Como todos los años, y la tendencia se acrecienta, el combate entre Santa Claus/Papá Noel y los Reyes Magos está sobre la mesa. ¿Cuándo dar los regalos a los niños? En razón del pragmatismo, muchos padres entienden que darlos en la noche del 24 de diciembre hará que los juguetes puedan ser mejor disfrutados que si esto se pospone a la noche del 5 de enero. Otros, en cambio, se aferran a las tradiciones: desean que sus hijos vivan estas fechas tal como ellos las vivieron. La tradición de hacer el nacimiento, de cantar villancicos, y de considerar la Navidad como una fiesta familiar frente a la tendencia de que es otra fiesta más, ya que después de la cena los jóvenes se lanzan a la calle a hacer botellón toda la madrugada como otro día cualquiera. Y es que la Navidad -como todas las cosas- está cambiando velozmente.
Parece que esta fiesta, tal como la entendemos hoy, es un producto del siglo XIX, cuando se hizo general la costumbre del intercambio de regalos, los norteamericanos crearon al orondo Santa Claus y la Coca Cola lo vistió de reclamo publicitario rojo y blanco, colores anglosajones por excelencia. Navidad y mercadotecnia van estrechamente unidos, y por eso cada vez se hacen menos nacimientos en las casas y se ponen más muñecotes de Santa Claus escalando las fachadas. Si Halloween ya arrinconó las tradiciones canarias de la noche de Finados ¿sucederá lo mismo con la Navidad y la fiesta de los Reyes Magos? La tendencia laicista y la inmigración están consiguiendo que incluso el nombre de Navidad sea arrinconado, en algún municipio con abundante presencia musulmana se ha decidido llamar a estas fechas como Fiesta de las Luces. Para no ofender a las otras mentalidades, se dice. Una tontería que tal vez se imponga. Pues la Navidad que nos están vendiendo los norteamericanos con su cine y sus técnicas publicitarias es más un producto de los grandes almacenes que otra cosa. Empezamos llamando Papá Noel al regordete personaje que viene de Laponia porque así lo llaman los franceses, pero ahora ya casi todo el mundo habla de Santa Claus, la versión norteamericana que nos transmiten las películas hechas ex profeso para estas fechas. Pero la Navidad es también un producto social, y desvirtuarla por aquello del respeto a las otras culturas de los inmigrantes es otra memez. ¿Acaso permiten los países musulmanes que los cristianos, los budistas o los judíos se muevan libremente por allí, que abran templos y se reúnan para realizar sus cultos? Ya se ve que el asunto tiene sus implicaciones con cierto calado.
Volviendo al origen del personaje, parece que el primer Santa Claus fue dibujado en 1862 como un pequeño elfo que apoyaba a la Unión frente a los confederados del sur. Pero la publicidad fue la que realmente fabricó al personaje, y fue porque la conocida compañía de bebidas refrescantes también quería vender su producto en los meses de invierno. En 1930 ya hay constancia de un Santa Claus gordo, barbudo, y en blanco y rojo. Por eso a partir de 1931 las campañas estuvieron representadas por un personaje realista y simbólico a la vez, un anciano que venía de los hielos del norte y que con su trineo va repartiendo regalos aquí y allá. Y en esas estamos.
Desde luego que los Reyes Magos, versión española del asunto, es una conmemoración que se está quedando sola frente al tremendo empuje del competidor. Pero creemos que nuestra Navidad y nuestros Reyes Magos deben seguir existiendo independientemente de las percepciones religiosas de cada cual. Halloween, que es un anticipo grotesco del carnaval, ya ganó su partida pero ojalá que Papá Noel/Santa Claus no acabe derrotando definitivamente a Melchor, Gaspar y Baltasar. Hagamos lo inteligente: poner el árbol de Navidad al lado del nacimiento, que convivan las culturas y que no se excluya la una a la otra.