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Las compras navideñas, en una economía de guerra

Estamos en una economía de guerra, la tercera guerra mundial la libra -como casi siempre- Alemania frente al resto, pero ahora se trata de una guerra más sutil, la de los mercados financieros. Por otro lado, digan lo que digan las estadísticas, los humanos somos animales sociales que practicamos el ritual. Y ahora toca ir de tiendas, comprar comida para las celebraciones, regalar.

Según las previsiones, Canarias es la comunidad donde más descenderá el consumo navideño. La crisis es tan gorda que hasta la compra de lotería para el sorteo del Gordo tendrá un descenso espectacular. La crisis ha congelado las compras navideñas, y estas navidades serán las más austeras desde hace diez años, según las encuestas de los consumidores. ¿Quién se acuerda ahora de cuando éramos pobres, allá por los 70 o los 80, cuando también había crisis por el asunto del petróleo, la guerra de Kuwait, la escalada de la inflación y etcétera etcétera? Lo cierto es que si el 2013 va a ser peor que el año que estamos dejando atrás, que Dios nos coja confesados.

España vive bajo una depresión general, y en los grandes almacenes se nota que hay menos personal pero lo más grave seguramente se lo llevan los pequeños comercios, de un total de 450.000 que hay en todo el país han cerrado 60.000 en lo que va de año. Parece que las comunidades donde, a pesar de la crisis, más dinero se gastará la gente en las fiestas que se avecinan son Madrid, Valencia y Cataluña. Y, las que menos, serán Canarias, Extremadura y Andalucía. El norte sigue siendo vigoroso, el sur es donde más se notan los perversos efectos de la ruina.

Las estadísticas también apuntan a que los hombres son más derrochadores que las mujeres, ya que compran por instinto y no analizan las consecuencias. Las mujeres, más acostumbradas a llevar el peso de la economía familiar, se lo meditan un poco más. También hay que hacer notar que la cultura es la que peor lo está pasando: hace tiempo que la gente dejó de ir al cine y al teatro, dejó de comprar libros, dejó de disfrutar el ocio cultural que antes disfrutaba. Con  estas estimaciones, solo nos queda desear tiento y eficacia, austeridad y muchas dosis de inteligencia, a la hora de afrontar los gastos. La supresión de las pagas extras son, qué duda cabe, una puntilla no solo emocional y psicológica sino también real.

Blogdeleonbarreto.blogspot.com

 

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