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Quedarse con lo imprescindible es el secreto

Basura.

Decía el dramaturgo alemán Bertolt Brecht que en el escenario solo debe estar lo que verdaderamente interviene en la acción, el resto hay que eliminarlo. De este modo, los personajes y objetos adquieren un significado más potente en la acción teatral. Esto viene a cuento porque en esta última década de abundancia los humanos nos hemos rodeado de objetos estúpidos, como nuevos ricos hemos acumulado cosas y cosas, mucha chatarra. Consumidores compulsivos, hemos generado un enorme problema en todas partes: la eliminación y reciclaje de residuos.

Los vertederos aquí en las islas, territorio escaso y superpoblación, son un problema considerable. Los vertederos son tan importantes que forman parte del paisaje, no es raro que gaviotas y otras aves se den cita en ellos para darse un banquete. Y no solo aves sino también humanos: los desfavorecidos de esta crisis hace mucho que registran los contenedores y los basureros en busca de algo que llevarse a la boca, de algún desperdicio útil para sus vidas. El consumismo en el primer mundo, la rapiña sobre el agua, el suelo y los otros recursos, contrasta con la gravedad de la pobreza en Africa, América Latina y regiones de Asia, incluso contrasta con las bolsas de miseria entre nosotros mismos. Las élites financieras compran cosechas enteras de trigo, arroz o café para especular con los alimentos sacando máxima tajada. Hace mucho que la ética desapareció del panorama.

La ferocidad del actual modelo económico, entregados todos a eso que llamamos "los mercados", puede establecer que la minoría poderosa considere al resto de la humanidad como residuos a desechar. De hecho, el consumismo europeo y norteamericano contrasta con la extrema pobreza en el Tercer Mundo. En España desciende el consumo en las fiestas navideñas pero no para de crecer el consumo de los muy ricos, es más: llevando a su extremo este modelo económico cada vez habrá menos clase media, más élite millonaria, más gente por debajo del umbral de la pobreza.

Nuestra anterior forma de vida tardará en volver, si es que regresa. ¿Debe volver, tal como era? ¿O más bien deberíamos cambiar nosotros? Tal vez deberíamos visitar países de oriente, comunidades indígenas americanas, grandes zonas de Africa, para darnos cuenta de que hay que darle a las cosas su justo valor. Eliminar lo superfluo, aprender a estar bien con menos cosas, hacer que aparezca solo lo esencial tal como quería Bertolt Brecht.

Blogdeleonbarreto.blogspot.com

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