La industria farmacéutica -al igual que la banca, otro engranaje importante dentro del sistema en que vivimos- está bajo sospecha. Varias ONGs y organismos internacionales han denunciado las enormes ganancias de esta industria y las dificultades que padecen los países del Tercer Mundo a la hora de recibir los medicamentos que necesitan, a un coste asumible por la población. En el caso del sida, sin ir más lejos, los medicamentos siguen siendo caros allí donde más se necesitan: en Africa, sobre todo. Ahora, con la denominada gripe A, el negocio de las multinacionales farmacéuticas puede ser más que redondo, redondísimo. Roche, la poderosa compañía suiza que en teoría vela por la salud del universo, ha ganado casi mil millones de dólares en el primer trimestre de este año, ya que el Tamiflu, el antiviral que se está comercializando para combatir la gripe A, es una mina de oro sin fondo. Esto no es nada: a las firmas que fabrican las futuras vacunas contra esta nueva modalidad de gripe se les adivina un beneficio de miles de millones de dólares en los próximos meses. En definitiva, crear la alarma universal por una nueva y sospechosa enfermedad es un pingüe negocio. Pasó algo similar cuando la gripe aviar, o cuando el mismísimo sida. Pandemias que algunos sospechan pudieron haber sido originadas en laboratorios. ¿Fabricar primero una nueva enfermedad, generar la alarma cósmica y luego forrarse con el medicamento? Parece de película, parece de El Padrino.
La gripe A es una fábrica de dinero. En Gran Bretaña, el país europeo más afectado, con más enfermos y más muertos, se necesitan urgentemente once millones de vacunas. En Estados Uniodos el negocio se dispara, porque su población supera los 300 millones de habitantes. Y esto no es lo malo: los analistas señalan que Donald Rumsfeld, que era la mano derecha de George W. Bush, siniestro presidente de los EE.UU., estaba al frente de la empresa farmacéutica que inventó el Tamiflu, el famoso antiviral cuya patente fue vendida con posterioridad a la multinacional Roche. ¿No les parece sospechosa la alianza entre el poder político y la industria farmacéutica? ¿No les recuerda el siniestro negocio del equipo de Bush con el petróleo de Irak, asunto más que decisivo a la hora de emprender la guerra y el derrocamiento de Sadam Hussein?
El fin justifica los medios y siempre hay espabilados que se llenan los bolsillos. En esta época el dinero es el becerro de oro y no hay freno ético que nos modere. Antes fueron las hipotecas-basura que generaron la burbuja inmobiliaria en medio mundo. No olvidemos que la banca ha recibido ingentes ayudas de los gobiernos y después de eso los ejecutivos de los grandes bancos se siguen forrando, a pesar de que esos grandes bancos no sueltan un crédito a las pequeñas y medianas empresas ni a los particulares que quieran comprarse un piso en rebajas. Ahora a los listos de Wall Street se les ha metido en la cabeza que el negocio farmacéutico cotiza al alza. En España, el gobierno dice que se va a comprar vacunas para el 40 por ciento de la población. Es tal el revuelo que el New York Times ha dicho que la Organización Mundial de la Salud cuando genere avisos de alerta los matice señalando que prestar excesiva atención a esa alarma puede ser perjudicial para la salud y para la ética. En el 95 por ciento de los casos la gripe A es leve, pero generar alarma trae dinero a casa.