No dejabas de mirar, estabas sola,
bella y sensual con tu ron con cola.
Algo me arrastró hacia ti en plan de coña
y fui y te dije: “Hola, ¿qué tal, Begoña?”.
Esa noche, entre tus lazos, caí en la trampa
y cazaste al aprendiz de seductor
y me diste de comer sobre tu palma
haciéndome tu humilde conseguidor,
tu amigo, tu esclavo, tu siervo y admirador.
Amiga, hay que ver cómo es el amor,
que vuelve a quien lo toma
gavilán o pichona.
Pobre tonto, ingenuo charlatán
que fui pichona por querer ser gavilán,
viajar como halcón siendo un canchanchán.
Amiga, hay que ver cómo es el amor,
que vuelve a quien lo toma
gavilán o pichona.
Fui poniendo pegas a tu oferta
pero tú no dejabas de hablar de Alierta:
del cruel destino de su amor fiel y cretino.
Me abrazabas fuerte y susurrabas quererme a tu lado
mas al mirarte me sentí desengañado.
Solo me dio frío tu falta de pudor, de candor.
Lentamente, me solté de entre tus largos brazos
y dije: “Estate quieta, por babor, y estribor”.
Amiga, hay que ver cómo es el amor,
que vuelve a quien lo toma
gavilán o pichona.
Pobre tonto, ingenuo canchanchán,
que fui pichona por querer ser gavilán.
Amiga, hay que ver cómo es el amor,
que vuelve a quien lo toma
mazapán o caramelo de goma.
Pobre tonto, ingenuo canchanchán,
que fui pichona por querer ser gavilán,
que tú solo te debes a tu galán,
que te posee y te controla
y que vive para él de la trola.
Amiga, hay que ver cómo es el amor,
que vuelve a quien lo toma
gavilán o pichona.