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El callejón
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Y en momia te convertirás

“El dormilón” (1973), de Woody Allen, es una parodia de la ciencia ficción y una sátira de los regímenes totalitarios. Su hilarante final, con los adeptos del Gran Jefazo tratando de salvar su nariz para perpetuarlo en el poder, nos recuerda tanto a...

Se le atribuye a Vladimir Ilich Uliánov (Lenin, para sus camaradas) un lapidario aforismo que, a la postre, al menos en su caso (y en el de varias dinastías de faraones egipcios y de los líderes comunistas Mao y Ho Chi Min), resultó premonitorio:

"En realidad, los hombres somos cadáveres que vivimos durante un cortísimo tiempo dentro de un cuerpo prestado".

Alguien con un sentido macabro del humor (ya se sabe que los rusos son muy suyos para estas cosas y se cuenta que, a la muerte de José Stalin -ese gran benefactor de la especie humana-, un miembro de su siniestro séquito se atrevió a decir: "Y ahora, a ver quién es el guapo que se atreve a decirle a ése que se ha muerto") decidió que lo que Lenin había expresado con la citada cita era algo más que un destello de dudoso ingenio: había formulado un deseo. Dicho y hecho. Después de su óbito y de ser despedido con los honores a los que se había hecho acreedor, el bueno de Vladimir fue embalsamado y su momia se encuentra en el mausoleo de la Plaza Roja, en Moscú, expuesto a la mirada curiosa (y ociosa) de turistas de medio mundo que no tienen otra cosa mejor que hacer que contemplar ese pellejo conservado en formol que otrora perteneció a uno de los dirigentes más decisivos del pasado siglo.

Ahora, que el espíritu indómito, contradictorio y demagógico de Hugo Chávez Frías ha abandonado para siempre el efímero cuerpo que le correspondió en suerte ocupar a lo largo de cincuenta y nueve años, sus correligionarios, que adoran al hombre que fue y ya no es, han recurrido al embalsamamiento para continuar rindiendo culto al presunto sucesor de Bolívar más allá del tiempo (y del sentido común).

Pero mucha peor suerte que la del amigo que se ha ido se nos antoja que corre la del amigo y compañero del alma, compañero, que aún continúa con vida. Ya que, en curioso y caribeño remedo del extraño caso del doctor Valdemar, de Poe, al entrañable Fidel Castro le sucede que se está convirtiendo en momia sin haber exhalado aún el último suspiro.

Ciertamente, los designios del Señor resultan inescrutables.

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