Dicen los manuales que, cuando el famoso y devastador crack de 1929, Estados Unidos reorganizó el país a base de una política para entonces avanzada que es conocida como el New Deal. Esta expresión, que significa Barajar de nuevo, es la política que puso en marcha el presidente Roosevelt para salir de las ideas liberales que llevaron a la gran bancarrota de la bolsa. Incluyó, entre otras las siguientes medidas: inversión para construir obras públicas (escuelas, calles, parques), reducción de la jornada laboral para disminuir el desempleo, elevación de los sueldos medios, otorgamiento de créditos a las empresas que querían invertir, puesta en marcha de un programa de asistencia social (seguro de desempleo, vejez y enfermedad, así como supresión del trabajo infantil).
Además obligó a reducir la producción agrícola para elevar los precios de las cosechas y aliviar la situación de los agricultores, también Roosevelt construyó diques, centrales hidroeléctricas y complejos industriales para reactivar las economías regionales. El New Deal, puesto en práctica a partir de 1933, permitió que EEUU se fuera alzando progresivamente como el líder mundial en los años 30 y 40 del pasado siglo, cuya contribución fue esencial para la victoria aliada contra Hitler. Esa forma de entender la política introdujo importantes innovaciones que fueron copiadas por los Estados occidentales cuando terminó la Segunda Guerra Mundial. En resumen: el Estado debía intervenir en la economía para evitar crisis económicas como la del 29 y garantizar el bienestar de la población a través de leyes e instituciones creadas al efecto.
A la vista de lo que está sucediendo con la deuda soberana, con la caída de la bolsa, con el crecimiento del paro, con la huida de capitales, con la crisis bancaria y, en definitiva, con la sensación cada día más agobiante de crisis profunda en España, habría que preguntarse qué economistas tiene la Unión Europea que no son capaces de entender lo que pretende un buen puñado de líderes: activar el crecimiento en vez de empeñarse exclusivamente en agudizar los recortes.
Si la señora Angela Merkel pierde sus elecciones del año que viene -ya le han dado los electores un buen palo recientemente- habría que afirmarse en la idea de que la crisis no perdona y que el señor Hollande en Francia tiene mejores ideas que las que dispone Berlín. Ahora solo faltaría que esta Europa -club de ricos, club de mercaderes- cultive un poco más el talento creador y deje un poco de lado el énfasis represor.
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ificrates
No quiero vivir en una confederación germano-francesa, quiero vivir en una Unión Europea.
Quiero votar a la Comisión Europea, no que decidan otros quienes la componen, lo mismo con el Consejo Europeo y quiero controles sobre el BCE.
Quiero que no sea problema lo de Grecia, como no es problema la bancarrota de California, a quien nadie se le ocurre decir:"fuera".
Pero Merkel y Rajoy y Cameron son fieles, son creyentes, son ultraortodoxos, no reaccionan ante la racionalidad.
El Reino Unido entró este año en recesión, después de llevar la misma politica que aplica Rajoy, pero más dura todavia. No les ha servido de nada estar fuera del euro. Tampoco no tener los problemas de deuda de España, porque el Banco de Inglaterra les presta el dinero al 1%.
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