El 16 de octubre de 1780, transcurridos dos meses desde la toma de Mobile, una impresionante flota, bajo el mando de Bernardo de Gálvez, puso rumbo al continente norteamericano con objeto de atacar y tomar Pensacola. El 18 de octubre, se desencadenó una terrible tormenta huracanada, ocasionando el hundimiento de una nave y la total dispersión de la flota en el Golfo de México. Algunos buques terminaron en Mobile, otros en Nueva Orleans e incluso algunos barcos acabaron en Campeche, Península del Yucatán. Pero Bernardo de Gálvez no se dejó intimidar por las circunstancias adversas, volvió a Cuba y pidió intentar el ataque otra vez. Pensacola caería tarde o temprano en manos españolas: ese era el objetivo y estaba decidido a conseguirlo.

  • El interludio del ataque inglés a Mobila

El general inglés John Campbell tuvo conocimiento del desastre de la flota española y ordenó al coronel Van Hayleden salir de la plaza con 700 soldados, 400 casacas rojas y 300 indios aliados de los ingleses, para recuperar Mobile. El ataque británico estaba destinado a destrozar la coordinada defensa española. Las autoridades españolas desde la Capitanía General de Cuba, para soportar el ataque inglés, enviaron fuerzas adicionales con la intención de aguantar el tiempo que fuera necesario sin que cayera dicha plaza.

El 7 de enero de 1781, los ingleses sitian Mobile y atacan a la guarnición por la noche. La resistencia española fue feroz: los españoles, con menos recursos (en uno de los baluartes sólo 190 soldados resisten la acometida nocturna de toda la unidad enemiga), rechazan el asalto de los británicos e incluso el propio coronel inglés cayó muerto. La columna inglesa, derrotada y desmoralizada por tal circunstancia, tras calcular las cuantiosas pérdidas en soldados y oficiales y sopesar que era imposible vencer, regresó a Pensacola

  • Otra vez Panzacola (Pensacola)

La expedición final zarpó de La Habana el 28 de febrero de 1781. En marzo de 1781 llegan a la plaza de Panzacola. El capitán José Calvo de Irazábal se negó a entrar con su navío San Ramón debido a que previamente se había encallado al tocar el fondo de la bahía. Y optó por regresar a La Habana después de haber tenido serias discrepancias con el general Gálvez. El abandono de este navío de 64 cañones dejó al ejército sin protección de un ataque inglés por mar.

Bernardo de Gálvez, al mando de tres pequeños barcos procedentes de Nueva Orleans, penetró en la bahía mientras el fuerte inglés de las Barrancas Coloradas le disparó 107 cañonazos contra sus barcos, algunos de los cuales le atravesaron las velas, pero no sufrió ninguna baja. Gálvez tuvo éxito penetrando solo la bahía de Pensacola a bordo del Galveztown. Las fragatas Santa Clara y Santa Cecilia y el chambequín (jaquebe aparejado como fragata) Caimán y el paquebote San Gil siguieron su ejemplo y entraron con éxito a la bahía de Panzacola, a pesar del ataque continuo del fuerte inglés que protegía la entrada. Las tropas del general Gálvez recibieron una importante ayuda cuando llegaron granaderos, cazadores, la infantería ligera y milicianos procedentes de Nueva Orleans y Mobila.

El 19 de abril de 1781, recibió otro oportuno y sustancial socorro: una escuadra al mando de José Solano y Bote, de once navíos y cuatro fragatas, a los que se les unieron 1.600 soldados, al mando de Juan Manuel de Cagigal, y una escuadra francesa de cuatro navíos, cuatro fragatas, un bergantín y un cúter, al mando de Chevalier de Monteil, que había zarpado de La Habana.

Los once navíos de guerra de la poderosa escuadra de José Solano y Bote eran los siguientes: San Luis (el buque insignia que llevaba a bordo a los generales Solano y Cagigal y al enviado especial de Carlos III, Francisco de Saavedra), San Juan Nepomuceno, San Gabriel, San Agustín, San Miguel, San Nicolás, San Francisco de Asís, Guerrero, Velasco, Arrogante y Astuto. El apoyo naval de Solano fue de una importancia decisiva en la rendición de la plaza. Con quince navíos de guerra españoles y franceses los ingleses no podían socorrer a Panzacola.

Después de dos meses de lucha, una bala de cañón dio en el depósito donde se almacenaba la pólvora del fuerte inglés Queen’s Redoubt, que los españoles llamaban el fuerte de la Media Luna. Este bastión fue destruido casi completamente y perdieron la vida más de 100 ingleses.

El general Gálvez ordenó un ataque general y observó que los ingleses se refugiaban en las murallas para repeler el ataque. Al ver que era inútil seguir resistiendo, el general del ejército británico, John Campbell, mandó alzar la bandera blanca y se dirigió al mariscal Cagigal para ofrecer su espada. Cagigal, en un gesto magnánimo, la rehusó. Días después, el mariscal Juan Manuel Cagigal fue ascendido a teniente general de los Reales Ejércitos.

Al día siguiente, el 8 de mayo de 1781, se rindieron los ingleses. El general Gálvez escribió: “A los 12 días de trinchera abierta y 61 del desembarco en la isla de Santa Rosa, se rindieron a las armas de Su Majestad, los fuertes y plaza de Panzacola”. El acuerdo consideraba la entrega no sólo de Pensacola, sino también de los fuertes al norte del Golfo de México, excepto San Agustín y la isla de Jamaica. En el mismo documento se garantizaba la repatriación de las tropas inglesas a su patria.

El historiador Orwin Rush se ha referido a la batalla de Panzacola como “un factor decisivo en el resultado de la revolución y una de las batallas de la guerra ejecutadas más brillantemente”. Las tropas de Gálvez tuvieron 74 muertos y 198 heridos. La Armada perdió veintiún marineros y cuatro resultaron heridos de gravedad.

La flota francesa que había estado al mando de Gálvez durante los dos meses que duró el asedio a Pensacola, una vez tomada la ciudad, fue dotada por el propio Gálvez con 500.000 pesos de oro y ordenó que se dirigieran, siguiendo el camino de la costa atlántica, hasta la bahía de Chesapeake y así llegar oportunamente a este enclave, para unirse a las tropas de Washington y derrotar a Lord Cornwallis. En estas naves viajaron dos compañías del Regimiento de Fijos de La Habana y 110 hombres de los Batallones de Pardos y Morenos, tropas que tuvieron un desempeño brillante en Yorktown, al cargar contra el frente inglés.

El 31 de octubre de 1781, los ejércitos del general Washington y del general Rochambeau derrotaron al ejército inglés de Lord Cornwallis en la batalla de Yorktown, poniendo así fin a la guerra de independencia. Dos años después se firmó el Tratado de Versalles y las Trece Colonias obtuvieron su independencia y España recuperó La Florida.

Escudo de la provincia de Luisiana.

Escudo de la provincia de Luisiana.

ORGANIZACION DEL EJÉRCITO ESPAÑOL, PENSACOLA, ABRIL DE 1781

PLANA MAYOR DEL EJERCITO:

  • Comandante general: Mariscal de Campo Bernardo de Gálvez

  • Segundo Comandante: Mariscal de Campo Juan Manuel de Cagigal

  • Mayor General: Coronel José de Ezpeleta

  • Cuartel Maestre General: Teniente Coronel Francisco de la Nava

  • Comandante de la Artillería: Teniente Coronel Vicente Risel

  • Comandante de Ingenieros: Teniente Coronel José de Urraca.

BRIGADAS:

  • PRIMERA BRIGADA: Comandante: Brigadier Jerónimo Girón. Cuerpos:1.592 hombres en total

    • Rey: 419 hombres

    • Príncipe: 257

    • Navarra: 672

    • Habana: 244

  • SEGUNDA BRIGADA: Comandante: Coronel Manuel Pineda. Cuerpos: 1.386 hombres en total

    • Soria: 495

    • Hibernia: 467

    • Flandes: 424

  • TERCERA BRIGADA: Comandante: Coronel Francisco Longoria. Cuerpos: 1.343 hombres

    • Guadalajara: 328

    • España: 428

    • Aragón: 287

    • Luisiana: 149

    • Dragones: 97

  • CUARTA BRIGADA: Comandante: Capitán de Navío Felipe López de Carrizosa. Cuerpos: 1.323 hombres.

    • Marineros: 624

    • Infantes de Marina: 699

TOTAL BRIGADAS: 5.644 hombres

TROPAS AFECTAS AL CUARTEL GENERAL:

  • 1ª DIVISIÓN. CAMPO VOLANTE: Comandante: Coronel Pablo Figuerola. Cuerpos: 741 hombres.

    • 2º de Cataluña: 228 hombres

    • Fusileros de montaña: 78

    • Milicias de pardos de La Habana: 262

    • Milicias de Nueva Orleans: 173

  • 2ª DIVISIÓN. FRANCESA. Comandante, Capitán de navío Marine Royale: Mr. de Boiderut. Cuerpos: 509 hombres.

    • Dotaciones de marinería e infantería de marina de los buques franceses: 509

  • 3ª DIVISIÓN. ARTILLERÍA. Comandante, Teniente Coronel Vicente Risel. Cuerpos: 471 hombres.

    • Artilleros españoles: 209

    • Artilleros franceses: 74

    • Artilleros marina española: 80

    • Artilleros marina francesa: 108

  • Escolta del cuartel general:

    • Carabineros de Nueva Orleans: 13

    • Zapadores (gastadores de fortificaciones): 120

TOTAL GENERAL DEL EJÉRCITO: 7.485 hombres

Listado de los buques de la escuadra española que participaron en la conquista de Pensacola, en 1781.

La escuadra, al mando de José Calvo, para la escolta de los mercantes que llevaban las tropas de ocupación de Pensacola es la siguiente:

  • Navío San Ramón, 64 insignia de José Calvo

  • Fragata Santa Clara, 34 capitán de fragata Miguel Alderete

  • Fragata Santa Cecilia, 28 capitán de fragata Miguel de Goicoechea

  • Chambequín Caimán, José Serrato

  • Paquebote San Gil, José María Chacón

El 7 de abril de 1781, circuló el rumor de que se acercaba una escuadra inglesa, por lo que el 9 de abril zarpa de La Habana una escuadra de 11 navíos y 4 fragatas que llevan además 1.600 soldados al mando de Cagigal, a los que se unen 4 navíos y 4 fragatas al mando del francés Chevalier de Monteil. La escuadra, al mando de José Solano y Bote, llega a la isla de Santa Rosa, el 21 de abril:

  • Navío San Luis, 80 insignia de José Solano

  • San Francisco de Asís, 74

  • San Juan Nepomuceno, 74

  • Guerrero, 74

  • San Miguel, 74

  • Arrogante, 74

  • San Gabriel, 74

  • San Agustín, 74

  • Velasco, 74

  • San Nicolás, 80

  • Astuto, 58

  • Palmier, 74, francés

  • Intrepide, 74, francés

  • Triton, 64, francés

  • Destín, 74, francés

1 La libra tornesa era una moneda francesa que se imprimía en la ciudad de Tours.

2 Archivo Histórico Nacional, Legajo 3898 con fecha de 28 de octubre de 1784.

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