El jueves 12 de enero a las 20:00 horas se presenta en la Casa Salazar de Santa Cruz de La Palma un nuevo número de la revista IRUENE, pionera en los estudios de posición astronómica y cultural sobre la Historia Antigua de Canarias. Es la única edición periódica, de carácter anual, que se publica en España, comprendiendo trabajos totalmente inéditos.
En la presente monografía se despliegan siete trabajos que nos ayudarán a comprender el pensamiento cosmogónico y espiritual de los antiguos canarios. El artículo de cabecera da a conocer una veintena de lugares sagrados awara con representaciones rupestres de la figura humana (antropomorfos) en la isla de La Palma. Conoceremos un lugar fastuoso como es la Veta del Almácigo, en las laderas de El Time (Tijarafe, La Palma), un complejo sagrado que comprende un canal de 200 m de desarrollo y más de 70 cazoletas.
Otro artículo nos traslada a la isla de La Gomera, concretamente a la zona alta de Jaragán para descubrir un complejo sistema de yacimientos arqueológicos.
Por otro lado, se dan a conocer 125 complejos de cazoletas de mar localizadas en el Norte de la isla de Tenerife. Se muestra también una visión artística con profundo significado sobre el símbolo de la espiral y, por último, en secciones cortas se hurga en las huellas de nuestros antepasados por todo el Archipiélago.
Aquellando
Es verdad, 007. Menos mal que fueron conquistados por castellanos cultos y pacíficos, que les sacaron el agua, las tierras y el ganado porque los aborígenes, incultos ellos, no sabían que hacer con todo eso, y los pusieron a alabar a palos en cruz y a vírgenes de madera y escayola, y así dejaron las supersticiones para siempre.
Así, bautizados, castellano hablantes y europeos, los aborígenes canarios pudieron contribuir a civilizar a los americanos, que también lo estaban necesitando. Amen.
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Los antiguos pobladores de la isla, aquellos que en la Edad Media vivían todavía como si estuviesen en la Edad de Piedra, en lo único que pensaban era en seguir vivos hasta el día siguiente, pues si no los mataba una enfermedad, el hambre, la climatología, un accidente al despeñarse por algún risco, se encargaba de hacerlo algún vecino de una cueva cercana, pues lo que les faltaba de cultura les sobraba de belicosos.
Esa gente, aparte de ignorante el grado sumo y supersticiosa hasta la médula, era más bruta que un arado americano.
Menos mal que casi ya no existe gente así en el mundo. En La Palma todavía queda alguna, pero poca.
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