Mi pasión por el jazz es el fruto de una búsqueda a ciegas, a través de ecos y referencias. Durante años me acostumbré a acompañar mis quehaceres cotidianos de estudiante con música clásica: afición a la que fui aleccionado, como muchas otras, por esa suerte de hermano mayor que ha sido para mí (y para mis otros hermanos) nuestro querido tío Bac, abreviatura de doctor Bacterio, nombrete con el que identificamos a Anelio Rodríguez Concepción. Él me inició en la audición de los grandes maestros de todas las épocas (Mozart, Beethoven, Bach, Ravel, Sibelius, Falla, Jobim), de los que me grababa selecciones en cassettes que aún conservo como una especie de incunables.
Sin embargo, con la edad y con el ingreso en la universidad, que es cuando uno empieza a vivir por su cuenta, recién cumplidos los veinte años, me inicié en el jazz y con el dinero ganado en mis primeros trabajos como periodista adquirí mis primeros discos: un recopilatorio de Charlie "Bird" Parker, de quien Cortázar trazó una excelente falsa biografía en su relato El perseguidor, que leí con pulsión febril; una antología de las baladas que Miles Davis grabó para el sello Columbia, que constituyen un hipnótico viaje al interior de la noche, y Tristeza on Piano, un cosquilleo vitalista y gozoso que te recorre las venas y se te incrusta en el alma como una revelación milagrosa, gracias a las suaves yemas de los mil dedos de Oscar Peterson.
Dos décadas después y salvo escasas excepciones, el jazz es la única música que escucho en la intimidad de mi piso de alquiler, donde los compacts y los DVDs, al igual que los libros, amenazan con sepultarme algún día bajo el peso de esta feliz soledad santacrucera.
En mi rutinario deambular por la prensa digital (uno, que dedicó la mitad de su vida a los periódicos en papel, ya ha desertado de los diarios como otros abandonan a sus mujeres o a sus amantes de siempre) el pasado miércoles me topé con una noticia no por previsible menos ingrata: el fallecimiento, un día antes de cumplir los noventa y dos años, del pianista norteamericano Dave Brubeck.
Nacido en 1920, en la localidad californiana de Concord, David Warren Brubeck era hijo de un granjero y de una directora de coro que inculcó a sus hijos el amor por la música. Tanto él como sus hermanos estudiaron en el Conservatorio aunque Dave apenas tuvo tiempo para flirtear con las chicas ya que fue movilizado para unirse a las Fuerzas Armadas desplazadas a Europa, al final de la II Guerra Mundial. En el ejército, el futuro pianista se encargaría de dirigir la banda militar donde trabaría amistad con otros instrumentistas, fervientes seguidores -como él- del bebop que creaban, noche tras noche, en los clubs de Nueva York, dos colosos que atendían a los nombres de Charlie Parker y Dizzy Gillespie.
De carácter afable y extrovertido, afectuoso, simpático, la única vez que del rostro de Dave Brubeck desaparecía su sempiterna sonrisa era cuando tenía que recordar, con los ojos bañados en lágrimas y la voz entrecortada por la emoción, que a sus compatriotas de raza negra, músicos como él, que habían combatido en el frente contra el nazismo, se les negaba la entrada en hoteles, bares y restaurantes en EE.UU., debido al color de su piel. Criado en un ambiente rural, este artista irrepetible, de profundas convicciones tanto religiosas como morales, creció con el sueño de poder tocar algún día en la banda del clarinetista Benny Goodman, a la que oía en la radio familiar después de ayudar a su progenitor en las duras labores del campo.
En el extraordinario documental de Ken Burns, Jazz, la historia (gracias de nuevo, Bac), Brubeck relata el estremecedor momento en que un día, siendo un chaval, su padre lo llevó a visitar a un viejo jornalero negro, amigo suyo, para que éste, avergonzado, le mostrase las marcas en su espalda de una docena de latigazos.
"Recuérdalo bien, Dave, estas cosas no deben volver a pasar nunca más en este país, hijo", le advirtió.
Así, en plena década de los cincuenta, cuando la lucha por los derechos civiles de la minoría negra estaba en ciernes y muchos aún miraban hacia otro lado, Dave Brubeck desafía cualquier forma de segregación y monta su mítico cuarteto, junto al saxo alto Paul Desmond y el batería Joe Morello, y donde incluye al contrabajista negro Eugene Wright. La formación no tardó en erigirse en uno de los conjuntos instrumentales más célebres de todos los tiempos.
Influido por los autores europeos de vanguardia, como Milhaud (de quien fue alumno), Hindemith, Stravinsky o Schoenberg, Dave Brubeck se atrevió a reforzar los componentes melódicos del jazz para así hacerlo más asequible al gran público. La fórmula tendría una aceptación inmediata y su mayor mérito radica, precisamente, en haber aproximado el jazz a las clases medias de Norteamérica.
Convertido en una de las principales atracciones universitarias de todo el país, el cuarteto de Dave Brubeck grabaría con éxito numerosos discos en directo y lideraría las listas de popularidad con el "hit" Take five. Este tema, original del tímido aunque expresivo Paul Desmond, pertenece al álbum de larga duración Time out, del que se llegaron a vender más de un millón de copias en todo el mundo (algo insólito, entonces y ahora, para un vinilo de jazz).
De la noche a la mañana, Brubeck se convirtió en una celebridad y fue el segundo músico de jazz en ser portada de la revista Time, después de Louis Armstrong.
Presa del entusiasmo, el pianista no pudo evitar llevarle un ejemplar de la citada publicación a su amigo, Duke Ellington, en cuya casa se presentó sin previo aviso una mañana: "En esta portada tendrías que estar tú, Duke, que para eso eres el más grande".
Aunque el Dave Brubeck Quartet se disolvió en 1967, el pianista californiano mantuvo una intensa actividad profesional durante el resto de su larga y prolífica carrera, en la que llegaron a acompañarle cuatro de sus cinco hijos, también músicos.
"Una de las razones por las que creo en el jazz es que en él la individualidad del hombre halla su camino a través del ritmo del corazón. Y ese latido retumba por igual en todas partes. Es lo primero que escuchas al nacer y el sonido con el que la vida te despide", confesó una vez este inquieto artista al que ni siquiera un accidente cerebro-vascular consiguió retirar de los escenarios en los que permaneció durante más de seis décadas.
Brubeck, que fue distinguido con la Medalla Nacional de las Artes, en 1994, y el premio Kennedy, en 2009, deja un legado impresionante para las futuras generaciones, que tan escasas andan de referentes éticos y estéticos como, sin duda, resulta el suyo.
pevalqui
Con la venia: desconocía todos esos datos sobre boxeo que ha aportado nuestro "cosmonauta". Honradamente, para mi eran casi extraterrestres. ¡Qué bueno! el poder compartir todas estas cosas.
Al igual que nuestro Pedro Luis, también he sido y soy aficionado a casi todos los deportes. Recuerdo como siendo aún niño, mi padre me hablaba casi con fervor religioso, de Joe Louis, Max Schmeiling y algunos otros que no recuerdo.
Aún conociendo, si quiera de nombre, los mencionados por "cosmonauta", he de reconocer que me "empequeñeció". De cualquier manera siempre seguiré teniendo a Alí como el mejor, el más que me hizo disfrutar. Algunos de los combates que "cosmonauta" menciona, los pude ver por televisión, y otros tantos también.
Lo de Muddy Waters y sus blues, fantástico. Conocía varias canciones de Muddy, las había oído. ¡Una maravilla!, cuando el blues y el soul se entrelazan.
Y para concluir, como dicen por La Palma, tal como suele decir mi hermana Rosario, para mi también es "mi isla adoptiva". Y por consiguiente, "me alegro de todos esos parabienes".
Saludos, en esta ocasión especialmente cordiales. Buenos días.
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PedroLuis
Estimado "cosmonauta", agradezco y correspondo a su cortés saludo que, pese a su "autodiagnóstico", valoro como muy sociable. Extiendo la gratitud a José Amaro Carrillo, que nos abre “su casa” con generosidad.
Las relaciones con el terruño tienen tanto de racional como de irracional, lo mismo para el afecto como para el desafecto. Tal vez porque la memoria se reparta a partes iguales entre las vísceras y el cerebro. Seguro que al lado de sus malos recuerdos insulares, guarda otros menos malos, y hasta unos pocos buenos. Al final prevalece la resultante, que en el caso de su amigo es “ranciamente positiva” y en el suyo “solo moderadamente”, para no ser negativos. Ambos balances forman parte de la “condición humana”, como la pasión, la nobleza, los tongos, la crueldad, la hipocresía, etc., forman parte del BOXEO y de tantos otros deportes.
A diferencia suya, soy un mero (malo y venido a menos) aficionado al boxeo, incapaz de aguantar un asalto a su demoledora erudición. Simplemente me gustan los deportes, tanto como asomarme a las ilustradas “ventanas” que nos brindan los magníficos colaboradores de El Apurón… y participar por aquello de que “juntos parecemos más”.
Saludos cordiales desde estas peñas volcánicas.
P.D.- En la intimidad le confieso un secreto: también yo soy de los “rancios”, aunque habitualmente no resida en La Palma.
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Pintao
De la gente muy ocupada, que Dios me guarde!
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cosmonauta
Señor Pedro Luis.
No pensaba responderle absolutamente nada, pues no soy sociable, pero ya que usted se dirigió a mi persona con respeto creo que seria descortéz de mi parte no enviarle un saludo.
Un amigo de mi infancia al que yo denomíno siempre como el palmero rancio por que lleva la isla de la Palma tan arraigada en su corazón que si lo apartaran de ella de manera definitiva moriria de seguro, me pidió que colaborara de vez en cuando con este periodiquito digitál enviado algún comentario. Le dije que lo haria con mucho gusto a pesar de soy un hombre muy ocupado.
Lo de periodiquito no es una expresión peyorativa……Mas bien es de cariño, pues apesar de que yo no guardo buenos recuerdos de los palmeros, resulta imposible olvidar el pasado pues siempre estará presente en nuestra mente como una impronta imposible de borrar.
No me gusta ser ampuloso ni ególatra pero cuando yo opino de un tema es por que lo conozco en profundidad pues de lo contrario no me atreveria a comentarlo para no hacer el ridiculo.
El gran problema de hoy en dia con las personas es que la inmensa mayoria desconoce casi por completo el pasado, y como en esa época no existian las comunicaciones por satelite la información se reduce a pequeños vídeos, algunas fotógrafias y recortes de prensa.
Muchas personas amantes del boxeo y admiradores de Cassius Clay no saben por ejemplo que en la primera pelea contra Henry Cooper este lo derribó con un gancho y lo salvó la campana pero cuando su couch el señor angelo dundy se dió cuenta que Clay no reaccionaba utilizó un truco deshonesto por demás. Razgó uno de los guantes con una hojilla y llamó al arbitro. Este de inmediato mandó a traer otro guante y en ese interin trascurrieron 8 minutos, de esa manera Cassius Clay se recuperó y pudo ganar la pelea. Eso lo confesó el señor Angelo antes de morir, no son elucubraciones mias.
El boxeador Sonny Liston también confesó antes de morir que en la segunda pelea con Clay se dejó caér a la lona a cambio de muchisimo dinero pero fu´pe tan mal actor que en el vídeo se nota a leguas que fue apenas un cachetón lo que le propinó Clay y se quedó en la lona con los ojos bien abiertos y una sonrrisa maliciosa que no pudo ocultár el fraude. Poseo el vídeo en propiedad , asi como 300 vídeos mas sobre las mejores peleas del siglo XX.
Y para terminár permitame decirle que estoy de acuerdo con usted en eso de que en esa tierra siempre golpean con la derecha desgraciadamente para todos los Españoles y canarios por supuesto.
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jacarrillo
Estimado Pedro Luis: es usted un amigo de otra galaxia. Su ágil respuesta puede calificarse de sideral. Reciba un cordial saludo.
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PedroLuis
Señor "Cosmonauta", usted que vuela por la inmensidad del espacio, sabe que el asunto de las escalas es muy relativo. Un "periodiquito" en un espacio reducido, como el insular, puede ser un "gran periódico". Y viceversa, un "gran periódico" en la inmensidad continental, no deja de ser un "periodiquito" mas.
Dicho lo anterior, no se preocupe. No llegaremos a las manos, puesto que en asuntos de boxeo nos ha dado usted un hermoso repaso…
Eso sí, por mortificarle con cariño: Sin desmerecer lo que usted dice, C. Clay ha sido uno de los grandes, ponerlo en duda parece un descaro.
¿El más grande?… aaah eso es más difícil apreciarlo desde la Tierra, desde el espacio bien se sabe que la visión es diferente.
Saludos, con baile de piernas, por supuesto…. y amagando con la izquierda, porque el golpe definitivo, por estos lares, siempre nos lo dan con la derecha.
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Pintao
Da gusto poder manifestar mi admiración por el jazz y poderlo hacer entre gente tan entusiasta y entendida.
Si alguna vez le coges el gusto, ya forma parte de ti y más si también te gusta la literatura americana de la época.
Yo me inicié casi sin darme cuenta, a través del "jazz latino", mientras servía copas en el salón del hotel Continental, contemplando como en la luz mortecina de la tarde se acumulaba la nieve en las aceras, mientras un trío alegraba el ambiente con melodías que a mi me sabían a "cercanas", no en vano el pianista era un negro grande y simpático que venía de Cuba y se llamaba Don Ramón (Bebo para los amigos).
Le resultaba curiosa mi manera de hablar palmera y me llamaba
"güajiro". "Anda acá güajiro, consígueme un ron del bueno"
Yo no supe que era famoso hasta que hace unos años lo vi en la película "La calle 54" de Fernando Trueba y ya después archifamoso con el CD "Bebo rides again" y con el Cigala para no hablar del magnífico CD doble de "El solar de Bebo".
Le llegó la fama por casualidad y cuando ya no la esperaba, después de treinta años ganándose la vida y alegrando el ambiente de los atardeceres nórdicos.
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cosmonauta
Señor Jose Amaro.
Yo vivo a miles de kilometros de distancia de Canarias y el gran problema que yo veo en este periodiquito digital es que no existe una sección dedicada a las opiniones de las personas que vivimos allende de los mares.
El kiosko de la plaza es para debates domesticos que a personas como yo no nos interesa mucho, y donde de vez en cuando dan ganas de expresar una opinion es en las paginas blogs de otras personas.
He escogido la suya por que veo que usted opina sobre muchos temas que a mi particularmente me interesan.
No voy ha cometar sobre musica, aunque le hago saber que soy un fanático del blues, de la musica country, y del jazz. Hice la ruta del blues dos veces en los EE UU y hasta visité las plantaciones HOPSON y STOVALL donde vivió Muddy Waters hasta que fué descubierto por Alan Lomax. Me hospedé en el hotel RIVERSIDE , que era un antiguo hospital para negros donde murió mi admirada Bessie Smith. En sintesis soy un verdadero admiradór de esta musica pero si me lo permite usted voy ha hablar de otra cosa.
BOXEO
Hace muy pocos dias que el señor Jose Sulaiman, presidente del consejo mundial de boxeo se le ocurrió la infeliz idea de nombrar a Mohamed Ali como el rey del boxeo y el mejor de toda la historia. Este grosero y estupido comportamiento del señor Sulaiman lo unico que demuestra es una ignorancia supina y un desconocimiento de este tema que no es propio de un presidente de un organismo boxistico.
Si me retrotraigo a la primera pelea entre Clay y Frassier, en el canal de televisión en el que yo fui invitado esa noche dije de manera clara y contundente al término de la pelea que el gran Rocky Marciano hubiera peleado con esos dos hombres esa noche, uno detrás del otro y los hubiera nokeado a los dos sin contemplaciones.
El estilo de boxeo de Mohamed Ali que el mismo bautizó como el de picar como una abeja y volar como una mariposa, eso lo inventó muchisimos años antes el gran Gene Tunney, y no fué inventado por Clay como muchos ignorantes sobre este tema han creido siempre.
Desde luego que cada dia me convenzo mas que la ignorancia, y el desconocimiento del pasado en muchisimos temas es uberrimo en la mayoria de la población del mundo.
Walker Smith, mejor conocido como sugar ray robinson fué mejor boxeador que clay pero a años luz,
el gran Joe Louis , hubiera destrozado a el musulman convertido de Clay en un santi amén, y no hablemos del gran Jack Dempsey del cual estoy seguro que hubiera destrozado a todos los campeones peso pesado que pululan hoy en dia en el deporte de fistiana.
Mi intención no es denostar a Mohamed Ali ni mucho menos pues fué un boxeador muy bueno en su época. Mi intención es demostrar lo ridiculo y desopilante de este nombramiento por parte del señor Jose Sulaiman presidente del consejo mundial de boxeo en este mundo de epigonos.
Podria seguir escribiendo mas sobre este tema, pero considero que es suficiente para demostrar la ignorancia de una persona.
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jacarrillo
Gracias a todos por sus amables comentarios: a Pevalqui, a Celia, a Antonio (por compartir además un precioso recuerdo de su vida) y a Pedro Luis, cómo no, siempre atento y siempre dispuesto a divulgar los contenidos de este periódico más allá de los mares de internet y gracias, por supuesto, a su amigo Antonio García Gallo, faltaría plus.
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PedroLuis
Mi amigo y compañero Antonio García Gallo escribió en su blog, al que le recomendé este sitio:
"Efectivamente, muy buena la columna de José Amaro Carrillo. Son de esos textos con los que uno disfruta leyendo. Se ve que es un buen periodista y erudito. Magnífica y documentada reseña. Yo no llego a tanto.
Me llama la atención, que incluya entre los compositores de música clásica a los que le aficionó su "doctor Bacterio", a mi idolatrado Antonio Carlos Jobim.
Para empezar su afición al Jazz, escogió a otros tres grandes, que yo también conozco y me gustan, Charlie Parker, Miles Davis y Oscar Peterson (a quien pude ver hace ya bastantes años en La Laguna)
El jazz hay que escucharlo en la intimidad o con un reducido grupo de amigos a los que también les guste y saboreando un whisky o un gin-tonic.
Mientras te respondo, tengo de fondo el album "Time Out", al que hace referencia Carrillo y con el que estos músicos revolucionaron el jazz en los años 50-60. Da gusto verlos en el video, haciendo este jazz renovado y vanguardista con chaqueta y corbata.
Gracias por citarme. Voy a poner más jazz en otra entrada encima de la Niemeyer."
Ya le "reprenderé" por no haberlo escrito aquí él directamente.
Saludos a ambos y gracias por vuestro magisterio.
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