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El callejón
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El discurso del Rey

Los mensajes institucionales del Jefe del Estado, televisados durante las Navidades, fueron instaurados en España por el general Francisco Franco. Su sucesor a título de rey, Juan Carlos de Borbón, ha mantenido tan entrañable costumbre. Conmovedor…

"Buenas noches. En Nochebuena, como cada año, me dirijo a todos vosotros para transmitiros mis mejores deseos de paz y felicidad. Al término de este año difícil y complicado para todos, quiero hablaros con sinceridad y realismo, sin rehuir los problemas que nos aquejan como sociedad (…)

Llevamos varios años sumidos en una severa crisis económica (…) cuyos efectos negativos son para todos evidentes. Para muchos, tristemente demasiado evidentes por su dureza. Es una crisis que está llamada seguramente a modificar hábitos y comportamientos económicos y sociales. Si España ha alcanzado en los últimos decenios las más altas cotas de progreso y bienestar de su historia, ahora hemos de saber reconocer con humildad cuáles han sido los comportamientos en los que, como individuos y como grupo, hayamos podido equivocarnos (…)

Será necesario para ello un planteamiento (…) que corresponde desarrollar a los responsables políticos y a los agentes económicos y sociales (…) Me corresponde, como jefe del Estado, animar a esas instancias a trabajar sumando voluntades, no restándolas; acercando posiciones, no distanciándolas; buscando avenencias, no rechazándolas. Animarles a trabajar con diálogo y altura de miras, con rigor y convicción (…)

En una coyuntura como la que vivimos, los temas que requieren una solución prioritaria se agolpan ante nuestra puerta, pero si tuviéramos que destacar la máxima prioridad, creo que no dudaríamos en señalar la lucha contra el desempleo como objetivo último y cierto".

-¿Qué tal voy, Alberto?

-Muy bien, Majestad. Si me lo permite, está usted que se sale, Majestad. Que lo borda, vamos.

-¿Doy bien en pantalla?

-Por descontado, Majestad. Las chicas de maquillaje han hecho un trabajo excelente.

-Mira que si no salgo bien, luego mi nuera me regaña. Ya sabes que ella es muy pijotera para estas cosas. Le puede ese perfeccionismo tan profesional que tiene, la muy jodida…

-Descuide, Majestad. Usted prosiga y no se preocupe, que va todo perfecto.

-Vale, Alberto, pero, si notas que me embalo, no te cortes y córtame, que después no se me entiende nada y todo el mundo piensa que voy cargado y no es verdad. Desde la operación, no tomo sino una copita de vino en las comidas, la mistela en la merienda y el brandy por la noche…

-Tranquilo, Majestad, no se preocupe. Estoy al quite. Como le dije antes, soy su sombra, mejor dicho, la sombra de su sombra…

-Vale, Alberto, vale, lo que tú quieras… Dame un segundo y recupero el hilo… A ver… Sí, por aquí…

"Con una cifra de parados inaceptable, y que lo es todavía más entre los jóvenes que buscan su primer empleo, quiero rendir un hondo homenaje de agradecimiento y admiración a las familias, cuya generosidad y entrega está siendo clave para que nuestro país mantenga los actuales niveles de estabilidad social (…) Estabilidad y prosperidad, en el marco de nuestra Constitución, es lo que esta gran nación española ha sabido construir en paz y libertad a lo largo de las últimas décadas, junto con un Estado de bienestar necesario para mantener la indispensable cohesión social que la justicia distributiva reclama".

-¡Coño, Alberto, esto no hay quien se lo crea!

-¿Qué pasa, Majestad?

-Esta parrafada sobre la crisis. ¿Y si la quitamos?

-Ya lo hemos discutido antes, Majestad. No podemos abordar la situación económica sin apelar a la esperanza.

-La gente está harta de escuchar lo mismo una y otra vez, Alberto. La gente está hasta los cojones y nosotros no hacemos sino poner paños calientes, joder. Esto no suena creíble, parezco un vendedor de corbatas del Corte Inglés, coño… Tengo que subir el nivel o los españoles van a creer que de verdad soy gilipollas, Alberto.

-No podemos salirnos del tono didáctico, Majestad. De lo contrario, a la mayoría les va a parecer que esto se lo ha dictado Botín.

-Bah… A la mierda, Alberto. ¿Sabes lo que te digo? Que les den a todos… Que para lo que me queda en el convento…

-Majestad…

-Vale, chico, vale… Deja que coja el hilo otra vez… A ver…

"Junto a la crisis económica, me preocupa también enormemente la desconfianza que parece estar extendiéndose en algunos sectores de la opinión pública respecto a la credibilidad y prestigio de algunas de nuestras instituciones. Necesitamos rigor, seriedad y ejemplaridad en todos los sentidos. Todos, sobre todo las personas con responsabilidades públicas, tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar.

Cuando se producen conductas irregulares que no se ajustan a la legalidad o a la ética, es natural que la sociedad reaccione. Afortunadamente vivimos en un Estado de derecho, y cualquier actuación censurable deberá ser juzgada y sancionada con arreglo a la ley.

La justicia es igual para todos.

No debemos, sin embargo, generalizar los comportamientos individuales, so pena de…

-Majestad, disculpe…

-¿Qué pasa, Alberto?

-Es que… Ha añadido algo que no estaba…

-Ya lo sé, Alberto.

-Pero, Majestad… Eso de que todos somos iguales ante la ley… Podría levantar ampollas…

-Me la suda… ¿Tú te crees que voy a poner en juego todo lo que mi familia ha conseguido, lo que YO he conseguido, para que ese subnormal lo venga a echar por tierra? ¡Por encima de mi cadáver, Alberto! El menda no va a perder su reino por un tipo que es menos inteligente que la bosta de un caballo. Allá mi hija si decide hundirse con él.. Pero a mí no me tocan la Corona, Alberto, que es como si me tocaran los cojones… Y además soy el Rey, hostias, y aún puedo decir lo que me dé la real gana, ¿no es así?

-Sí, Majestad, pero…

-¡Ni peros ni peras! Anda, Albertito, siéntate en esa silla y déjame acabar, que a la una tengo rehabilitación con la masajista danesa y es el único rato bueno que paso durante todo el día…

-De acuerdo, Majestad.

-Bien, pues sigamos… ¿Por dónde iba? Ah, ya…

"No debemos, sin embargo, generalizar los comportamientos individuales, so pena de cometer una gran injusticia con la inmensa mayoría de los servidores públicos, y también de los empresarios o trabajadores del sector privado, que desarrollan su labor de forma ejemplar y honesta. De lo contrario, se podría causar un grave daño a instituciones y organizaciones que son necesarias para la vertebración de nuestra sociedad (…)"

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