¡S.O.S! Un paisaje muere cada verano en estas islas por la imprudencia y por la maldad de los humanos. Un tipo va y se caga en el bosque y acto seguido no tiene mejor idea que prender fuego al papel higiénico que ha utilizado, en un día de intenso calor. Otra vez es un empleado de las brigadas antiincendios que ha sido despedido y prende fuego a lo mejor de los bosques que quedan en el centro de Gran Canaria. En La Gomera había un anciano pirómano que disfrutaba soltando a los conejos de su conejera, a los que previamente prendía hachos en sus patas traseras, para que los animales sembraran el fuego en el bosque. Y todos aquellos muertos que hubo no hace tanto, en la gran tragedia que originó un cambio del viento. Igual que ahora en La Palma ha muerto un agente forestal, un valiente defensor de los montes.
La Palma, Patrimonio de la Biosfera, no se merece los incendios de cada verano, que van menguando su habitabilidad, que disminuyen la calidad de su masa forestal. Porque los pinos canarios se recuperan, sí, pero todo el monte bajo asociado al pinar tarda mucho en recuperarse. Y el gran daño de los vecinos que han de abandonar sus casas, vecinos expuestos incluso a perder sus casas. Cada año se generan campañas de mentalización pero todo en vano: se suceden sin clemencia los incendios en las islas con masa forestal, desde El Hierro a Tenerife, desde La Gomera a La Palma y Gran Canaria. Incendios en La Caldera, incendios en la cumbre, incendios en Garafía o El Paso: cuando un monte se quema se incendia parte del alma colectiva. Un patrimonio forestal único, que ha costado mucho conservar durante siglos desaparece en cuestión de horas pese a los esfuerzos de las brigadas, de los helicópteros, de los hidroaviones, todo un despliegue carísimo que podría haberse evitado. Precisamente el periódico El Time, el primero que apareció en la isla, nació con el objetivo patriótico de defender los montes, extender la educación, hacer viable el progreso.
A los pirómanos hay que meterlos largo tiempo en la cárcel. No puede haber clemencia para quienes en un minuto son capaces de originar tanto desastre.
PedroLuis
Don Luis, los incendios queman el cuerpo del bosque y tuestan su alma. El pinar se consume: los pinos jóvenes mueren porque su corteza aún no tiene corcho que les proteja; los más viejos se evaporan al arder tea de sus entrañas; y todos pierden vigor. Huyen los pájaros, mueren los insectos, se carboniza el suelo y la isla se desnuda para quedar indefensa frente al mal general de la erosión.
Y en el colmo de la desgracia mueren personas luchando contra las llamas, que no entienden de vidas ni patrimonios. Y todo, en esta ocasión, por una “cagada” irresponsable. Lástima.
Leer más
Juanf
Así es Don Luis, la imprudencia del humano se lleva por delante la labor de años de naturaleza, no importa el tamaño del árbol al que devora el fuego con una velocidad espantosa, en los EEUU y en especial en California cada año es un azote el que allí tienen, son cientos las cosas consumidas por el fuego al estar estas rodeadas de arboles que le dan la frescura así como le ofrecen un mejor paisaje, bien lo dice usted, aquel que origine un incendio debe ser castigado con cárcel por su descuido o maldad premeditada, hay personas que ven la perdida como si fuera un trofeo, otras por idiotas general pequeños fuegos que de inmediato como si fuera pólvora corre por los pastos secos y ya sabemos el resto; me permito dejar un comentario por si alguno desea informacion especializada que nos ofrece la National Geogrephic;
Cuando los incendios escapan del control humano, alimentados por el clima, el viento y la maleza, pueden calcinar hectáreas de tierra y consumir todo lo que encuentran a su paso en cuestión de minutos.
Cada año se produce una media de más de 100.000 incendios, llamados también incendios forestales, que queman entre 1,6 y 2 millones de hectáreas de terreno cada año. En los últimos años, los incendios han consumido hasta 3,6 millones de hectáreas. Los incendios forestales se mueven a velocidades de hasta 23 kilómetros por hora, acabando con todo lo que encuentran a su paso (árboles, maleza, viviendas e incluso seres humanos).
Deben darse tres condiciones para que un incendio forestal se propague, algo que los bomberos llaman el triángulo de fuego: combustible, oxígeno y una fuente de calor.
El combustible puede ser cualquier material inflamable que esté cerca del fuego, incluidos los árboles, la hierba, la maleza e incluso las casas. Cuanto mayor sea la cantidad de combustible presente en una zona, más intensidad tendrá el fuego. El aire proporciona el oxígeno que el fuego necesita para arder. Las fuentes de calor contribuyen a desencadenar el fuego y hacen que el combustible esté lo suficientemente caliente para prenderse.
Los rayos, las fogatas, los cigarrillos, los vientos cálidos e incluso el sol pueden proporcionar el calor suficiente para desatar un incendio.
Si bien cuatro de cada cinco incendios son causados por el ser humano, la naturaleza suele contribuir alegremente a avivar las llamas. El clima seco y las sequías convierten la vegetación en combustible sequísimo e inflamable; los vientos fuertes hacen que el fuego se extienda con rapidez; y las temperaturas cálidas alientan esta combustión. Cuando estos factores se dan a la vez, sólo es necesaria una chispa (en forma de rayo, incendio provocado, un cable caído, una fogata o un cigarrillo) para desatar un incendio que podría durar semanas y carbonizar decenas de miles de hectáreas.
Estos violentos incendios tienen lugar en todo el mundo y en la mayoría de los 50 estados norteamericanos, pero son más comunes en la zona occidental de Estados Unidos, donde el calor, la sequía y la frecuencia de tormentas eléctricas suponen unas condiciones perfectas para que se desencadenen incendios. Los estados de Montana, Idaho, Wyoming, Washington, Colorado, Oregón y California experimentan algunos de los peores incendios de los EEUU. En el caso de California, éstos empeoran a menudo debido a los vientos cálidos y secos de Santa Ana, que pueden transportar una chispa durante varios kilómetros.
Los bomberos combaten el fuego privándolo de uno o más factores del triángulo. Los métodos tradicionales consisten en el uso de agua y retardadores del fuego para extinguir incendios ya existentes. Despejar el terreno de vegetación para crear cortafuegos priva al incendio de su alimento y pueden conseguir ralentizarlo o contenerlo. Los bomberos también combaten el fuego mediante la quema controlada de algunas zonas, un proceso que se llama fuego prescrito o quema controlada. Estos fuegos prescritos eliminan la maleza, los hierbajos, y la basura que haya en el suelo, con lo que priva al incendio forestal de su alimento.
Aunque suelen ser dañinos y perjudiciales para el ser humano, los incendios que surgen de forma natural desempeñan un papel esencial en la naturaleza. Devuelven nutrientes al suelo al quemar materia muerta o en descomposición. También sirven como desinfectantes, al eliminar plantas plagadas de enfermedades e insectos dañinos de los ecosistemas forestales. Además, al quemar copas de árboles y maleza espesas, los incendios permiten que la luz solar llegue al suelo del bosque, con lo que posibilita el crecimiento de una nueva generación de plantas.
Y hoy nosotros lamentamos la muerte de un luchador que en su intento de apagar el fuego fue devorado por este, de seguro todos rogamos por su eterno descanso, al tiempo que le agradeceremos eternamente su esfuerzo pidiendo a las autoridades que así como el trató de protegernos, protejamos también a su señora y sus hijos que quedan necesitados de la ayuda que este buen hombre a su casa aportaba con su trabajo.
Leer más