La pirotecnia ve imposible que un volador pueda desplazarse desde la plaza hasta donde se inició el fuego

Los testimonios siguen sucediéndose en el juicio que se está celebrando por el incendio de Mazo en 2009, sin que por el momento se haya podido demostrar que el volador que lo provocó se tirara desde la plaza de Tigalate donde se celebró la fiesta.

En la tercera vista celebrada este miércoles, una de las personas que ha declarado ha sido el hijo de uno de los dueños de la fábrica de pirotecnia, ya cerrada, que le regaló los voladores a los miembros de la Comisión de Fiestas que se sientan en el banquillo, ya que habían contratado un espectáculo de fuegos artificiales que estaba previsto para el día 1 de agosto y que nunca se llegó a celebrar.

Este testigo dijo que en su opinión era “imposible” que un volador lanzado desde la plaza de la ermita pudiera desplazarse 300 metros y más cuesta abajo, que es la distancia a la que estaba la zona donde comenzó el fuego. Así respondió este hombre a la pregunta que le formuló al respecto el abogado de los acusados. En cuanto al hecho de que se hubieran encontrado restos plásticos de un volador en el foco del incendio, que por lo manifestado por el jefe de la policía judicial coincidía con las características de los que tenía la Comisión de Fiestas, indicó, también a preguntas del abogado, que todos los voladores van recubiertos de la misma cobertura plástica. “La cápsula es la misma para todos los que se fabricaban”, dijo, lo que refuerza la teoría del abogado que indicó el primer día del juicio que esos restos podían pertenecer a otros vecinos. En cuanto al hecho de que los voladores regalados por la pirotecnia a la comisión de fiestas estuvieran mal etiquetados, no eran del número 3 sino del 5, más potente, lo atribuyó a un error.

Otra representante de la pirotecnia, hermana del anterior, también declaró ya que fue quien entregó los voladores, una entrega que dijo que no quedó registrada porque se hizo fuera de la fábrica. La mujer aseguró que los contó dos veces y eran 50, y que no vendió más voladores para la fiesta esa semana. Este dato es importante porque el fiscal ha dicho que de estas 50 unidades faltan ocho que no se sabe dónde están.

“No me acuerdo de nada porque ando medio chafado”

Un señor mayor que también fue llamado a declarar dijo que ya no se acordaba de nada porque había pasado mucho tiempo y “ando medio chafado”, por lo que se dio lectura a la declaración que hizo en su momento en la que manifestó que le habían dado un cigarro encendido, uno de los acusados, para que él mismo tirara un volador en la plaza y que eso fue después de la seis. Los acusados han negado que se lanzaran cohetes después de esa hora. Una mujer que en ese momento era trabajadora del Cecopin, también declaró que vio salir un volador del entorno de la iglesia pero que no podía decir el punto exacto.

En esta tercera vista también testificó un trabajador de medio ambiente por videoconferencia desde la Audiencia de Bilbao, que dijo que el incendio empezó muy lejos de la fiesta y que no podía ser por un volador. En el momento en el que se inició el fuego, estaba en la plaza comiendo tortilla. “Me enteré porque un niño me dijo que había fuego, miré y vi la claridad del fuego”. Entonces comentó que salió corriendo hacia el incendio pero que cuando llegó no tenía nada para atajarlo y “el cabo me peguntó qué hacía allí y yo le contesté que había llegado primero que él”. A este hombre fue al que vio la policía local saliendo del lugar donde se produjo el incendio (la policía judicial descartó que tuviera alguna relación con el fuego) y es también el mismo que avisó, así lo reconoció a preguntas del fiscal, a vecinos de viviendas de la zona para que se fueran porque el incendio no se podía controlar. “Fui atendido por la ambulancia por las heridas que tenía en los pies”, dijo.